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El Limia muere de “éxito” ajeno

La Confederación Hidrográfica prepara un plan millonario para amortiguar vertidos El presidente del organismo justifica a los ganaderos: son “víctimas de su propia pujanza”

Cola del embalse de As Conchas, adonde llegan las aguas contaminadas del río Limia, con manchas verdes que delatan la presencia de cianobacterias, el pasado día 16.
Cola del embalse de As Conchas, adonde llegan las aguas contaminadas del río Limia, con manchas verdes que delatan la presencia de cianobacterias, el pasado día 16.NACHO GÓMEZ

Al presidente de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil, Francisco Marín, no le gusta hablar de multas, de expedientes, de imponerse con mano dura contra los excesos de la intensa actividad agrícola y ganadera de la comarca de A Limia que pone al borde de la muerte al río del olvido. Las más de 350 granjas de cerdos y aves producen montañas de abono que la tierra no es capaz de asumir, y en un terreno llano, fácilmente inundable, cuando llueve los excrementos terminan siendo arrastrados al río. Y por él van a parar a la primera barrera con la que se topan, el embalse de As Conchas, que a finales de este verano volvió a tornarse verde brillante de cianobacterias, una situación que va camino de hacerse habitual en unas aguas que vienen cargadas de nitritos y fósforo de procedencia animal.

Los municipios más saturados son Xinzo y Sarreaus, pero en toda la comarca se cuentan entre 70.000 y 75.000 cabezas de ganado mayor, en su mayoría porcino. Según las cuentas que los propios ganaderos hacían en las alegaciones que presentaron al proyecto fallido de mina de feldespatos, si se cuenta todo, es decir, vacas de carne y de leche, aves y conejos, además de cerdos, las explotaciones de la comarca son más de 600. Solo el porcino y el vacuno producen al día tres millones de kilos de excremento. Y, según la Confederación Hidrográfica, los productores “están cumpliendo su normativa”. Las granjas, explica Marín, “deben tener un depósito suficiente para acumular los purines de tres meses”. Y día a día ir liberando lo almacenado por los campos. Esto es lo que aquí se entiende, mayoritariamente, por “gestionar los residuos”: que los agricultores extiendan el estiércol de las granjas por la inmensa llanura cultivada.

Pero la tierra de A Limia está empachada de purines. Ya no puede más. Ahora la Confederación planea hacer un “mapa de suelos”, explica el presidente del organismo, “para detectar cuáles son los terrenos saturados y evitar que los agricultores viertan siempre en las mismas fincas”. Se trata de campos de cereal y patata, cientos de ellos próximos al río. “La comarca”, sigue Marín, “seguramente sería capaz de asumir todo ese purín si estuviera repartido proporcionalmente”.

Después de 10 kilómetros en aceptable estado de salud, el río atraviesa por estas tierras 31 más hasta la frontera. Seguramente querría correr, porque sabe que al otro lado de la raia, transformado en Lima, le espera una placidez bastante duradera; pero no puede hacerlo. El Limia no corre, con su caudal ecológico reducido a la mínima expresión. Después de la primavera más lluviosa desde 1986, el gran río llevaba en septiembre un volumen de 200 litros por segundo, menos de la cuarta parte del mínimo ecológico (828 litros) establecido en el plan hidrológico. Cada verano desde hace 15, según denuncian los grupos ecologistas, se repite este escenario: La gran arteria de la comarca se queda sin esa sangre que chupa el regadío, y a cambio recibe los purines. Alguna vez ha quedado tan seco que se pudo pasear por su lecho como por asfalto.

La Confederación Hidrográfica está ahora pendiente de una decisión de la Comisión Europea. En septiembre pidió una ayuda Life para poner en marcha un proyecto piloto de tres años (Life Rexenera Limia) con el que intentará amortiguar, al menos, una parte de la contaminación por vertidos procedentes del sector agroganadero. Si se confirma el respaldo de la UE, el Ministerio de Medio Ambiente recibirá la mitad (956.054 euros) de lo presupuestado. El resto, más el IVA, tendrá que abonarlo principalmente la Confederación, con participación de Gas Natural (la hidroeléctrica que explota As Conchas) y de la Xunta.

