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FAGOR

Bandera y tractor del cooperativismo

Cinco jóvenes compraron un taller en Vitoria en 1956. Se convirtió en el embrión de un gigante En 2010 Mondragón aportó el 3,1% del PIB vasco y el 7,4% del PIB industrial

Pedro Gorospe
Montaje de frigoríficos en Fagor en 1987.
Montaje de frigoríficos en Fagor en 1987.Jesús Uriarte

Los cinco amigos que compraron un taller en Vitoria, en 1956, para empezar a fabricar electrodomésticos, jamás pensaron que un día sería la empresa española líder, y la quinta del mundo en el sector del electrodoméstico. Luis Usatorre, Jesús Larrañaga, Alfonso Gorroñogoitia, José María Ormaetxea y Javier Ortubay, compraron el taller Otalora y 56 años después ya era un una gran empresa de 5.642 personas con una peculiaridad: muchas de ellas son copropietarias de la firma. En ese tiempo Fagor se ha transformado en la bandera no sólo del cooperativismo vasco, y en el tractor del Grupo Mondragón, sino en una parte sustancial de un modelo industrial, que tiene en la economía social una de sus patas. La Corporación Mondragon aportó en 2010 el 3,1% del PIB total del País Vasco y el 7,4% del PIB industrial.

La actual crisis ha demostrado que el modelo social también es vulnerable

El pequeño taller de Vitoria se trasladó a Mondragón en 1959, ya evangelizado por el sacerdote José María Arizmendiarrieta, el ideólogo del cooperativismo y fundador de la escuela politécnica, el embrión de la Universidad de Mondragón. Ese mismo año registraron la empresa con el nombre de Fagor, pese a que el que de verdad les gustaba era Tagor.

A partir de ahí, el crecimiento ha sido imparable. No han dejado de multiplicar sus números a base de alianzas, compras e implantaciones en el extranjero muchas de ellas a base de aumentar la deuda con un grupo fiel de bancos. En 1991 las cooperativas del Grupo Mondragón adoptaron un nuevo modelo que sustituyó la estructura de funcionamiento comarcal. Implantaron una organización sectorial que garantizaba una amplia autonomía a los grupos financieros, industrial y de distribución, aunque dentro de una estrategia global. El tercer congreso, celebrado aquel año, aprobó también la creación de una sociedad de cartera para el conjunto de la corporación, denominada MCC Inversiones, y otra distinta para el grupo financiero, formado por Caja Laboral Popular y Lagun Aro, la entidad cooperativa de previsión social.

Los fundadores registraron el nombre de Fagor, pese a que el que les gustaba era Tagor

Ya estaban sentadas las bases para crecer. Para entonces, el máximo exponente de su poderío industrial era Fagor. Aquel año las exportaciones representaban el 25% del volumen de negocio de todo el grupo. En 1994 Fagor se internacionalizó. Abrió en Marruecos una planta de frigoríficos con capacidad para producir 80.000 unidades anuales. Era la primera factoría de electrodomésticos que instalaba en el extranjero.

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En 1997 era el primer fabricante de España y el sexto del mundo, y en 1999 dio el salto a Polonia, el país al que puede acabar volcando gran parte de su producción para todo el continente europeo. En 2003 un 19% de las ventas de la división industrial de MCC eran de Fagor.

En 2005 empezaron los problemas. Tras devorar a la francesa Brandt por 162 millones, más de la mitad con financiación a crédito, lograron el 5,8% de la cuota mundial y una facturación de 1.800 millones de euros —la mitad de Fagor—. Ya tenían 16 plantas productivas de seis países (España, Francia, Italia, Polonia, Marruecos y China) y presencia comercial en 100 países.

En 1991 las cooperativas del Grupo Mondragón adoptaron un modelo que daba más autonomía

Marcó uno de los puntos más altos de la cooperativa. El crédito fluía y la demanda interna parecía imparable. Quizás por eso todavía nadie reparaba en que su catálogo de productos seguía absolutamente vinculado al sector inmobiliario. Pero en 2005 el pinchazo de la burbuja era solo un espejismo, y la crisis del crédito algo impensable. También era impensable que recibiera un tirón de orejas por parte de las instituciones vascas, como sufrió este miércoles tras presentar el preconcurso. El Grupo empresarial ha tenido un apoyo político sin reservas. Gozan de todo tipo de beneficios, desde fiscales con tributaciones más bajas hasta sociales. El último acuerdo fiscal entre el PNV y el PSE —al que se ha sumado el PP— eleva del 4% al 9% la tributación sobre sus beneficios. Tampoco ha tributado en el IRPF —hasta el pasado año— el dinero que los cooperativistas reciben cuando dejan de serlo, en función de los resultados anuales.

No resultaban extrañas rentas especiales de entre 50.000 y 150.000 euros al jubilarse. Eran los beneficios de toda una vida laboral. La actual crisis ha demostrado que el modelo social también es vulnerable.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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