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crítica | teatro
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El dogma y la dialéctica

Arturo Fernández tiene ancho terreno para el lucimiento en ‘Ensayando Don Juan’, parodia orquestada por Albert Boadella

Javier Vallejo
Arturo Fernández y Albert Boadella, en un ensayo de la obra.
Arturo Fernández y Albert Boadella, en un ensayo de la obra.Owain Shaw

Una artista joven e iconoclasta dirige en Ensayando Don Juan una versión pretendidamente vitriólica del Tenorio, y Fernando, veterano intérprete del Comendador, se dedica a ponerla en solfa. Albert Boadella, autor y director de esta función de teatro dentro del teatro, podría haber escrito un diálogo picado sobre la vigencia del personaje del Burlador y sobre la manera pertinente de representarlo hoy, siguiendo el camino emprendido en Controversia del torero y el toro (donde le echaba un capote a la fiesta nacional), pero ha preferido parodiar el discurso y las formas de ciertos directores teatrales, usando como falsilla En un lugar de Manhattan, comedia suya donde también parodiaba a una directora, embarcada en el montaje de un Quijote feminista.

Ensayando a 'Don Juan'

Autor y director: Albert Boadella, a partir del Don Juan Tenorio, de Zorrilla. Intérpretes: Arturo Fernández, Mona Martínez, Sara Moraleda, David Boceta, Janfri Topera, Jesús Teyssiere y Ricardo Moya. Luz: Bernat Jansá. Escenografía: Anna Alcubierre. Teatros del Canal. Hasta el 2 de marzo.

Como en aquel caso, en Ensayando Don Juan el héroe positivo y cargado de razón se enfrenta a una antagonista antipática, que no merece crédito alguno a su autor ni al público, ni sabe qué replicar a las ironías que Fernando va vertiendo sobre su persona. Angélica, la directora, por su caracterización y arrebatos emocionales, parece una caricatura de Angélica Liddell, pero sus periclitadas ideas sobre Don Juan tienen que ver más con las de algún director de la generación de Boadella que con las que sobre nuestros clásicos tienen los buenos directores jóvenes: sirva como ejemplo el Tenorio vibrante, carnal, popularísimo y multitudinario que por Todos los Santos monta anualmente César Barló en el Campo de la Cebada.

Tampoco la figura caricaturizada es tan reconocible y poderosa como para hacerla merecido objeto de burla. El valor de espectáculos muy anteriores pero memorables de Boadella era directamente proporcional a la relevancia y el poder de las figuras e instituciones que satirizaban (el presidente de la Generalitat, la Conferencia Episcopal, la Curia…) y al arrojo cargado de razón que su director mostró escogiéndolas.

Todo esto aparte, el montaje tiene la buena factura propia de la casa y momentos de gracia, sobre todo por la interpretación viva, elegante y resuelta que Arturo Fernández hace de Fernando, versión apolínea y a la medida del raisonneur boadelliano personificado anteriormente por el acomodador de El Nacional y el Pla de La increíble historia del doctor Floit. El actor asturiano le saca chispa a réplicas con las que cualquiera se pillaría los dedos y Boadella le sirve una extensa y luminosa escena final, maravillosamente enmarcada por Bernat Jansá, donde, frente a la encantadora Blanca de Sara Moraleda, su figura emana un halo parejo al de Gassman crepuscular. Janfri Topera está muy gracioso y a sus anchas en su papel de escudero y contrapunto, y Mona Martínez defiende como si de oro fuera un papel de barro cocido. David Boceta hace lo que buenamente puede con el cliché que le endosan y muestra su potencial cuando, contagiado por el Comendador, su Don Juan empieza a decir bien el verso.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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