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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Hacia adelante y hacia atrás

Deberíamos aplaudir: los multimillonarios españoles han crecido en el último año un 7%. Y 1.135 de los 1.600 que configuran nuestro club superrico (según el banco suizo USB, no es broma) viven en Madrid. ¿Cómo no? El nivel español no es ni el de Alemania ni el de Gran Bretaña en Europa, pero hay suficiente tela como para que Rajoy se lo apunte como un logro friki / político en sus futuras memorias: ¡Lo conseguimos! ¡Fue la política correcta! ¡Tenemos más ricos!

¿Quién va a discutírselo? Europa en general, y España en particular, van directamente hacia el subdesarrollo y estamos casi todos ocupados en sobrevivir a la friki / política. Hace un año Europa ya tenía 120 millones de personas en riesgo de pobreza y exclusión (según Cáritas y Cruz Roja), casi un tercio de la población europea. España superaba la media (un 27% de la población) con 12,4 millones personas en el umbral de la pobreza. ¿Y Cataluña? El récord: 2.200.000 pobres (el 29,5% de la población) en 2011, según la Encuesta de Condiciones de Vida y Hábitos de Población de la Diputación de Barcelona. Y creciendo.

En España vamos hacia el subdesarrollo, pero todos estamos ocupados en tratar de sobrevivir a la ‘friki’/ política

El subdesarrollo es tendencia, lo demostramos día a día, vamos en cabeza del hit parade del empobrecimiento. Es un pequeño dato que llenará de alegría a los “tanques de pensamiento” (think tanks), ya que la desigualdad sienta tan mal que acorta la salud. Tal dice Jim Robinson celebrado autor de Por qué fracasan los países (Deusto): “Tanta desigualdad es corrosiva para la sociedad” (El País Semanal, 30-5-2013). Richard Wilkinson, profesor británico especialista en desigualdad social, asegura que “las sociedades desiguales fomentan baja autoestima, ansiedad, fobias y desequilibrios como el aumento del narcisismo” (La Vanguardia, 11-10-2012). Robinson cree que quienes crearon esa deuda tendrían que pagarla, “¿Quién sino esa gente que se hizo rica (con ella)?”, inquiere ingenuamente.

Hay quien, como el filósofo José Luis Pardo, asegura que “los think tanks no se estrujan los sesos buscando cómo aminorar el descontento, sino que calculan cuál será la mejor estrategia para capitalizar un malestar que no tienen previsto curar. Las soluciones de moda en esta tesitura no pasan ya por cambiar de política, sino por cambiar de país, de continente, de monarca o de líder” (EL PAÍS, 15-3-2013).

Tiene más razón que un santo. ¡Cambiar de país! ¡Qué gran logro para un friki / gobernante! De ahí que cada día seamos un poco más como los chinos más clásicos y desamparados, porque una minoría minoritaria de los miles de millones de chinos ya forman parte de la nueva clase media mundial que nosotros abandonamos. Según la tendencia, hay un proceso de deslocalizaciones al revés: nuestra mano de obra vuelve a ser un barato (luego cotizado) regalo.

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Las cuentas salen: casi la mitad de los parados ya han agotado el subsidio al que tenían derecho, así que se gasta menos

¿Vamos hacia delante o hacia atrás? La desorientación espaciotemporal es una patología vulgar dentro del desbarajuste que nos ofrecen las friki / tendencias. Muchas son equívocas: en Europa, alemanes y nórdicos de clase media renqueante envían a sus ancianos a residencias en India, o en Tailandia u otros países que ofrecen a los viejecitos europeos un refugio final más asequible para aparcar (con perdón) al terminal gentío improductivo que solo da gastos inútiles. El FMI ya alertaba en abril de 2012 sobre el “riesgo financiero del envejecimiento”: hay, pues, que ahorrar en viejos. Es el mantra.

Lo que la medicina ha logrado con esfuerzos increíbles para alargar la vida se ha transformado en un friki / problema. ¿Acaso nos podemos permitir tanto viejo? El excedente previsible de improductivos, como dijo el ministro de finanzas de Japón el 22 enero de 2013 (The Guardian), debe “hurry up and die” (“morirse deprisa”, en traducción libre). Ellos marcaron tendencia: los españoles ya se jubilarán más tarde y sus pensiones se medirán “de acuerdo con la esperanza de vida”. Lo cual, visto lo que hay no se sabe si es buena o mala noticia. Quizás, en este friki / mundo, morirse no sea tan malo, sobre todo para no percibir la friki / tristeza que con toda seguridad aguarda.

¿O es que solo vamos retrasados? En la Alemania de Merkel ciudades como Hamburgo renacionalizan la sanidad tras el fracaso de su privatización. No es el único lugar en el que eso sucede. Aquí estamos en la fase privatizadora, toda España está en venta: chinos rusos y árabes compran, parece. ¿Como en los buenos tiempos del Bienvenido Mr. Marshall? Las cuentas salen: casi la mitad de los parados ya han agotado el subsidio al que tenían derecho, así que se gasta menos. Va todo tan bien que el PP sube en la encuesta del CIS mientras todos los demás partidos bajan y doña Rosa Díez, la moderna, es la reina de África. Hasta Aznar, antes de presentar la continuación de sus memorias y a la vista de tantos éxitos se animó a decir: “Puedo volver cuando yo quiera” (Abc, 3-11-2013). Quedamos avisados.

Mientras, nuestro frikismo catalán da vueltas (en máximo secreto) a la pregunta que, de forma definitiva, dicen, pondrá fin a nuestro despiste. Aplaudamos.

Margarita Rivière es periodista.

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