Por su parte, Coren pondrá el purín que se va a probar a tratar en una laguna artificial con plantas acuáticas que se encargará de instalar y mantener una empresa ourensana, Ecolagunas. El lago con macrófitas recibirá al día 53 toneladas de excremento, lo que generan, según explica la Confederación a la UE, “un total de 1.090 cerdas”. Se ensayará con distintas plantas hasta identificar cuáles se adaptan a una zona tan castigada y cuáles son capaces de asumir tal carga de residuos orgánicos aportando a cambio oxígeno al agua y los fangos. En principio, el lago solo podrá recibir los desechos de una granja, pero el propósito, según la documentación del Life Rexenera Limia, es extender la iniciativa creando un sistema lagunar de regeneración.

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A esto hay que sumar, entre otras medidas que contempla el proyecto para el Limia, el plan para recuperar charcas de areneras abandonadas integrándolas en el ciclo hidrológico del canal de Antela, el mapa de suelos de la comarca y ese propósito de llegar a repartir equilibradamente por las tierras de labor el purín de tanta granja como ha surgido.

Es en este último apartado donde entra en juego la Diputación de Ourense: su Centro de Desenvolvemento Agrogandeiro desarrollará en 10 parcelas piloto el llamado Sistema de Control Integrado de Gestión de Fertilizantes y Abonos en Suelos Agrarios. Pero la presencia de la institución provincial en el proyecto de la Confederación no ha dejado impasibles a los ecologistas, que recuerdan que la Diputación ha sido investigada por la Oficina de Lucha Antifraude de la UE y denunciada por los supuestos delitos de prevaricación, malversación, fraude y falsedad documental por un asunto que atañe a las aguas y la salud de los ríos. La presunta adjudicación irregular a una misma empresa de 106 depuradoras entre 2003 y 2004.

En lo que atañe a los agricultores y ganaderos, lejos de optar por el castigo o la reprimenda, Marín defiende otro tipo de didáctica. Según el responsable de este organismo del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, a los ganaderos hay que darles una nueva oportunidad. “Es un área muy complicada”, justifica, “yo no quiero demonizar a nadie, el sector sabe que tiene que cambiar. Los productores son víctimas de su propio éxito, y las Administraciones lo que tienen que hacer es darles alternativas, instrumentos y conseguir que la sostenibilidad [además de la productividad] sea uno de sus criterios”.

La Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN) lleva años vigilante, presentando alegaciones, siempre sin respuesta, a cada nuevo proyecto de macrogranja insostenible. Ha llegado a denunciar casos de instalaciones de más de 7.000 cerdos, con capacidad para almacenar solo un tercio de las heces que generan. Y a la vista del borrador que ha colgado la Confederación en su web, el colectivo ecologista opina que no solo la diputación y los particulares, sino todos y cada uno de los protagonistas de este plan para socorrer al Limia, cargan mucho a sus espaldas por lo que pueden ser cuestionados.

La Confederación, por su pasividad de años ante la evidencia de unos análisis constantes de las aguas en la estación de Ponteliñares que delataban a gritos la situación. Gas Natural-Fenosa, porque, entre otras cosas y algún proyecto futuro que también ha sido denunciado por la SGHN, mantiene desde 1949, cuando se construyó el embalse, “prácticamente seco un tramo de río de tres kilómetros”. Y Coren, porque de ella dependen (“están vinculadas o impulsadas”) “una buena parte, sino la amplia mayoría, de las explotaciones ganaderas de A Limia”.

“Este conglomerado de empresas tiene un plan definido de intensificación ganadera en la Chaira de A Limia que nunca se sometió a evaluación ambiental conjunta”, defiende la asociación. “El interés de Coren por la situación de las aguas del río quedó patente [en septiembre] con las denuncias que presentaron los vecinos de Muíños por el vertido continuado de purines llevados de otras zonas en unos terrenos supuestamente dedicados a la ganadería extensiva”, concluye. Efectivamente, vecinos de varias localidades denunciaron al Seprona que la empresa vaciaba camiones cisterna, con capacidad de 20 toneladas cada uno, incluso de noche. Y, como prueba, entregaron fotos.

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