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POP | Kiko Veneno
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un superhéroe reinventado

El de Figueres es un sexagenario que sigue afilando la pluma y actualizando su sonido

No hace falta apelar a ninguna piadosa indulgencia con José María López Sanfeliu: a sus 61 años, Kiko conserva boyantes las reservas de veneno para inocularnos. La nieve se enseñorea en el privilegiado cráneo del rumbero gerundés, pero eso solo refrenda una lucidez innegociable. Ha tenido que ser este sexagenario quien escriba la canción más agria y encabronada sobre nuestra España perra. Se titula Mala suerte y es una catarata de contratiempos (musicales) como metáfora de las calamidades (sociales). Con ella se vino anoche arriba el Teatro Lara tras el desbarajuste inicial, cuando la banda sonaba a local de ensayo, Kiko se perdía en las sílabas agudas y el trompetista no atinaba en La vida es dulce.

Fue un desconcierto pasajero, porque el nuevo repertorio de Veneno (‘Sensación térmica’) es magnífico: el adorable bajo discotequero del tema central, los coros a lo Lokua Kanza de Namasté, el amor cósmico en Los planetas, la delicada pereza de Solo con palabras. Nuestro superhéroe barrial sigue afilando la pluma a pie de calle; solo que, cual McCartney mediterráneo, también recurre a productores jóvenes (Refrëe) para reinventarse. Ese frescor rejuvenecido atañe también al cancionero antiguo: Superhéroes de barrio con aliento psicodélico, el impulso ligero de Coge la guitarra, la viejísima y fabulosa La catástrofe mayor. Con bigote cano, a Kiko nos lo confundirán cualquier día con Graham Nash, pero su mono rojo chillón es el de un currante peninsular dispuesto a seguir hundiendo las manos donde proceda. En el fango. En la poesía popular.

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