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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Delicada hermosura

Cass McCombs ofreció en la noche del jueves un concierto hermoso, intimista y cálido aunque no amodorrante

Un artista clásico en un contexto clásico: un club. Cass McCombs, californiado de escasa relevancia comercial en España, país que pese a todo visita en gira con cierta frecuencia, ofreció en la noche del jueves un concierto hermoso, intimista y cálido aunque no amodorrante que en apenas hora y media dejó a sus seguidores en ese punto en el que restan ganas de seguir escuchando esa música que tanto disfrute ha provocado. Medida justa en la que no sobra ni una nota, rúbrica idónea mediante un “County line” que aúna parte de los deliciosos aportes de un músico cuyas canciones reflejan una vida vivida entre preguntas y tormentas. Vivir duele aunque ese dolor puede expresarse con belleza. Suena tópico, pero solo de repetirlo cada vez que un artista transita por estos caminos.

FOLK

Cass McCombs
Apolo (2)
23 Enero 2014

No fue preciso mucho equipaje para tal viaje, apenas un trío de apoyo con la definitiva aportación de la guitarra slide para alargar notas en una evocación melancólica. Era el regusto country, una de las patas del sonido de McCombs, presidido por una forma de tocar y encarar las canciones que siempre se mantiene distante de la tensión. Pero al margen de este caminar apacible, que no cansino o átono, Cass tiene un manifiesto poso melódico que lo acerca al pop, una intención que no le aleja del rock pese a no precisar de crispación y un aire genéricamente folk que le sitúa en línea con artistas de regusto clásico como él mismo, ya sea Lou Reed por la forma de cantar algunos temas, ya sea Gram Parsons por su entorno estético, ya sea Will Oldham por su proximidad generacional y estética o a Allman Brothers por los trenzados de guitarra. Cantautor de camisa de cuadros, huidizo, que en hora y media apenas se dirigió al público y que concentró todo su parlamento en la despedida, la suya fue una actuación sin truculencias, directa, emotiva.

En su repertorio, que en su estructura central mantiene una guía común en todos sus conciertos con variaciones en cada ciudad, se sustentó en temas de su último disco, “Big wheel and others', sin dejar de hacer guiños a “Catacombs”, uno de sus discos más cautos y celebrados. Fue el caso de la pieza final, la aludida “County line” expresada en una versión ampliada y de “Dreams-Come-True Girl”, otra preciosidad propia de un artista con distintos registros, nada reiterativo y doliente, aunque no en el sentido paródico. Un concierto bonito hasta decir basta.

 

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