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CLÁSICA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Verdi y Wagner se van de fiesta

Uri Caine engrandece a los dos grandes con su imaginación delirante y su brillantez interpretativa

La buena música no tiene fronteras. Los nietos, es un decir, de los grandes compositores la recrean con el lenguaje de los nuevos tiempos y, en cierto modo, la rejuvenecen. Uri Caine dialoga de cuando en cuando con Mahler, Mozart, Beethoven o Schumann, pongamos por caso, desde una perspectiva entre el jazz y la música contemporánea. En esta ocasión ha rendido un lúdico homenaje a Verdi y Wagner con motivo de los bicentenarios de sus nacimientos. De Wagner ya había grabado un disco desde la Plaza de San Marcos de Venecia en 1997, interpretando en vivo varias oberturas y famosos pasajes de sus óperas con un conjunto de dos violines, violonchelo, bajo acústico, acordeón y piano.

Ayer se enfrentó a Tristan e Isolda, Tannhäuser, Lohengrin, El holandés errante, los Wesendonck lieder o la Cabalgata de las valquirias a solas desde el piano. Los resultados artísticos fueron de una fuerza arrolladora. La fantasía se impuso a cada momento. Sonó cada pieza a jazz o a música del siglo XXI, pero sin perder la personalidad wagneriana. Con Verdi sucedió tres cuartos de lo mismo y así sus improvisaciones sobre Otello fueron tan imaginativas como fieles a las esencias melódicas de esta ópera genial. Uri Caine disfruta y hace disfrutar con sus intercambios musicales. Da lo mismo que sea con Carmen Linares y el flamenco, que con los grandes mitos de la ópera del XIX. No todo el mundo comulga con sus planteamientos, desde luego. Algunos consideran sus propuestas como un sacrilegio. Su imaginación delirante y su brillantez interpretativa le proyectan, en cualquier caso, a la dimensión de gran artista.

La música de Verdi y Wagner se percibe de otra manera con lecturas tan frescas y desprejuiciadas. Son muy estimulantes estas convivencias musicales. Como lo fue recientemente la del cantaor Arcángel interpretando en Roma arias de Il trovatore, de Verdi, adaptadas a palos flamencos. Uri Caine representa en estos momentos algo equivalente a lo que antes se denominaba vanguardia. Por su libertad, su compromiso y su ingenio. Aunque bien pensado quizás se pueda hablar de él ya como un clásico.

URI CAINE. Obras de Verdi y Wagner. CNDM. Series 20/21. Auditorio Nacional, 11 de noviembre.

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