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Rock entre embutidos y bacalao

Una exposición de carteles de conciertos toma estos días escaparates y mostradores de comercios de Santiago

Los carteles en una de las tiendas
Los carteles en una de las tiendas ÓSCAR CORRAL

Los clientes de toda la vida que estos días entren en algunos de los pequeños comercios tradicionales compostelanos los notarán algo cambiados. Mezclados entre latas de conserva, pantalones de pana, botes de pimentón o sombreros emergen con estética rockera carteles de numerosos conciertos celebrados en los últimos años. Pertenecen a la singular exposición colectiva “Rock around the Design, o rock ó compás do deseño galego”, que se celebra hasta el 26 de octubre en un circuito de nueve comercios tradicionales ubicados en el Casco Vello Compostelano y promovida por el Outono Códax Festival, un festival por el que pasan leyendas del rock o grupos tan espectaculares como los japoneses Osaka Monaurail, que actuarán este sábado en la sala Capitol.

En esta exposición que mezcla rock y diseño, cada comercio expone la obra individual de un artista, además de una exposición colectiva. “Algunos comerciantes al principio eran reticentes, pero ahora tanto ellos como los artistas han acogido muy bien la exposición”, afirma Marta López, comisaria de esta muestra cuya idea nació “a partir de una exposición en el mercado de Barcelona”.

En el mostrador de Ultramarinos Cepeda, en la Praza de Cervantes, Jose Luis Cepeda atiende con su bata de tendero y sobre él cuelgan los pósters diseñados por el ilustrador Diego de La Iglesia, a la par que embutidos o anuncios de venta de hojas de balacalao. Son pósters para conciertos de grupos de la escena independiente como The Blind Crows o The Hipstakers. “Me lo propusieron y me pareció bien, con tal de que no estorbaran porque a veces ocupan mucho el escaparate, pero vamos moviéndolo”, dice Cepeda tras el mostrador de este establecimiento que abrió su bisabuelo en 1878. “Lo hice por ayudar a los chavales, pero si me puede hacer algo de propaganda, pues estupendo”, explica mientras empaqueta embutido para una clienta de toda la vida. Los clientes de siempre se mezclan con curiosos que vienen a echar un ojo al escaparate, siguiendo el folleto orientativo de la exposición. “Acabo de entrar y de paso me compré una bebida, sino no me la habría comprado”, dice Manuel Méndez que está siguiendo la exposición con el folleto en mano, para traer después a unos alumnos que estudian diseño.

En realidad el objetivo de la exposición es destacar el valor gráfico de estas piezas que a veces pasan desapercibidas entre muros y bares, constituyendo una parte importante del paisaje urbano. Todos los autores son diseñadores gallegos que trabajan habitualmente explorando esa relación entre el diseño y la música, como Roberto Argüelles, Xosé Lois García, Raúl Bermúdez, Andrés Magán, Santiago Paredes o Antón Quintáns. En el escaparate de la clásica tienda de caballero Confecciones Riande, por ejemplo, se expone la obra del vigués Rubén Suárez, donde sus coloristas carteles de Los Coronas, Elvez,The Hi-Risers o Camarada Nimoy se camuflan entre cinturones, paraguas y gorras clásicas de cuadros. “Tratamos de descontextualizar las exposiciones, que suelen ser en espacios cerrados, museos o galerías, pero sin olvidar que esos carteles, son para anunciar conciertos y no olvidemos que su habitat natural están en la calle”, explica la comisaria Marta López sobre este nuevo uso de escaparates y establecimientos públicos.

En total son ocho exposiciones individuales y una colectiva. En esta exposición conjunta los artistas trabajaron sobre una petición de la comisaria: hacer el cartel del concierto de su vida, en el que les hubiese gustado estar o les gustaría estar en el futuro. De la idea han surgido sorprendentes diseños que van desde conciertos de Frank Sinatra Brian Jones o Jimi Hendrix, pasando por un concierto en el año 3013. El resultado está expuesto entre las latas de sardinas y mejillones en conserva de la tienda Catrineta, al lado del mercado de Abastos. “Lo curioso es la mezcla entre clientes y público, o como una señora se asustó al entrar pero al poco rato ya se lo explicamos”, dice Roberto Rodríguez, que atiende tras el mostrador de esta tienda con encanto, donde también informa al público del precio de las láminas, que están entre 20 y 50 euros. Los carteles tienen una vida efímera, que acaba con el concierto que anuncian, y como cuenta el completo folleto de la exposición “esta es la segunda oportunidad de recogerlos, coleccionarlos y recopilarlos”. A tenor de lo expuesto, es una merecida segunda oportunidad. Aunque sea entre sombreros, latas de conserva y embutidos.

 

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