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Las llamas se ceban en pleno diciembre con los bosques protegidos

Un incendio engulle más de 300 hectáreas en el Parque Natural do Xurés

Los servicios de extinción luchan contra el fuego
Los servicios de extinción luchan contra el fuegoNACHO GÓMEZ

A los incendios forestales no les amedrenta el invierno. Lejos de ello, campan por él aprovechando las condiciones de escasa humedad que genera el frío intenso en zonas de vegetación con alto poder de combustión y se crecen en los días ventosos. En lo que va de invierno varios fuegos han devorado ya parajes naturales protegidos (la semana pasada en Pena Trevinca, incluida en Red Natura, y en Vilariño de Conso, en la puerta de entrada al Parque Natural do Invernadeiro, en el Macizo Central ourensano) y otras zonas de monte bajo como la de Oleiros, en Ribeira, o el monte de Chamorro, en Ferrol. El martes a las 19 horas las llamas se hicieron fuertes en Prado do Limia (en el municipio ourensano de Muíños). Se apoderaron del valle del río Salas, en pleno Parque Natural do Xurés calificado como Reserva de la Biosfera; un espacio considerado como una de las joyas medioambientales de Galicia en el que aún pervivían bosque y flora autóctonos consolidados, verano tras verano, sobre lo ya ardido, frente al páramo de la montaña quemada que lo preside. A falta de efectivos contraincendios —la Xunta acabó enviando ocho agentes forestales, 14 brigadas, ocho autobombas y dos aviones— los vecinos volvieron a sacudir las llamas con sus manos y sus aperos domésticos. No durmieron.

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 A última hora de ayer, el fuego había engullido más de 300 hectáreas de esta reliquia ecológica. “Los incendios no tienen fecha fija por más que la Consellería de Medio Rural prescinda durante casi todo el año de la mayor parte de las brigadas”, sostiene el presidente de Amigos da Terra en Galicia, y trabajador forestal, Xosé Santos, para explicar que la Xunta considera época de máximo riesgo “solo el periodo comprendido entre el 1 de julio y el 31 de septiembre”.

Durante esos tres meses de verano, Medio Rural cuenta con un dispositivo de lucha contra el fuego de unas 6.000 personas que el resto del año se reduce a los 1.500 trabajadores fijos de esta consellería “a los que hay que descontar el personal de vacaciones y libranzas”. Se genera así, en opinión del presidente de Amigos da Terra, una situación de “falta de oportunidad” del servicio que, de otra forma, “podría ser mucho más efectivo”. Para sofocar el incendio de hace unos días en Pena Trevinca la Xunta destinó a esta zona protegida tres brigadistas: ardieron 50 hectáreas. En estos meses del invierno, las brigadas están integradas “por entre uno y tres trabajadores”, precisa el ecologista. El vecindario asume las tareas como puede.

Los fuegos del invierno, como los del verano, no se producen porque sí. No se revuelve la naturaleza contra sí misma (salvo en el caso de tormenta con rayos, que no se ha dado en estos últimos meses). Los incendios son provocados. Los expertos en medio ambiente atribuyen los de este frío diciembre en las zonas montañosas gallegas al “interés por dar salida al pasto” —y también “al interés de algunos cazadores”— lo que supone “la demostración” de que los incendios forestales son constantes durante todo el año “cuando hay condiciones meteorológicas que los favorecen”, como el frío seco de estos días en el interior de Galicia con el viento y las “deficientes labores de extinción” soplando a su favor.

A mediodía de ayer, en el valle caducifolio, protegido y muy clasificado, en la ladera del río Salas, las llamas insistían en hacerse un canal hacia los picos de Fontefría, las montañas más jóvenes de Galicia, que lo presiden. “El desastre ecológico podría haber sido mayúsculo”, sostiene Santos, preocupado por la peste incendiaria que asola Galicia. Según datos del Ministerio del Interior, en lo que va de 2013 los incendios generados en esta comunidad supusieron el 36% de los registrados en todo el Estado. Las llamas arrasaron en Galicia el 33% de la superficie calcinada en España.

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Se quemaron 17.000 hectáreas (7.000 de ellas de zonas arboladas) con los 3.246 incendios registrados. Mientras tanto, “en Navarra están muy preocupados porque les han ardido 300 hectáreas de arbolado”, contrapone Santos las “sensibilidades medioambientales”.

Su denuncia sobre la escasez de medios forestales de la Xunta la suscribe el alcalde de Muíños, Plácido Álvarez, del PP. El regidor comprobó cómo sus vecinos se pertrechaban ayer con lo que tenían a mano para intentar aplacar las llamas que intentaban meter un pie en los núcleos de población de Alvite y Reparade, azuzadas por el viento tras haber engordado con los pinos y robles que habían encontrado ya a su paso. “Se echaron de menos” los efectivos contraincendios de Medio Rural, lamentó también el alcalde. La Consellería de Medio Rural, que desplazó a la zona a la directora general de Conservación da Natureza y al subdirector general de Prevención e Defensa contraincendios, insistió en centrar el problema en una cuestión de orden público —de persecución de los que prenden fuego al monte— e instó a los vecinos a que vigilen y denuncien.

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