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el órdago soberanista

Mas toma el control de la negociación sobre la consulta en el mes decisivo de su legislatura

El Gobierno catalán augura que los partidos apurarán hasta el último día para anunciar la pregunta y la fecha del referéndum

Reunión semanal del gobierno catalán presidida por Artur Mas.
Reunión semanal del gobierno catalán presidida por Artur Mas.MASSIMILIANO MINOCRI

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, se enfrenta a tres semanas decisivas para la legislatura: en estos días debe lograr que todos los partidos que defienden la consulta (CiU, Esquerra, Iniciativa y la Candidatura d’Unitat Popular) pacten una pregunta y una fecha para el referéndum, así como la vía para pedir la votación en el Congreso.

Unas semanas en las que deberá compaginar el proceso soberanista con la aprobación de los Presupuestos de 2014. Mas tiene las cuentas pactadas con ERC, pero los republicanos pueden poner problemas si detectan titubeos en la concreción de la consulta. En el pacto de gobierno que firmó con Esquerra, el presidente catalán se fijó como fecha límite para concretar el referéndum el último día de 2013. El reloj avanza, y a la vuelta de su viaje oficial a India, Mas ha decidido tomar las riendas de la negociación para consensuar una propuesta entre las formaciones. El consejero de Presidencia, Francesc Homs, evitó comentar cómo se concretará el deseo de Mas de liderar el pacto. “El presidente tiene una posición clara y fijada. Pero por encima de todo tiene la vocación de llegar a un acuerdo”, se limitó a decir tras la reunión semanal del Gobierno catalán. Tanto el Ejecutivo como los partidos han ordenado máxima discreción a su militancia.

El Gobierno catalán pide discreción en las conversaciones con los partidos

Las formaciones esperan que Mas las convoque la próxima semana para empezar a trabajar. Según fuentes de ellas, Mas puede adoptar una actitud de “árbitro”: escuchar todas las posiciones y acabar formulando una pregunta que pueda contar con el acuerdo de todos, desde la posición de máximos de ERC y CUP a las reservas de Iniciativa y Unió.

Mas no lo tendrá fácil para lograr el acuerdo: mientras que aquellos dos partidos independentistas quieren que se pregunte explícitamente por la secesión, Iniciativa y Unió quieren una formulación más abierta, que no han concretado. Convergència no despeja la incógnita, y se limita a decir, en palabras del propio Mas, que quiere una pregunta “clara e inclusiva”. En la balanza del presidente catalán no solo está la opinión de los partidos que defienden la consulta. Su entorno está preocupado por el manifiesto desmarque de buena parte de los grandes empresarios del proceso soberanista. Mas también teme el desgaste que puede tener en la sociedad catalana la tensión del proceso: el presidente avisó la semana pasada del peligro de repetir las desavenencias vividas en 2005 con el Estatuto, que lastraron el apoyo al texto. Ayer Homs también mandó un aviso: “Tengo la sensación que la gente empieza a estar un poco harta”, se sinceró el consejero de Presidencia.

Con estas advertencias, Esquerra afronta con recelo las negociaciones, ya que sus dirigentes temen que Mas acabe por sucumbir a los deseos de Iniciativa y Unió y descafeine la pregunta de la consulta en aras del consenso. Los ecosocialistas esperan que Mas negocie con ellos una vez haya pactado con Esquerra qué pregunta proponen ambos partidos.

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Homs: “Tengo la sensación de que la gente está un poco harta”

El presidente catalán tiene previsto apurar el plazo marcado, el 31 de diciembre. En la reunión con la dirección de Convergència que tuvo el lunes, pidió a la dirección del partido que despeje su agenda para los últimos días del año. Homs hizo extensivo el consejo ayer: “Resérvense del 27 al 31 de diciembre. Esto irá para largo”, recomendó el consejero.

La fecha de la consulta será otro debate que estará sobre la mesa, pero se antoja mucho más fácil de resolver. La única incógnita es si pesarán los argumentos del Consejo Asesor de la Transición Nacional (el órgano que acompaña a Mas en el proceso soberanista), que señaló una fecha cercana al 14 de septiembre de 2014 como la más idónea, o se admite la petición de la vicepresidenta del Gobierno catalán, Joana Ortega, que adujo motivos logísticos para pedir la consulta, como mínimo, en noviembre.

Otro escollo es la vía para pedir al Congreso la consulta: hay acuerdo para pedir una cesión de la competencia para convocar referéndums, en base al artículo 150.2 de la Constitución, pero todavía hay discrepancias sobre si debe articularse en forma de proyecto de ley. El último punto a consensuar entre las formaciones es la forma de comunicar el propio acuerdo: la Generalitat descartó ayer que Mas anuncie la pregunta de forma unilateral.

Todos los partidos implicados en el proceso soberanista confían en que habrá pacto. El Gobierno catalán se la juega: si avanza la consulta, tendrá garantizado el apoyo de Esquerra; si el pacto fracasa, la legislatura quedará en el aire y habrá cosechado un sonoro fracaso, como reconoció Homs: “No tenemos otra alternativa que acordar la pregunta. Si no hay pregunta, no hay consulta. Es básico, pero es así. Y si no hay consulta, no hay proceso. Si después de todo, no hay proceso, habremos hecho un ridículo espantoso”.

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