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Guerra que no es videojuego

El montaje ‘Archipiélago Dron’ recala dos fines de semana en la Cuarta Pared Reflexiona sobre las realidades enmascaradas de nuestro tiempo

Sergio C. Fanjul
Tres de los intérpretes de 'Archipiélago Dron' durante la función.
Tres de los intérpretes de 'Archipiélago Dron' durante la función.

Lo último que hemos sabido de los drones, los aviones no tripulados, es su posible utilización para transportar paquetería, como baraja la compañía Amazon. Una utilidad pacífica y que puede sonar futurista, o ridícula, o a pura ciencia ficción. Lo que no es ciencia ficción sino una realidad es la frecuente utilización de los drones para ataques selectivos contra supuestos líderes de Al Qaeda y otros yihadistas en Yemen, Somalia o Pakistán durante las legislaturas del presidente Barack Obama, a la sazón premio Nobel de la Paz. Sus víctimas se cuentan en más de 4.000, entre las que se incluyen civiles.

De estos drones y todo lo que les rodea trata la obra teatral Archipiélago Dron, de Nuevo Teatro Fronterizo. “Hablamos del peligro de la guerra telemática, tan parecida a un videojuego, de la evasión de responsabilidades que se produce cuando no vemos las consecuencias de nuestros actos”, explica la directora Eva Redondo (también escritora de la obra junto a Enrique Torres y los hermanos Quique y Yeray Bazo). “Dron” por los aviones, y “archipiélago” por la estructura de la obra, sacada de un ejercicio de los talleres que el reputado dramaturgo José Sanchis Sinisterra imparte en La Corsetería, sede del Nuevo Teatro Fronterizo que él mismo fundó. Este archipiélago está formado por unas “islas”, unas escenas, a las que los espectadores, repartidos en diferentes grupos, van asistiendo de manera secuencial y fragmentaria. Todo cobra sentido en el cerebro del que mira y que combina estas pequeñas pinceladas narrativas para construir el gran (y en este caso, terrible) cuadro.

En Archipiélago Dron doce actores representan ocho escenas en las que se implica toda la cadena del dron: “Están los políticos que utilizan un lenguaje cada vez más técnico, que va tan al detalle que ya no dice nada”, explica Redondo, “los pilotos de drones que los manejan como si fueran un videojuego, los periodistas que acaban cambiando sus crónicas por la presión de sus jefes o los científicos, algo surrealistas, que quieren adiestrar a un mono para pilotar un dron. También las víctimas inocentes, las únicas que aportan algo de luz”. La obra está en cartel desde ayer durante seis únicas funciones, en dos fines de semana, en la sala Cuarta Pared (Ercilla, 17). Se presentó el verano pasado, con gran éxito, en el festival de artes escénicas alternativas Fringe13, en la enorme Nave 1 de Matadero: en aquella ocasión el público se dividía en cuatro grupos que iban presenciando las escenas. En este caso, debido a las características de la sala se reduce a dos paréntesis.

La obra surge del Collaboratorio de La Corsetería, donde un grupo de actores y dramaturgos se dedica “a la investigación teatral pura y dura”, según dice Sanchis Sinisterra. “Se producen sinergias muy estimulantes”, continúa, “y de vez en cuando salen ideas. Pero esta es la primera y más rotunda producción que sale de ahí”. En La Corsetería también interesan las relaciones entre el teatro y la filosofía, la ciencia o el arte, o reivindicar el teatro de otras latitudes o el que brota en la calle. Y “todo sin ninguna ayuda oficial”, recalca Sinisterra. Por cierto que esto de la fragmentación es una cosa actual, con la avalancha constante de estímulos del mundo contemporáneo, una realidad hecha pedazos. “Bueno, en realidad no es tan nuevo”, explica el dramaturgo, “la propia experiencia cotidiana es fragmentaria, caótica y nada aristotélica. Pero esto, la aparente falta de argumento o trama causal, ya viene de lejos, por ejemplo del teatro de Strindberg”.

Otra cosa muy actual es la elección de un tema sociopolítico, temática en resurgimiento al calor de la terrible coyuntura económica, cuando antes no estaba tan bien vista. “La vuelta a estos temas es una cosa que ya noto en los talleres. Tal vez sea la única cosa buena de la crisis, que podamos escapar del eterno tema amoroso y ocuparnos en otras cosas, como lo que pasa en la sociedad”, opina Sinisterra. El tema político que, precisamente, está muy presente en los espacios teatrales que rodean a La Corsetería en el barrio de Lavapiés y alrededores, como en el nuevo Teatro del Barrio o en la programación que Juan Diego Botto realiza para la sala Mirador. De hecho, los pequeños espacios del barrio planean asociarse y colaborar, cosa con la que el dramaturgo está completamente de acuerdo: “Ya está bien de levantar grandes pirámides y monumentos al ego, debemos empezar a trabajar en red”.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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