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Sobre las primarias

Las “primarias abiertas” son aquí y ahora un expediente interesante y útil. Pero son un sucedáneo de unos partidos efectivos

Las elecciones primarias fueron inventada en su día, por obra del “movimiento progresista”, en los USA de principios del s.XX.Con su introducción se buscaba democratizar el funcionamiento de los partidos y la selección de los candidatos. La invención traía causa de la peculiaridad de los partidos USA: a diferencia de los partidos europeos o latinoamericanos los partidos norteamericanos no son asociaciones, y, por ende, carecen de afiliación y membrecía. Además se trata de partidos concebidos exclusivamente como máquinas electorales que operan en el ámbito local, toda vez que tanto las regulaciones constitucionales como las legales configuran unos procedimientos de elección que tienen por espacio físico único el distrito. Los partidos son muy poco más que laxas coaliciones de maquinarias políticas locales integradas por políticos profesionales y sus redes clientelares: no hay asociación, ni militantes, ni aparato, ni dirección nacional efectiva. En esas condiciones la mejor posibilidad de democratizar el proceso de selección de candidatos es la que se adoptó: elecciones sobre la base de censos públicos de inscripción voluntaria, cuya llevanza corresponde a los poderes públicos, de conformidad con una legislación que es administrada por administraciones públicas ad hoc y bajo estricto control judicial. Las primarias son eso.

Obsérvese que las primarias tienen esa configuración porque no hay asociación, ni militantes, ni aparato del partido, ni dirección efectiva del mismo por encima del nivel local. Al no existir afiliación ni militancia no puede haber conflicto entre las preferencias de los electores que se inscriben y las de los afiliados, del mismo modo tampoco puede haberlo entre las preferencias de los ciudadanos que se inscriben y el aparato del partido, ni entre las de aquellos y su dirección. El problema surge cuando el partido es una asociación, que cuenta con afiliación formal y reconocida, organización regular y permanente y dirección efectiva. Porque en ese caso si hay en presencia al menos dos actores necesarios cuyas preferencias no tienen porqué coincidir. La respuesta que se ha dado al problema de la democratización de la selección de candidatos cuando hay partidos en el sentido europeo del término se ha encuadrado en un conjunto de medidas dirigidas a procurar la democratización del funcionamiento efectivo del partido-asociación, lo que mayoritariamente pasa por la selección de candidatos mediante el voto de los afiliados. Las elecciones internas.

La opción del PSOE a favor de lo que llaman primarias abiertas debe, pues, ser matizada: lo que se propone poner en marcha es un procedimiento privado mediante el cual se constituye un censo, asimismo privado, al efecto de celebrar unas votaciones que también lo son. No hay registro público, ni gestión del proceso por administraciones públicas, ni supervisión judicial directa del proceso. La primera consecuencia a extraer de esos hechos es simple: el procedimiento tiene menores garantías que en unas primarias de verdad, y, por ello, es más vulnerable que estas últimas.

Con ser al anterior un defecto serio dista mucho de ser el de mayor relevancia, a la postre para que la fragilidad se revele hacen falta incentivos y aquí y ahora estos operan mas bien en el sentido de la limpieza y corrección del procedimiento. No obstante el defecto fundamental del mismo radica en otra parte. En efecto, nuestros partidos sí son asociaciones, sí cuentan con afiliación, sí hay aparato partidario y sí hay dirección nacional efectiva. Para lo que aquí interesa esos hechos vienen a poner de relieve que es perfectamente posible que al llamar a votación a los simpatizantes, si estos efectivamente concurren, puede darse el caso de que las preferencias de quienes no son miembros del partido se impongan a las que sostienen quienes sí lo son, en cuyo caso el conflicto está servido. De hecho algo de eso ya pasó en los tiempos de los señores Almunia y Borrell. Es cierto que no tiene porqué suceder, pero poder suceder vaya si puede.

Lo que me parece más interesante del experimento de las “primarias abiertas” es lo que esta implícito en su mismo diseño: si para democratizar la selección de candidatos y abrir el partido a la sociedad las primarias son necesarias, ello es debido a que el partido-asociaciòn, su aparato y su dirección no funcionan satisfactoriamente, o no funcionan en absoluto. Si dos de las funciones capitales de los partidos son precisamente la selección y suministro de personal político y el operar como red de comunicación entre sociedad civil e instituciones de gobierno, el recurso a las “primarias abiertas” acredita que el partido realmente existente hace mal, o no hace en absoluto, ni lo uno ni lo otro. Que quienes no son afiliados decidan quienes van a ser candidatos del partido, e incluso quien va a ocupar la dirección del mismo, acredita sencillamente que los partidos realmente existentes no cumplen mínimamente al menos algunas de las funciones que son su razón de ser. Y es ahí donde se halla la raíz del “No nos representan”. Si no me equivoco, naturalmente.

Concluyendo: las “primarias abiertas” son aquí y ahora un expediente interesante y útil. Pero son un sucedáneo de unos partidos efectivos, lo que las primarias implican es la obsolescencia del modelo de partido, de lo que en los manuales se llama del partido catch-all. O los partidos ponen en marcha su propia reforma o las “primarias” se llevarán por delante afiliados, aparato y dirección. Y si no al tiempo.

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