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El arte se refugia en casa

Artistas y apasionados utilizan su vivienda como galería

Dos de las fotografías de Mikel Bastida que se han visto en la última exposición de Openhouse Proyect.
Dos de las fotografías de Mikel Bastida que se han visto en la última exposición de Openhouse Proyect.

El último refugio de artistas y apasionados de arte frente a la crisis rehuye de grandes espacios, intermediarios y público masivo y se refugia en las viviendas particulares convertidas en lugar para exponer obras.

“Cuando nos mudamos a este piso de 180 metros cuadrados, todo pintado de blanco, nos parecía una galería”, recuerdan la fotógrafa freelance Mari Luz Vidal y el interiorista Andrew Trotter: “¿Por qué no aprovecharlo para hacer exposiciones e invitar a amigos, editores, galeristas e interesados en fotografía?”. La idea se transformó en el Openhouse Proyect. Desde junio de 2012 Vidal y Trotter abren sus puertas a la fotografía documental: cada tres meses una nueva historia recorre las paredes de los salones, las habitaciones privadas y los pasillos en que en tres compañeros viven y duermen.

“Al principio era raro ver a desconocidos dar vueltas por mí cama”, recuerda Trotter: “Pero el ambiente facilita la confianza. Quién llega se presenta, habla y a menudo se toma un café con nosotros. Eso no lo harías en una galería”, señala. Por eso es fundamental conservar un pequeño formato: “La intimidad permite crear una verdadera red social entre los asistentes: han salido amistades y colaboraciones profesionales”, explica Vidal. Más de 1.000 personas han acudido a las diferentes convocatorias, tras pedir cita a través de la web.

Para exponer, solo piden “que se trate de trabajos personales, que documenten la realidad de su vida y se adapten a la atmósfera de una casa”. La venta se reparte el 70% para el autor y el 30% para Openhouse Project. La búsqueda de nuevos espacios lleva también a la artista alemana Christina Schultz a refugiarse en viviendas particulares. Acaba de lanzar You, your Wall and Me. Hasta el 20 de octubre los interesados en renovar su pared doméstica, el garaje o cualquier otro espacio con un collage figurativo del artista —del tamaño y la temática pactados— pueden apuntarse en su página web.

“Quiero enfocarme en la relación entre la obra y su entorno como en el arte callejero, pero sobre todo prescindir de intermediarios. En una galería los comisarios eligen el tema y el discurso de las obras”, relata Schultz. “Quiero trabajar diferentes argumentos, ser mí propio comisario y buscar un contacto íntimo con los interesados. En los últimos años es difícil que surjan ofertas de trabajo. El mercado está estancado y cerrado”, remacha. En la primera semana, quince personas se habían apuntado al proyecto a través de un cuestionario. “El cliente puede pagar su collage con comida, dinero o talleres, en función de la dedicación que yo pongo en su muro”. La artista planea organizar una ruta pública por sus collages diseminados por la ciudad, “si los ‘galeristas caseros’ quieren”.

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