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Los padres de un colegio de Ourense denuncian “humillaciones” a los niños

Los alumnos que comían mal fueron señalados marcándolos con pegatinas

En el CEIP de Seixalbo, a las afueras de Ourense, los niños de entre tres y seis años usuarios del comedor llegaban a casa el año pasado con “pegatinas verdes o rojas en la frente”, según se hubieran portado como comensales. Los que daban cuenta del menú sin rechistar (con pegatina verde) recibían al final de semana una chocolatina como premio. Los otros “salían llorando”. Un grupo de padres del colegio público denuncia el “sinfín de irregularides, muchas de ellas humillaciones” que se han llevado a cabo “sistemáticamente durante los tres últimos años” en este centro y que el director, Juan Antonio Saburido, matiza y atribuye a un “intento de unos pocos” por desprestigiarlo a él y a la directiva de la Asociación de Nais e Pais (ANPA) que ejerce, según los padres críticos con su gestión,” sin mediar proceso electora”". Saburido reconoce el reparto de pegatinas entre los pequeños comensales pero asegura que solo las había de color verde y que se colocaban “en los mandilones y no en la frente”. Precisa que era un modelo de gestión del comedor "muy eficaz" puesto en marcha por las madres que colaboran en este servicio escolar.

Al margen de la ubicación y el color de la pegatina, el director del CEIP reconoce que ha nombrado, “legalmente”, porque se lo autorizó “la delegación de Educación por escrito”, encargada del comedor del que él es responsable a la cocinera del colegio, un hecho denunciado igualmente por los padres. “Si pongo a los padres en este puesto se negarían a hacer algunas tareas que acabaría teniendo que asumir yo”, dse justifica Saburido. La cocinera no da abasto. No solo se encarga de la compra y elaboración de los menús sino que, además, debe vigilar que los niños se los coman y, después, recoger la cocina. Como tiene que cumplir un horario de siete horas y media, el colegio no utiliza habitualmente platos de postre, otra decisión contra la que claman los padres que muestran fotografías de cómo se presentan la fruta o los yogures para cada grupo de seis niños en una panera de la que se sirven. “Si usáramos los platos de postre, el lavavajillas tendría que estar funcionando sin parar porque hay 200 usuarios, con lo que habría que lavar 600 platos diarios y se prolongaría la jornada de la cocinera-encargada”, explica el director.

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Entre las irregularidades que denuncia el grupo de padres destaca la “obligación” que impone el colegio a cada familia a comienzos de curso para que aporte un paquete de 500 folios al centro aparte del material escolar que debe llevar cada alumno. “Hacemos más de 120.000 fotocopias al año”, justifica Saburido la medida, que tilda de “colaboración voluntaria que se les pide”, para indicar de inmediato que tienen 200 alumnos y que en situación de crisis como la actual “el colegio no puede afrontar el coste de las fotocopias” que sobrepasa, según afirma, los 20.000 euros. “Si pagáramos el papel no podríamos encender la calefacción”, sostiene.

Entre la lista de “anomalías” que denuncia el grupo de padres destaca el de la ausencia de papel higiénico en los váteres. El director reconoce que no se cuelgan los rollos y que cuando los niños lo precisan deben pedir el papel en clase al maestro. Los padres protestan porque “algunos pequeños llegan sucios a casa”. Saburido explica que la decisión no tiene que ver con los recortes sino con el objetivo de “evitar que tupan los váteres con el papel y a que lo utilicen para mojarlo y dejarlo estampado en el techo”.

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