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El PP de Santiago llevó su guerra ante la juez con duros ataques al alcalde

“El Ayuntamiento está dirigido por descerebrados”, declaró un edil del gobierno

Toma de posesión de Ángel Currás como alcalde
Toma de posesión de Ángel Currás como alcalde ÓSCAR CORRAL

“El Ayuntamiento de Santiago está dirigido por una panda de descerebrados”. Así calificó a sus jefes el concejal de Deportes de la capital gallega, Adrián Varela, del PP, ante la juez que instruye la Operación Pokémon. La situación que describen los interrogatorios sobre las relaciones entre los ediles populares que dirigen el gobierno de Santiago refleja que entre ellos existe una desconfianza absoluta. Por el despacho de la juez De Lara pasaron el alcalde, Ángel Currás; la concejal de Educación, Rebeca Domínguez; Adrián Varela y la exconcejal de Familia e Benestar y actual portavoz del PP gallego, Paula Prado, cuya declaración permanece todavía bajo secreto.

La magistrada, que investiga presuntos enchufes en empresas que conseguían contratos con el Ayuntamiento, se esfuerza en conocer las relaciones que mantenían los diles con los directivos del grupo Vendex y de Aquagest. Cada uno optó por una estrategia diferente. El alcalde niega todas las acusaciones y delega cualquier responsabilidad en los concejales y funcionarios. Los ediles aseguran que el regidor no les habla y que solo hace caso a otras dos concejales del grupo, María Pardo y Reyes Leis, que “se pasan todo el día en su despacho”, según Varela. Domínguez confiesa que no tiene “ni idea” de cómo funciona la Administración y que firma todo lo que le mandan sus jefes. Varela, por su parte, declara que Currás no tiene “ninguna capacidad de mando”. “En el Ayuntamiento de Santiago o sobrevives o te suicidas”, llega a decir el edil, que llega a acusar al regidor de difamarle y de mentir.

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Al principio de las más de ocho horas de grabación con todos estos testimonios, los imputados empiezan negando cualquier implicación en la trama, pero, a medida que la magistrada les va contando lo que han declarado sus compañeros, cambian su versión para echarse la culpa unos a otros. De esta forma, el alcalde dice que no vio currículo alguno en su vida. Y eso a pesar de que Francisco Castro, su jefe de gabinete y mano derecha, dejó en las dependencias de alcaldía cuatro currículo de los supuestos enchufados en la guardería de Salgueiriños. El delegado de Vendex en Santiago, Alberto Quintana, recogió la carpeta con esos papeles horas más tarde. Pero Currás asegura a la juez que desconocía las presiones denunciadas por Domínguez, para convertir esa guardería en un refugio de recomendados políticos. Incluso afirma desconocer cómo fue la tramitación del expediente administrativo del centro escolar que él mismo ideó siendo concejal de Educación. “Al llegar a la alcaldía le dije a Rebeca que era muy conveniente desarrollar la escuela”, manifiesta. Sin embargo, su interés por el centro educativo se esfumó en cuanto supo que la concejala le acusaba de todo tipo de maniobras para convertirla en una agente de empleo. “Rebeca me calumnia de forma permanente. Ni he visto ni he filtrado currículo en mi vida”, reiteró una y otra vez. A Currás le sentó tan mal lo explícita que fue la edil que incluso acaba echándose flores a sí mismo: "A veces, para que les resuelvan un problema dicen que es orden de arriba. Es posible que sea porque el alcalde tiene más credibilidad”. Poco antes de que la juez evidenciase la trama enchufadora con pinchazos telefónicos, pregunta al regidor cómo era su relación con Domínguez. Responde que “cordial”. Y de la cordialidad pasa a la hostilidad. “Es rotundamente falso y me indigna”, espeta cuando Pilar de Lara le explica que la concejala se había definido como “una intermediaria con la empresa para conseguir empleos siguiendo órdenes del alcalde”.

Currás, tras escuchar muchos de los pinchazos, repite a la juez que la edil miente, que todo es un “entramado surrealista” y que él pasó de puntillas por todo. La misma actitud adopta Adrián Varela. Las negativas del concejal de Deportes se transforman en un “no sé” o en un “no me acuerdo” cada vez que la magistrada le da al play de la grabadora y se escucha en la sala el sonido de sus conversaciones con los principales acusados en los que se hablaba de favores y enchufes, entre ellos de un currículo de su padre para trabajar en el grupo Vendex.

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