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La historia de una pata de jamón

El corresponsal del diario 'The Guardian' cuenta sus impresiones de la huelga de limpieza

Una de las fotos que Hamilos publicó en Twitter.
Una de las fotos que Hamilos publicó en Twitter.paul hamilos

Puede resultar un cliché, viniendo de un extranjero, hablar de jamón. Pero lo cierto es que se trata de uno de las grandes manjares de España, y ocupa un lugar especial en el corazón de muchos que  visitan Madrid. Lo que yo ignoraba es que ese lugar especial sería mi puerta. Acabo de llegar a Madrid como corresponsal del Guardian, y en el segundo día de esta huelga de limpieza que está empezando a empañar la belleza de esta ciudad, descubrí una pata de jamón bien roído en mi portal.

Me pregunté entonces si no habría algún tipo de mensaje en ese gesto, como cuando un mafioso introduce una cabeza de caballo muerto en la cama de su enemigo. Pero no, no era sino otra de las muchas cosas que los madrileños acostumbran a tirar a la basura. Ahora bien, no me malinterpreten: estoy totalmente a favor del derecho de los trabajadores a la huelga, pero todo esto es un poco exagerado. ¡Una pata de jamón delante de mi puerta! Me pregunté si debía deshacerme de ella yo mismo. Pero entonces, pensé: ¿me convertiría eso en un 'rompehuelgas'? ¿Estaría cruzándome en el camino de los piquetes si hiciese desaparecer la pierna por mí mismo? Lo hablé con algunos amigos, y estuvimos de acuerdo en que debía quedarse donde estaba. Cada día pasaba cerca del jamón, dándome cuenta de que estaba cada vez un poco más gris y un poco más viejo. "Debe de pasar frío ahí fuera, por la noche, pobrecito," pensé. Pero una mañana, vi que había caminado algo. La pierna se había juntado con un sostén que estaba tirado en el suelo. Para pasar un buen rato, supongo.

Se les veía felices bajo el sol de invierno. Saqué algunas fotos de ellos y las colgué en Twitter. Me sentía como un paparazzi metiéndose en un momento privado, y sentí una ligera punzada de remordimiento.

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El martes, sin embargo, cuando bajé al portal, la pata había desaparecido, dejando a su amado sostén solo en la calle. Tal vez el jamón había escapado con otro sostén. Todos sabemos cómo somos los hombres.

Algo sobre el inefable cliché que representa una pata de jamón me hizo pensar en la política española, llena de sus propios clichés. Está claro que las formas antiguas ya no funcionan en España. El ayuntamiento ha mostrado la huelga como la última ronda de la batalla contra los trabajadores. Como suele ser el caso en España, de nuevo tenemos que escuchar eso de "nosotros contra ellos". La derecha frente a la izquierda. La izquierda contra la derecha. Es lo de siempre y está acabado. Ahora no recuerdo quién, pero alguien me comentó que la única cosa peor que la izquierda aquí es la derecha, y creo que tiene razón.

Esta es una forma de debatir demasiado fácil, y conduce a la conversación política a su nivel más bajo. No obstante, los barrenderos trabajan, como parte de una empresa privada, para todos nosotros, no contra nosotros. Son los hombres y mujeres mal pagados que hacen que nuestra ciudad sea habitable. Recuerden que fue, después de todo, Ana Botella quien nos dijo que en Madrid estábamos acostumbrados a un nivel de limpieza muy alto. ¿Quiénes consideran ellos que son los responsables de esto? El Ayuntamiento también trabaja para Madrid. No lo posee. En lugar de perder lo poco que quedaba en sus arcas en tres ofertas para acoger los Juegos Olímpicos, podría (y debería) haber gastado ese dinero en los servicios básicos.

Viví en Madrid hace seis años, justo antes de la crisis, y me ha impactado mucho regresar. Incluso en las semanas antes de la huelga, la ciudad estaba notablemente más sucia. Además, es terrible el número de personas que viven sin techo y en la indigencia. Te das cuenta de esto cada vez que te detienes por un momento a tomar uno de esos ya famosos relaxing cups of café con leche y alguien te pide dinero. Pero el número de millonarios creció en un 13% en 2012, según Credit Suisse. Está pasando en todas partes del mundo, pero se nota mucho más en las ciudades grandes.

¿Queremos crear una brecha aún mayor entre los ricos y los pobres, con los primeros encerrados en sus propiedades privadas y la otra parte luchando por las sobras en las calles? Madrid parece alejarse de sus raíces europeas. Si hace una década le preguntabas a los demás extranjeros lo que pensaban sobre España, podrían haber mencionado el fútbol, las películas de Almodóvar, la comida, las playas, el Museo del Prado, la gente, los propios españoles, con su buen carácter. Ahora no saldrían de la corrupción y de la basura, también en las calles. El martes Bruselas dijo que el ministro Wert había hablado "basura" sobre el caso de los Erasmus. Por un momento, realmente creí que habían confundido las dos historias.

Así que, propongo un trato: Necesitamos que Madrid vuelva a ser la hermosa ciudad que de hecho es. Sin estos barrenderos, nuestra ciudad estaría llena de patas de jamón, descartadas por todas partes. Y puedo decir que, por experiencia personal, y a pesar de mi afición por el jamón, nadie quiere eso. Entre otras razones, porque dos amigos vienen de visita este fin de semana desde Londres, y no quiero que piensen que vivimos así.

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