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La reducción de la población activa explica el descenso del paro

La emigración y el desánimo en la búsqueda de empleo, claves de la mejora

Fila de parados en una oficina de empleo de Valencia.
Fila de parados en una oficina de empleo de Valencia.tania castro

El paro registrado a final de este año será menor del que había 12 meses antes por primera vez desde que empezó la crisis. El dato ha venido siendo anticipado por la Generalitat en línea con el mensaje del Gobierno de Mariano Rajoy. La última cifra disponible, de noviembre, ya apuntaba a un descenso de 13.321 desempleados en las personas apuntadas a las oficinas valencianas del INEM respecto a un año antes, hasta los 561.618. Y probablemente la bajada será algo mayor. Una línea descendente, aunque no del todo regular, que se observa desde que el desempleo registrado se acercó mucho, el pasado febrero, a la monumental cifra de 600.000 parados.

El tono muy optimista del Consell no encaja, sin embargo, con los indicios disponibles sobre los motivos de esa reducción del paro registrado, que apuntan a que no se están creando puestos de trabajo, sino que hay menos personas buscándolo.

La coyuntura

El año cerrará con menos parados registrados de los que tenía cuando empezó. Hasta noviembre eran 13.300 menos y probablemente se reducirán algo más.

La caída de parados era inferior, hasta el tercer trimestre del año, al descenso del número de personas que tenían empleo, y al del número de activos, según la última oleada de la EPA.

La afiliación a la Seguridad Social seguía en noviembre en niveles negativos (un millar menos) respecto al mismo mes de 2012.

La población total de la Comunidad Valenciana se redujo en 2012 en 15.000 personas, según la revisión del padrón municipal realizado por el Instituto Nacional de Estadística.

No se pueden cruzar indicadores, porque cada uno sirve para medir elementos distintos, advierten los expertos. Analizarlos todos permite, sin embargo, obtener un retrato más fiable de qué está sucediendo en el mercado de trabajo. La última Encuesta de Población Activa (EPA), relativa al tercer trimestre —para la publicación de la que resumirá el año aún faltan varias semanas—, revelaba que el pequeño descenso del paro (-800) experimentado para entonces respecto a un año antes se había producido en paralelo a una caída muy superior del número de valencianos que estaban trabajando (-18.900). Y que la explicación a esa diferencia había que buscarla en una reducción aún mayor de la población activa (aquella que o está trabajando o está en disposición de hacerlo), que alcanzaba a 19.700 personas.

La reducción de activos se concentraba en los tramos de población de 20 a 24 años y, sobre todo, de 25 a 54, apunta Matilde Mas, catedrática de Análisis Económico. La franja de edad que mejor responde al perfil del nuevo emigrante.

Francisco Pérez, director del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) se inclina por pensar, a falta de que los indicadores lo confirmen, a que el primer año desde el inicio de la crisis que concluirá con un descenso de parados se explica por el descenso de la población activa. Tanto como consecuencia del saldo migratorio como por el desánimo de quienes buscaban empleo y han dejado de hacerlo. Otra pista en ese sentido es que el descenso del paro registrado no se ha visto acompañado hasta el momento por un aumento de la afiliación a la Seguridad Social, que hasta noviembre seguía en tasas interanuales negativas.

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La explicación del descenso de la población activa, al menos a corto plazo, continúa Pérez, disipa las interpretaciones triunfalistas sobre el descenso de parados. Pero no tiene por qué ser negativo. Al margen del esfuerzo personal que implica salir del país, la emigración actúa como válvula de escape que permite rebajar la tensión social y contribuye a disminuir el gasto público asociado al desempleo. Pero también permite a los emigrantes, “sobre todo a los más cualificados”, completar su capital formativo con una experiencia laboral que aquí no está disponible. Un tipo de bagaje en el exterior que, en caso de que regresen, puede ser especialmente valioso para las empresas valencianas.

La mejora de las exportaciones y otros indicadores, incluida la tendencia del paro registrado, apuntan a que la economía valenciana ha tocado fondo después de ser la más perjudicada de España, en términos de PIB, desde que empezó la crisis.

Los mismos indicadores hacen prever, sin embargo, que a partir de ahora la recuperación será lánguida y el deshielo del enorme glaciar de parados (701.300 según la última EPA) será lento. Y la pregunta, comenta Mas, “es cómo vamos a ser capaces de absorberlos”.

“Hemos estado años destruyendo empleo y hará falta tiempo para recuperarlo o para pensar en volver a niveles anteriores a la crisis. Aunque la situación es distinta: no es lo mismo estar parado sin tener esperanzas que ver que la cosa empieza a mejorar”, afirma Lorenzo Serrano, profesor de Análisis Económico. Ese cambio de tendencia puede provocar, paradójicamente, añade Serrano, algún retroceso en el proceso de mejora. El cambio de ciclo puede mover a gente que se ha desanimado en la búsqueda de empleo a volver a hacerlo, y también a otra que ha emigrado a regresar, augura. En una especie de venganza de la población activa.

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