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La Generalitat celebra que ya se acepte que el problema catalán es “de fondo”

Los nacionalistas consideran que ambas formaciones hacen el mismo diagnóstico

Àngels Piñol

El Gobierno catalán celebró ayer que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y Alfredo Pérez Rubalcaba, líder del PSOE, constaten ya el “problema de fondo” del proceso soberanista en Cataluña y que se presten a buscar soluciones. Pese a que las tres partes en litigio mantienen posiciones muy distantes, Francesc Homs, portavoz del Ejecutivo de Artur Mas, subrayó que La Moncloa y el primer partido de la oposición están al fin empezando a construir “un consenso sobre el diagnóstico” y que el “diálogo” ya no es “estético” y se empieza también a llenar de contenido. Homs no aclaró si Rajoy y Mas han concertado otra cita tras su breve encuentro del miércoles en Pedralbes.

Por primera vez en mucho tiempo, la Generalitat transmitió sensaciones positivas y se sintió aliviada por los movimientos que se están produciendo en La Moncloa y Ferraz. No tanto porque crea que Rajoy y Pérez Rubalcaba puedan alcanzar un pacto —“les cuesta construir visiones de Estado”—, sino porque ya dan pasos para resolverlo. “La primera forma de solucionar un conflicto es reconocerlo”, afirmó Homs, que recordó que hasta hace “cuatro días” el proceso soberanista era ignorado por los dos grandes partidos. “Primero dijeron que fue un calentón de verano —en alusión a la manifestación de la Diada de 2012— y luego un bluf”, señaló Homs en alusión a que así se definió la ola soberanista tras el batacazo de Mas en las elecciones anticipadas que convocó hace un año cuando perdió 12 diputados.

Francesc Homs.
Francesc Homs.

El presidente catalán siempre ha insistido en que el proceso soberanista no es un “capricho” suyo sino que tiene su origen de “abajo arriba”. Y, en ese sentido, el Ejecutivo catalán valoró que Pérez Rubalcaba reconociera ayer el problema de “forma tan transparente” tras la reunión que mantuvo con Mas en el Palau de la Generalitat. En la entrevista, el socialista expuso su reforma federal de la Constitución, basándose en la Declaración de Granada, que aspira a reconocer la singularidad de Cataluña al no estar ahora recogida suficientemente en la Carta Magna. El texto debería constatar la historia y la cultura catalana, el blindaje de competencias y la inmersión lingüística y un nuevo sistema de financiación, que excluye el pacto fiscal. La hoja de ruta sería esta: la reforma deberían votarla primero todos los españoles, y los catalanes, después, un nuevo Estatuto.

“Me he sentido escuchado. La idea es votar sobre un proyecto para seguir juntos y no para romper”, dijo el líder del PSOE, que subrayó que es la reforma de mayor calado de los socialistas en 35 años de democracia. No ocultó que el camino será “difícil” porque debe seducir a Rajoy y convencer a Mas de que renuncie a la consulta. Pero no piensa ceder.

“Lo que para ellos es un problema para nosotros es un reto”, definió Homs, que eludió juzgar la propuesta del PSOE, aunque constató la evidencia de que una reforma del Estado debe ser conjunta, por razones de aritmética parlamentaria, y luego ser votada por los catalanes. Tras la reunión con el líder del PSOE, Mas tachó de “error inmenso” utilizar el marco legal para “cortar las alas a la evolución natural de las sociedades, y, por contra, un acierto lo contrario. “Eso sería política de la buena”, remachó.

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