La presidenta de la Junta anuncia el impulso del sector de la construcción

En la última campaña electoral, el entonces líder del Partido Popular, Javier Arenas, apostó por la denostada construcción para crear empleo en la comunidad. Le llovieron críticas desde la izquierda por levantar la bandera del ladrillo. Ayer, en la primera comparecencia de la presidenta de la Junta, Susana Díaz, en el Parlamento para rendir cuentas de sus 137 días de gestión, la socialista apostó por revitalizar este sector de donde fueron expulsados unos 600.000 trabajadores andaluces, casi la mitad de los parados de la región. “Vamos a rescatar la construcción”, proclamó desde la tribuna. Lo que no dijo Díaz es cómo. Su propuesta pasa por reunir a empresas constructoras y del sector energético, instituciones públicas, entidades financieras, organizaciones empresariales y sindicales en torno a lo que llamó “mesa de la construcción sostenible” con el fin de encontrar nuevas oportunidades y mercados tanto dentro como fuera de Andalucía.

Díaz puso límites al resurgir de esta actividad que hizo posible que en el 2007 el paro en Andalucía fuera de apenas el 12%, frente al 36% de ahora, pero que ha dejado más de 700.000 viviendas vacías. “Construcción sí, especulación no”, proclamó. Como preámbulo de su propuesta, la presidenta de la Junta esgrimió dos estandartes: la demolición del hotel Algarrobico —cuya licencia fue concedida por un Ayuntamiento socialista, con el visto bueno de la Junta de Andalucía— y la finca La Almoraima. Para la mole construida casi a pie de playa en el parque de Cabo de Gata, Díaz rescató la idea de la exministra Rosa Aguilar, en 2011, de ligar la demolición del enorme esqueleto de cemento y la recuperación del entorno a un plan de empleo en la comarca. Respecto a La Almoraima, defendió la extensión de la protección de toda la finca —a la que ahora escapa un 10% de sus 14.000 hectáreas—, puesta en venta por el Gobierno central.

Esta fue la principal novedad de un debate, donde el foco estaba también puesto en el estado de forma del PP, el principal y único partido de la oposición. Cuando los diputados se despidieron en Navidad, todos pensaban que el PP resolvería antes de la próxima sesión su situación de interinidad. No ha sido así, por lo que de nuevo Juan Ignacio Zoido, con más disciplina que ganas, fue la voz del grupo popular.

Díaz le ofreció una batería de media docena de pactos, a sabiendas de que el presidente del PP tiene fecha de caducidad —cada vez más próxima a cumplirse— y que será otra persona la que gestionará los tiempos, los ritmos y la estrategia de relación del PP con la presidenta socialista. Tampoco Zoido sabe a estas alturas quién es el elegido, por lo que no pudo actuar como correa de transmisión del desconocido nuevo líder.

El primero de los acuerdos ofrecidos por Díaz fue sobre la regeneración política, aunque con una premisa: “Que las medidas de control y transparencia que ya ha adoptado la Junta las adopten las instituciones gobernadas por las fuerzas que suscriban el acuerdo”. Las otras líneas de acuerdo afectan al reparto de los fondos europeos, la distribución del dinero de la Política Agraria Comunitaria, la reforma del sistema de financiación, la reclamación al Gobierno central de un plan de empleo y la conexión del puerto de Algeciras con el corredor ferroviario.

Zoido pasó de puntillas por esta carta de acuerdos y, respecto al que afecta a la corrupción —de nuevo Díaz aludió al “bochornoso caso de los ERE”—, el popular dijo: “¿Pacto por la regeneración? Usted lo que quiere es borrón y cuenta nueva”. El también alcalde de Sevilla recordó que el “único partido condenado por financiación ilegal en España” ha sido el PSOE y que los dos últimos presidentes de la Junta “han salido corriendo” por los ERE.

En la réplica, la socialista evitó superar al portavoz de su grupo, Mario Jiménez, que se empleó a fondo en su papel de defensa central contra el popular, al que despidió de la siguiente forma: “El juez de la lengua larga y la toga corta se va con su equipo directo marcado por la corrupción”, en alusión a la investigación judicial abierta en el Ayuntamiento de Tomares, dirigido por el secretario general del PP, José Luis Sanz.

Zoido intentó ningunear la comparencia de Díaz, quien se comprometió en su investidura a rendir cuentas en el Parlamento cada seis meses. Para él, la gestión de la socialista se caracteriza por la “teatralidad”, el “lucimiento” y las fotos.

Díaz se apuntó a la tesis de que en 2014 se creará empleo en la comunidad, “aunque sin descartar algún retroceso puntual” y se mostró dispuesta a llegar a acuerdo con las grandes empresas del país para que inviertan en Andalucía. Otra de las incógnitas que despejó fue el horizonte de la futura concertación social. En el primer trimestre del año se diseñará un “nuevo modelo más acorde con las necesidades” actuales con “nuevos actores y protagonistas”.

En el capítulo de la autocrítica, Díaz admitió implícitamente el deterioro de los servicios sanitarios, especialmente, los de urgencias. Para evitar el “colapso” se contratará personal de apoyo.

A lo largo del debate, la reforma del aborto propuesta por el Gobierno central estuvo muy presente. Díaz la calificó de “tercermundista” y los diputados de IU lucieron camisetas con la leyenda de “aborto gratuito, seguro y libre”. El portavoz de IU, José Antonio Castro, instó a la jefa del Gobierno andaluz a promover “un vendaval legislativo”. PSOE e IU acordaron en el pacto de gobierno 28 nuevas leyes, pero ninguna ha llegado a la Cámara.