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El latido de un país

El concurso de bandas de música reúne en Santiago más de mil intérpretes y muestra el resurgir de estas formaciones

El concurso de bandas de música
El concurso de bandas de músicaÓSCAR CORRAL

Cuenta el compositor Rogelio Groba en sus memorias que su padre era sordomudo, pero que le entusiasmaba la música. El padre de Groba disfrutaba y sentía la música porque le hacía vibrar a través de los latidos del corazón. Los Groba proceden de Guláns, una aldea de Ponteareas donde la banda de música es una institución y en su día, el hoy compositor vivo más relevante de la música gallega, también fue un niño de la banda. Varias décadas después la vigencia de las bandas se refleja en los más de 5.000 músicos federados que hay en Galicia. A lo largo del pasado fin de semana, más de mil de estos músicos han pasado por el Auditorio de Galicia de Santiago para disfrutar de su gran fiesta anual: el Certame Galego de Bandas de Música, que cumplió este año su séptima edición y se ha convertido en la gran fiesta de la música popular.

Por los pasillos del recinto están charlando Sofía y Sara, tienen once años, visten elegantemente y tocan la trompeta y el violoncelo en la Banda de Valga. “Esta semana trabajamos mucho para el certamen porque ensayamos casi todas las tardes unas cinco o seis horas”, explican casi a dúo estas dos niñas parlanchinas que tienen más hermanos en la banda y disfrutan a tope del certamen. Con ellas vienen familiares, amigos y buena parte del pueblo.

El ambiente que se vivía este domingo en el concurso refleja lo que son actualmente estas formaciones, repletas de chavales jovencísimos con una media de edad que no llega a la veintena, cargados de entusiasmo y con una sólida formación. Todos perfectamente uniformados y arrastrando maletas de instrumentos desde los autobuses aparcados en los alrededores del recinto, con los rótulos de pueblos con nombres que evocan música, como Vincios, Bandeira, Vilatuxe o Valga.

Las bandas compiten en tres secciones diferentes, la tercera en la que entran formaciones hasta 50 músicos, la segunda hasta 70 músicos y la primera, para las que rebasan esta cifra. Cada una toca tres temas, uno de ellos es el tema ganador de un concurso de composición en el que se promueve un nuevo repertorio gallego. El sábado se celebró el concurso de la tercera y segunda sección donde los vencedores fueron la Banda de Vilatuxe y la de Santa Cruz de Ribadulla.

Pero, sin duda, el día grande fue ayer domingo, con el concurso de la sección primera, con grandes formaciones que algunas no entran en un autobús. El éxtasis llega en el momento de la entrega de premios cuando la presentadora, la escritora Marta Dacosta, pronuncia ante un Auditorio abarrotado el nombre de San Martiño de Salcedo, formación ganadora, procedente de esta parroquia del Concello de Pontevedra. Sus componentes estallan de júbilo y celebran con risas y gritos de alegría el veredicto del jurado.

A pocos metros contempla la escena un señor de cierta edad repantigado en una butaca con su gorra y su bastón. Se llama Bautista Mazás, tiene 83 años y es originario de Brántega en Agolada. Cuando tenía 12 años tocaba el fliscorno en la banda de música de su aldea que ahora ya no existe. Han pasado más de 70 años y Bautista le ha pedido a su hijo que lo traiga a ver el certamen. “Yo no tengo ninguna banda a la que apoyar pero es el segundo año que vengo y disfruto mucho. Las bandas nunca pasan de moda, ahora están llenas de chavalada pero tocan muy bien”, observa el señor Bautista. A él empezar a tocar en la banda de su aldea le valió después para ser músico profesional, y tocar durante años la trompeta en una orquesta, “la Nueva Estrella de Melide, cuando se ganaba mucho dinero como músico”, rememora.

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Al lado del señor Bautista pasan niños con abuelos, jóvenes mamás y en el auditorio se mezclan las sonrisas y la alegría que trae la música y la banda. Como si fuese un domingo por la mañana en el campo de la fiesta, los une la pasión por la música y el orgullo de representar a su pueblo. “Las bandas somos parte de la historia que nos configura como pueblo”, proclama Lucía Carreira, la presidenta de la Federación de Bandas de música, en el discurso de entrega de premios, al tiempo que lanza una crítica a la Xunta: “si no hay colaboración y la Federación tuviese que volver a asumir el 50% del certamen, el próximo año no podríamos hacerlo”. En representación del Conselleiro de Educación, habló Valentín García, secretario xeral de Política Lingüística, que se comprometió a seguir colaborando en próximas ediciones. García hizo un sentido discurso sobre las bandas, que fue interrumpido hasta dos veces por los aplausos espontáneos de los chavales, algo inusual en los tiempos que corren en los que es más habitual que los políticos reciban abucheos que ovaciones.

Lo cierto es que solo al que nunca haya acudido a este vibrante y emotivo certamen, se le ocurriría suprimir el apoyo oficial a un evento que es el gran escaparate de la música popular gallega, una reunión donde se percibe el latir de un país. Si viviese el padre sordomudo de Rogelio Groba, seguro que ayer sería de esos días en los habría sentido intensamente los latidos de la música a través del corazón.

 

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