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crítica | clásica
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El canto elegante

El barítono estadounidense Thomas Hampson y la Ámsterdam Sinfonietta ofrecen un interesantísimo concierto en el Teatro Real

Dos juegos de correspondencias, a cual más interesante, enmarcaron el interesantísimo concierto del barítono estadounidense Thomas Hampson y la Ámsterdam Sinfonietta, ayer en el teatro Real de Madrid. La primera asociación, que llenaba la primera parte del programa, unía una obra de juventud de Schoenberg con una de madurez de Brahms. El primero defendía en su libro El estilo y la idea el carácter progresivo de la obra del segundo. Escuchando los Cuatro cantos serios, de Brahms, a continuación de la Noche transfigurada, de Schoenberg, las complicidades saltan a la vista. Los dos compositores viven y sienten las mismas inquietudes. Tienen raíces comunes.

THOMAS HAMPSON

Con la Amsterdam Sinfonietta. Obras de Schoenberg, Brahms, Barber, Schubert y Wolf. Teatro Real, 6 de febrero

En la parte final del concierto se intercalaron canciones de Schubert y Wolf. Fue muy estimulante ligar la espontaneidad melódica del primero con la componente intelectualmente expresiva del segundo. Todo estaba muy pensado en el programa. E interpretativamente muy rodado. Desde el 25 de enero van de un sitio a otro con la misma propuesta. Han estado en Munich, Ámsterdam, Hamburgo, Dublín o la Sociedad Filarmónica de Bilbao antes de desembarcar en Madrid, y aún harán escala en Oviedo y Lisboa esta semana. Hampson es un barítono elegante y se encuentra en un estado de serena madurez. (En marzo hace su primer Wozzeck en el Metropolitan de Nueva York con Levine, en abril comparte con Renée Fleming la cabecera de cartel para “Arabella” en el Festival de Pascua de Salzburgo con Thielemann).

Su Brahms desprendió profundidad, su Barber melancolía y su incursión en Schubert y Wolf una envidiable sabiduría. Caso aparte fue su Mahler, ya en la segunda propina, que nos trajo el recuerdo de su integral en Ámsterdam en 1992 dentro de un inolvidable Festival dedicado al compositor. Candida Thompson dirigió con precisión una orquesta de cuerda mayoritariamente femenina. Los arreglos de David Mattthews permitieron su lucimiento en todo momento.

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