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Emigración científica de un diputado

El político de AGE que llegó al Parlamento desde la cola del paro se marcha a Copenhague

David Fernández Calviño
David Fernández CalviñoNACHO GÓMEZ

Se va por donde llegó. David Fernández Calviño, el diputado autonómico de la Alternativa Galega de Esquerda (AGE) que en octubre de 2012 abandonó contra todo pronóstico la cola del paro para ocupar un escaño en O Hórreo, contaba ya en aquel momento con que el tozudo azar podía plantarse de nuevo en su camino con una beca en la mano y sacarlo de emergencia del Parlamento gallego. Y ha ocurrido. El nacionalista, doctor en Ingeniería de Montes nacido en Toén (Ourense) en 1979, presentó hace menos de 20 días su currículum para optar a un proyecto de investigación en Copenhague y le han firmado un contrato por un mínimo de dos años. Va a profundizar en el análisis de los límites del suelo en las contaminaciones de pesticidas; algo “muy relacionado con mi experiencia investigadora”, explica ilusionado su tarea inmediata.

Calviño está haciendo ya las maletas -se incorpora el 1 de noviembre al empleo- con un pie aún en el “decepcionante” Parlamento gallego en el que recaló durante un año. “No puedo decir que soy un escéptico de la política porque creo en ella pero, desde luego, esperaba mayor nivel en los debates del gobierno. Conozco miles de personas mucho más válidas que todos ellos”, arremete en su despedida contra los portavoces del PP. Asegura que desde que tomó posesión del escaño tuvo dos cosas claras: que no sería un político “al uso” vestido de político, con lenguaje de político y actitud de político, con lo que, en su opinión, eso significa de “distanciamiento de la ciudadanía” y que trataría de “romper el juego del PP”. Su actitud en esa línea le mereció numerosos reproches y expulsiones de la Cámara. Cree que cumplió y cree, también, que si la formación a la que sigue vinculado (AGE, a través de la nacionalista ANOVA que lidera Xosé Manuel Beiras) mantiene esa estrategia, obtendrá el respaldo mayoritario de la ciudadanía. “La política en el Parlamento gallego es demasiado cortés considerando como viven los ciudadanos”, se reafirma en su modelo.

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Su nuevo empleo le reportará, al cambio, unos 2.500 euros mensuales. “Suficiente”, sostiene, y explica que a él no le parece excesivo el sueldo de los diputados gallegos (1.900 euros brutos mensuales) “pero sí los 2.500 euros en dietas sin justificar y que cobras las gastes o te quedes tumbado en el sofá de tu casa”. “Chirría muchísimo”, remacha. Se va por donde llegó: a la misma emigración científica que de vuelta a casa hace unos años lo depositó en la cola del desempleo. Ahora ya no tiene mucha fe en el retorno: “Me gustaría volver algún día, pero, la verdad, lo veo casi imposible”.

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