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Tres días con Falla en Madrid

Josep Pons, director de la orquesta del Liceo, vuelve al Auditorio con la legendaria ‘La Atlántida’

Josep Pons, director de la orquesta del Liceo, vuelve al Auditorio con la legendaria ‘La Atlántida’.
Josep Pons, director de la orquesta del Liceo, vuelve al Auditorio con la legendaria ‘La Atlántida’.CONSUELO BAUTISTA

La Atlántida existía dentro de mí desde los años de la infancia. En Cádiz, mi ciudad natal, se me ofrecía el Atlántico a través de las columnas de Hércules y mi imaginación volaba hacia el más bello Jardín de las Hespérides”, decía Falla en una de sus cartas. Con esta ensoñación comenzaba una obsesión grabada a fuego en su alma, una inquietud por una ciudad legendaria que le llevaría a intentar ponerle música en una cantata escénica. Más de 20 años le llevó la empresa, y murió sin acabarla. Esta partitura mística y épica llega este viernes al Auditorio Nacional de la mano de Josep Pons, que vuelve como el hijo pródigo a la Orquesta Nacional de España para afrontar una de sus obras fetiche.

“He convivido con la obra de Falla durante toda mi vida profesional. Este Falla maduro me ayuda a comprender al Falla último, a adentrarme en su pensar. Es una obra que amo mucho, debo ser de los pocos. Es una obra muy compleja, y la gente suele esperar algo que le recuerde a El amor brujo, pero en toda la obra no hay ni un atisbo de música de raíz flamenca”, dice Pons. La Atlántida es un monumento que es en sí una narración con texto de Jacinto Verdaguer, no está pensada para ser llevada al escenario. Una obra que empieza con unas escenas épicas y mitológicas con titanes y Hércules cruzando una península Ibérica que era el fin del mundo, para dar paso a la historia de Colón y el descubrimiento de América, una reina Isabel la Católica que sueña con un nuevo continente desde La Alhambra y un final que suena casi a una misa de coronación.

“En esta obra, Falla tiene un pensar germánico, austero. En la concepción de la obra hay homofonía en el coro, como una mole granítica. El color de la primera parte es una paleta de grises, pero de una enorme belleza”, dice el director. Para este concierto en el Auditorio se acompaña de un grupo de solistas capitaneados por María Espada, el Coro Nacional y el de RTVE y la Escolanía de Los Rosales. Sobre el papel del coro, Espada dice que es “de una complejidad exagerada, y que al público le va a llegar una grandiosidad tremenda, fruto de algo mítico y fantástico”. Su parte encarnando a la reina Isabel es un momento de tregua que describe un sueño de la monarca en el que ve una paloma que simboliza a Cristóbal Colón.

En esta colosal obra, según Pons “injustamente olvidada”, se cruzan las músicas arcaicas de una era que no podemos ni llegar a imaginar, un guiño al compositor de la contrarreforma Tomás Luis de Victoria, partes para coro áridas y sobrias, hermosas partes para las voces femeninas revestidas de misticismo y un gran final en forma sacra casi insuperable a través de su Salve. “Sabemos de Falla que era un hombre profundamente religioso, de misa diaria. Y por eso es extraño que nunca decidiera componer ninguna pieza religiosa. El final de La Atlántida es como la gran misa que nunca escribió, y nos hace soñar con cómo sería la música sacra que podría haber compuesto”, dice el director.

La Atlántida. Viernes, sábado y domingo en el Auditorio Nacional. Entradas: de 8 a 36 euros.

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