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Las consecuencias de los recortes

La inversión por estudiante se hunde un 27% en cuatro años

En 2014 Enseñanza destinará 2.675 euros por alumno, mil menos que en 2010

Nil Ferreiro está en primer curso de bachillerato en Olesa de Montserrat y en lo que va de curso ha estado dos semanas sin uno de sus profesores, que se puso enfermo y la Generalitat no envió el sustituto hasta pasados 15 días. “Perdemos muchas horas de clase y ahora que se acercan los exámenes trimestrales es un problema. Aproximadamente hemos dado un tercio del programa que necesitamos para estas evaluaciones”, se queja Nil, temiendo que esto acabe afectando a sus notas y, en un futuro, a la Selectividad. Carla y Rebeca, que estudian segundo curso de un ciclo formativo superior de Estética en Badalona, denuncian la falta de recursos del centro. “Hemos visto cómo alguien se subía a una camilla de masajes y esta se rompía. Las camillas tienen cerca de 10 años y el material no se renueva. Y si algo se rompe, no se arregla”, se quejan las jóvenes.

Estos son solo algunos de los múltiples ejemplos de cómo los alumnos están notando los efectos de los recortes presupuestarios. Y es que desde la llegada de las tijeras a las cuentas públicas en 2011, el gasto por alumno no universitario ha caído un 27%. Si en 2010 la Generalitat destinó 3.670 euros por estudiante, con los presupuestos previstos para 2014 el importe caerá hasta los 2.675 euros. La cifra surge de dividir la dotación del Departamento de Enseñanza entre todos los estudiantes del sistema no universitario. La Generalitat acostumbra a dar un importe superior de este gasto porque en sus cálculos no incluye la totalidad de estudiantes (deja fuera el régimen especial, que incluye las escuelas oficiales de idiomas). Este descenso se explica por el hachazo presupuestario que ha sufrido la educación no universitaria —1.076 millones menos, un 20,6%, en cuatro años—, en un periodo en que los alumnos han aumentado en 110.000.

El departamento tiene 1.076 millones menos y 110.000 alumnos más

Ningún ámbito —desde las guarderías a la FP, de los docentes a los centros— se ha librado del recorte. Desde 2010 hay 3.000 profesores menos, según el banco de datos de la ocupación pública. Los que trabajan, lo hacen más horas, con menos sueldo y teniendo que atender a más alumnos. “Los profesores van muy estresados con la cantidad de trabajo que tienen y no pueden atender adecuadamente a tantos alumnos”, se queja Nil, que comparte aula con 32 compañeros, cuando hace un par de años eran 28. Un día, explica el estudiante, llegó a clase y se encontró que no había pupitres suficientes. “Tuve que ir a buscar una mesa a otro sitio, pero las aulas son muy pequeñas y no cabíamos”.

Cuando se pregunta a escuelas o alumnos cuál de los múltiples recortes les afecta más, hay un clamor unánime contra la no cobertura de las bajas del profesorado —salvo contadas excepciones— hasta pasadas dos semanas. Cuando se produce una baja, Carla y Rebeca no tienen clase y se marchan a casa. “En nuestro instituto también se imparte la ESO, así que los profesores de guardia priorizan estos cursos, porque los alumnos son menores de edad y a nosotros nos dejan ir. Además nuestras materias son demasiado específicas y no las puede impartir cualquiera”, se quejan. Entre bajas, huelgas y festivos, las estudiantes calculan que solo reciben el 80% de las horas en todo el curso. “Son horas perdidas que no las puedes recuperar”, deploran.

Las escuelas también denuncian recortes de entre el 10 y el 15% de los recursos, así que han tenido que dejar de hacer el mantenimiento o de renovar el material. “Y en cambio tenemos que pagar 360 euros de matrícula de la FP, además de cerca de 600 euros por el material. Más que una educación pública es concertada”, sentencia Carla.

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