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Los bosques se regeneran mejor si los ratones no temen por su vida

Un estudio del CREAF demuestra que los roedores cambian sus hábitos de búsqueda y manipulación de las bellotas si detectan depredadores

La sierra de Collserola (Barcelona).
La sierra de Collserola (Barcelona).MARCEL.LÍ SÀENZ

Los ratones tienen una misión fundamental en la regeneración natural de las plantas. Estos roedores en su misión de buscar víveres dispersan las semillas de los árboles. Pero esta función está condicionada a los olores que perciben. Si los ratones huelen a jineta, uno de sus depredadores naturales, estos "son más cautos en sus movimientos y pasan más tiempo de vigilancia, tiempo que no dedican a buscar bellotas", explica Pau Sunyer, investigador del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF).

El estudio, publicado en la revista Functional Ecology, y en el que también han participado la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y el Instituto de Investigación de Recursos Cinegéticos (IREC), revela que los ratones de campo (Apodemos sylvaticus), en cambio, son más efectivos en la dispersión de bellotas cuando perciben el olor de otros roedores, ya que compiten con ellos por el alimento.

Las plantas, según los investigadores, prefieren que los ratones tengan miedo a ser saqueados y no a ser engullidos por sus depredadores. Este comportamiento de los roedores se produce "en cuestión de minutos y en un espacio de pocos metros". Sin embargo, remarca el estudio, puede tener consecuencias a una escala más grande en la regeneración natural de los bosques en la distribución de las plantas, ya que los ratones almacenan sus alimentos bajo tierra. "Cuanto mayor sea la proporción de semillas enterradas por los ratones, mayor será la probabilidad de que germinen nuevas plantas. Por tanto, a estas les interesa que haya una buena población de roedores y no de jinetas", explica Alberto Muñoz, investigador de la UCM y del CREAF.

Los investigadores también ponen de relieve la fuerte interconexión que hay entre las especies de un ecosistema, incluso cuando están en niveles diferentes de la cadena alimenticia. "La presencia de un carnívoro que, evidentemente, no come bellotas, puede modificar la regeneración natural del bosque y la distribución de especies tan importantes en nuestros ecosistemas como el roble o la encina", apostilla Josep Maria Espelta, investigador del CREAF.

El estudio se llevó a cabo en la sierra de Collserola, en Barcelona. Y para realizarlo los investigadores colocaron al lado de las bellotas algodones impregnados con agua y excrementos de jineta y ratón.

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