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Amigos de la gozadera

El grupo venezolano Los Amigos Invisibles aspira a poner patas arriba la sala But esta noche de San Valentín con su disco-funk latino y muy sexual

Cuatro de los integrantes de Los Amigos Invisibles, el pasado miércoles
Cuatro de los integrantes de Los Amigos Invisibles, el pasado miércolesUly Martín

Gozadera es una palabra íntimamente unida al universo de Los Amigos Invisibles. La RAE la define como “fiesta bulliciosa con bebida y baile”, una descripción bastante adecuada de sus conciertos, pero que uno no asociaría con una orquesta filarmónica...

Imaginen la escena: Gustavo Dudamel, el director de orquesta venezolano de enorme prestigio, comandando a su Filarmónica de Los Ángeles en el Hollywood Bowl para acompañar a seis paisanos suyos en la bailable Ponerte en cuatro (canción en cuya procaz letra no entraremos, salvo para aclarar, si hace falta, que juega con los dobles sentidos de cierta postura sexual). Ocurrió en las noches del 12 y el 13 de agosto de 2011, y los protagonistas eran Los Amigos Invisibles, una imparable locomotora de disco-funk que ya supera los 20 años en activo y hoy visita Madrid.

“Eso arrancó en 2005, cuando la Filarmónica contrató a Dudamel y nos llamaron para tocar en su fiesta sorpresa”, cuenta José Rafael Torres El Catire, bajista: “No le conocíamos, pero había dicho que era fan de Los Amigos y pensaron que estaría bien que le diéramos la bienvenida. Desde entonces mantuvimos la relación y en 2011 llegaron esas dos noches en el Hollywood Bowl, junto al dúo mexicano Rodrigo y Gabriela, ante 14.000 personas en cada función”.

Este tipo de historias poco comunes salpican la historia de la banda caraqueña, a la que David Byrne dio su empujón internacional tras comprar por casualidad su primer disco en Nueva York. El ex Talking Heads quedó encantado por la fuerza de Dime, una cumbia pasada por el filtro del rock ácido, y acabó contratándoles para su discográfica, Luaka Bop. Dos décadas después de aquello, Byrne ha grabado Dime con los venezolanos... aunque puede que nunca podamos escuchar como quedó: “De artista a artista iba todo muy bien, hasta que aparecieron sus mánagers”, explica Julio Briceño, cantante. “Cheo [el guitarrista José Luis Pardo, actualmente en excedencia] la grabó con David en Nueva York”, continúa el batería, Juan Manuel Roura Mamel: “Lo hizo todo él, pero luego los mánagers exigieron quedarse con el máster de la grabación y no hubo forma de llegar aun acuerdo”.

Nuevos esquemas

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Los Amigos Invisibles surgieron en Caracas a principios de los 90, una época excitante para el rock latinoamericano, que cristalizó en diversos países a través de grupos que pervirtieron con su acento local los esquemas de la música alternativa anglosajona.

Hoy, debido a la situación de inseguridad en las calles de su ciudad, echan de menos aquella época: “Cuando empezamos tocábamos en muchos sitios que ahora son zonas rojas, no las puedes pisar, y entonces eran fronterizas, se podía ir con cuidado”, rememora Torres. “En Caracas ahora hay como un toque de queda desde las 10 de la noche, la hora a la que empieza la vida de un músico”, sigue Briceño: “Cuando los chavos jóvenes me preguntan cómo empecé les digo que me la pasé en los bares, tocando o viendo tocar a otros. Pero ahora no les puedo decir que salgan con su amplificador a que les maten”.

Conjugando lo venezolano con una clara vocación panlatina, Los Amigos son hoy un grupo trasnacional en todos los sentidos: viven repartidos entre su país, México y EE UU y su último álbum, Repeat after me, se grabó en varias ciudades de esos países, además de París y Bogotá.

En concordancia con el título, como sacado de un curso de inglés, varias de las canciones del disco son en ese idioma, lo que ha podido tener su influencia en que haya menos elementos latinos en la música (y menos dobles, o triples, sentidos en las letras). “Simplemente, entre las canciones que compusimos no había salsas ni merengues”, dice Catire: “Y, de todas formas, en directo siempre usamos percusión caribeña, como tumbadoras y congas. Si existiese un requerimiento en esta banda a la hora de componer sería que la música tenga un tempo alto y sea funky”. “Y tampoco nos dedicamos a buscar siempre el doble sentido”, apuntilla Briceño, alias Chulius (sí, todos Los Amigos tienen apodos): “Lo importante es que las canciones sean buenas, no si tienen chiste o no”.

Los Amigos Invisibles actúan hoy en la sala But (c/ Barceló, 11), a partir de las 21 h. Las entradas cuestan 25,20 €.

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