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A Coruña deja sin fecha la gran urbanización en los muelles del centro

La operación se había planeado para financiar el nuevo puerto exterior

Vista general del actual puerto de A Coruña
Vista general del actual puerto de A Coruñagabriel tizón

Queda aplazada sin fecha la operación inmobiliaria en A Coruña con la que el Ministerio Fomento contaba inicialmente recuperar hasta un tercio de la abultada factura de la construcción del puerto exterior en Punta Langosteira, que se disparó hasta 789 millones de euros. Esta costosa infraestructura, decidida en 2004 en compensación por la catástrofe del Prestige, no solo pretendía retirar de los viejos muelles situados en el corazón de la ciudad los tráficos marítimos de mercancías peligrosas y molestas, como los hidrocarburos de uno de los principales clientes del puerto, Repsol, sino a la vez, con la liberación y venta de los terrenos que ahora ocupa la petrolera, reconvertir para su uso residencial y de disfrute ciudadano una zona a pie del mar y con vistas privilegiadas de la ría. Y de paso obtener parte de la financiación que requiere la nueva dársena, la obra pública más cara de Galicia.

 Pero el reciente acuerdo que establece la mudanza parcial, dentro de cinco años, del 60% de las actividades de Repsol a la nueva dársena deja en suspenso ese desarrollo urbanístico que tanto anhela el Ayuntamiento coruñés. Tardará décadas en ser algún día una realidad aquel ambicioso plan diseñado por el urbanista Joan Busquets que prevía la reconversión del viejo puerto en áreas de esparcimiento, edificios públicos y de viviendas en el corazón de A Coruña.

Es más, en el convenio hecho público ayer, 15 días después de su firma, la Autoridad Portuaria y Repsol acuerdan que hasta que no se libere la totalidad de los 98.323 metros cuadrados que ocupa ahora la petrolera en los muelles del centro no se procederá a “remediar” ese suelo. Esto es, a descontaminarlo —lleva dedicado medio siglo a almacenar productos petrolíferos— y tratarlo para que pueda ser reconvertido en urbanizable. De momento, sólo está acordado, con el traslado parcial a Langosteira dentro de cinco años, que la compañía libere y desmantele antes de 2020 instalaciones, básicamente enormes tanques de crudo, en 26.397 metros cuadrados, es decir un 27% de la superficie que ahora ocupa en el viejo puerto interior. “Dada la ubicación” de esos terrenos que quedarán libres pero encajonados entre otras actividades portuarias de mercancías peligrosas, “y con ese entorno” —Repsol seguirá utilizando el puerto del centro para exportar la producción de su refinería coruñesa—, “no tiene sentido hacer un desarrollo urbanístico por partes”, confirmó Enrique Losada, presidente de la Autoridad Portuaria.

Explicó que “tampoco se sabe la afección, ni el estado del subsuelo” en esos terrenos. Habrá que realizar una prospección para determinar qué debe hacer la concesionaria a fin de devolver los terrenos “al nivel que tenían” antes. Dado el coste que todo eso puede suponer, es mejor, insistió Losada, esperar a que Repsol se vaya totalmente del centro, lo que aún no tiene fecha, para recuperar la totalidad del suelo. No obstante, el acuerdo establece una excepción: en caso de que la Autoridad Portuaria permita “a un tercero y para cualquier actividad o por cualquier titulo” ocupar esos 26.000 metros cuadrados que liberará Repsol en 2018, esta última se compromete a “remediar” en un año ese suelo pero “exclusivamente a condiciones de uso industrial”.

Reconvertirlo luego en apto para usos urbanos y residenciales, como establecía el convenio de 2004 de Fomento y el Ayuntamiento de A Coruña para construir en los muelles y lograr “un tercio de los costes globales del nuevo puerto exterior”, obligará a un nuevo desembolso de dinero público y años de demora. La crisis ya había puesto en tela de juicio la operación urbanística, y este nuevo aplazamiento refuerza su inviabilidad, al menos en un futuro próximo. Cuando el Puerto obtuvo un crédito de 250 millones para garantizar la viabilidad, incluía en sus cuentas recaudar 200 millones por la venta de los viejos muelles del centro.

“El objetivo de la Autoridad Portuaria es ahora que se ejecute en su totalidad el traslado de Repsol a Langosteira”, comentó Losada, insistente en reseñar su convencimiento de que la petrolera acabará por mudar “lo antes posible” la totalidad de sus instalaciones. “No puedo aventurar fechas”, admitió. Pero se mostró convencido que la dificultad que entrañará operar desde dos terminales acabará por llevar a Repsol a acelerar su mudanza total.

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Enlace ferroviario sin plazo

P. O.

Tampoco hay fecha para el traslado a la nueva dársena exterior de A Coruña de otra de los principales clientes del puerto, Gas Natural-Fenosa. Mueve, para alimentar su central térmica de Meirama, en Cerceda, la mayor parte del carbón que se descarga en los céntricos muelles coruñeses, una actividad que genera con cierta frecuencia problemas y emisiones ambientales que afectan al barrio y vecinos más cercanos. Pero sin una vía ferroviaria, como la que cuenta ahora en el puerto interior para trasladar el carbón hasta Meirama, es imposible que la compañía electríca ni siquiera se plantee mudarse a la dársena de Punta Langosteira, ideada para alejar del corazón de la capital provincial todos los tráficos marítimos de mercancías peligrosas o molestas.

“Es cierto que está demorada la gestión de la imprescindible” conexión ferroviaria, volvió a reseñar ayer el presidente de la Autoridad Portuaria, Enrique Losada. No obstante, y pese a los recortes de Fomento y la ausencia de dinero para ese enlace en los Presupuestos del Estado para 2014, Losada confía aún en que se agilice su construcción.

No tiene fecha. En los próximos días, se espera que Fomento reciba los tres trazados propuestos, con un coste de entre 60 y 100 millones de euros. Deberá decidir entonces la alternativa más adecuada para dotar de ese imprescindible enlace ferroviario al nuevo puerto exterior de A Coruña, situado a unos siete kilómetros del centro, en Arteixo, y ahora mismo solo conectado por carretera.

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