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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

En la dirección del Führer

Un buen trepa no debe esperar órdenes, debe apañárselas para adivinar lo que le habría gustado a su jefe que hiciese

La frase que encabeza este artículo ha sido aducida a menudo para explicar la irresistible difusión de una ideología que conculca los principios más elementales de la humanidad. Se atribuye a un funcionario nazi, quien justificaba sus actividades criminales recurriendo ya no a la socorrida obediencia debida, sino a un principio mucho más difuso: “dem Führer entgegenarbeiten”, “trabajar en la dirección del Führer”. Puede que el origen no esté claro, pero el fundamento es inequívoco. Al fin y al cabo, Rudolf Hess lo había proclamado en 1933 con meridiana claridad como sigue: “Jeder müsse mit den Augen des Führers sehen lernen”, “cada uno tiene que aprender a ver con los ojos del Führer”. No, tranquilícense, no voy a decir que los del Partido Popular son como los nazis. Aunque el miércoles en las Cortes se oyeron expresiones muy gruesas en este sentido —salieron los botiflers y Millán Astray, como si de repente el túnel del tiempo hubiese retrocedido un cuarto de siglo, exactamente el tiempo que cumplía RTVV—, lo cierto es que este tipo de comparaciones resulta absurdo.

En realidad, lo que habrían hecho los nazis en la Comunidad Valenciana es todo lo contrario, seguramente habrían estigmatizado a los diferentes y emprendido una verdadera cruzada en pos de la limpieza étnica. A su manera, chusca y un poco cutre, algunas producciones de la televisión autonómica recordaban las exaltaciones patrióticas de Leni Riefenstahl. Solo que sus directores no lo tenían fácil: esos coros de falleros y falleras, tan del gusto de Canal Nou, no recuerdan ni de lejos a los musculados protagonistas de El triunfo de la voluntad.

Pero ya que no el fondo del asunto, sí me interesa, y mucho, el mecanismo psicológico que subyace al comportamiento de los diputados autonómicos del PP. ¿No les parece curioso que, unos días antes, el 90% del grupo parlamentario se enfrentase a su jefe de filas firmando la petición de indulto de un corrupto y que, antes de ayer estuvieran unánimemente a su lado para cargarse entre todos la RTVV? Trabajar en la dirección del Führer, that is the question. Un buen trepa no debe esperar órdenes, debe apañárselas para adivinar lo que le habría gustado a su jefe que hiciese. Con su proverbial cazurrería gallega, lo expresó claramente Franco cuando aconsejaba a un ministro que no se metiese en política. Y tanto: lo que tenía que hacer es no pensar por sí mismo, limitándose a obrar en la dirección del Caudillo, nuestro Führer de medio pelo. El problema se plantea cuando no está claro quién demonios es el Führer.

¿Es el Führer un morigerado señor de Castellón o un hierático barbudo gallego? Los diputados valencianos del PP lo tuvieron claro. Al fin y al cabo quien va a ponerlos en la lista es el segundo caballero —él mismo con la sombra de Bárcenas pendiendo sobre su cabeza—, no el primero. Para el señor del plasma ni siquiera está claro que haya que combatir la corrupción en la Comunidad Valenciana, pues, según vayan las encuestas, habrá que echar mano de algún que otro imputado. En cambio, resulta obvio que todo lo que coadyuve a consolidar la conciencia autonómica es malo para el proyecto recentralizador en el que anda metido. No se engañen: toda esta desdichada historia de RTVV, que se ha llevado por delante el trabajo de miles de familias, las ilusiones de cientos de estudiantes de periodismo y la recuperación del valenciano, es un partido que se juega en campo ajeno.

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