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Los autónomos ya no trabajan solos

Córdoba cuenta con dos iniciativas de empresas de trabajo compartido

Los propietarios de la empresa Corab21, en Córdoba.
Los propietarios de la empresa Corab21, en Córdoba.juan manuel vacas

Cualquier autónomo o freelanceal que se le pregunte responderá que trabajar solo tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Entre las primeras, sin duda, destaca el hecho de mantenerse alejado de las tensiones de una oficina cerrada, con unos objetivos marcados pisándole los talones; o de las relaciones, a veces viciadas, entre compañeros y jefes. Entre las desventajas: la soledad, el aislamiento, la falta de contacto y la dificultad para obtener ayuda.

Pero desde hace un año, Andalucía ha visto proliferar una modalidad intermedia que combina lo mejor de ambas experiencias laborales y que ya funciona en otros países. La posibilidad de autogestionar el tiempo y las metas del emprendimiento individual, compartiendo un mismo espacio de trabajo y teniendo a mano los conocimientos y potenciales sinergias que se generan de la compañía con otros autónomos. Son los espacios de coworking que en una traducción algo libre podría denominase trabajo compartido.

En las faldas de la sierra de Córdoba, con unas vistas privilegiadas de la ciudad, nació hace poco más de 12 meses coSfera, el primer espacio de coworking de la ciudad y uno de los pioneros en Andalucía. Allí trabajan Fernando Hidalgo, Juan Manuel Molino y Luis Miguel López. Los tres, junto a otro socio, forman una empresa de desarrollo y aplicaciones informáticas. “Somos una factoría de software”, explica Hidalgo casi sin levantar la vista del ordenador. Ellos ocupan una de las salas de coSfera, por la que pagan 180 euros al mes, más 25 por cada socio que la ocupa. Mucho menos de lo que les costaría el mantenimiento de una oficina propia. Y con muchas más ventajas.

“El primer aspecto positivo de trabajar con más gente alrededor es la comodidad de saber que justo al lado siempre puede haber alguien que te eche una mano en materias que no controlas o que, directamente, desconoces”, prosigue este programador. “Por ejemplo, ahora estamos generando un sistema de servidores web con la ayuda de otro autónomo que está en coSfera, que es un experto en ese campo”, señala. “En este contexto, el intercambio de conocimientos, la generación espontánea de proyectos, el trueque de los mismos o incluso nuevos contratos, es más fácil”, justifica Hidalgo. “Y en gran parte se da porque aquí viene gente que, realmente, lo que quiere es hacer cosas”.

Un universo colaborativo

Los espacios colaborativos son mucho más que un lugar donde compartir trabajo. También se comparten experiencias, éxitos y fracasos. Esta dialéctica suele ser básica en las iniciativas andaluzas existentes (las primeras fueron Working Company, en Sevilla, coSfera y Cocorocó, en Granada) y las que se están gestando. Un ejemplo de este intercambio de visiones ocurrió el jueves en Córdoba, donde se celebró el primer OuiShare Andalucía. Allí se dio cita una decena de iniciativas colaborativas. Una actividad que contó con la colaboración con el Consejo Social de la Universidad de Córdoba.

No todos son emprendedores. También los empleados pueden beneficiarse de las ventajas de esta modalidad laboral. En especial, aquellos que ejercen el teletrabajo desde casa. Como Sergio Gómez, un cordobés contratado por una empresa sevillana de investigación y desarrollo de mecanismo de almacenamiento de energía quien, harto de trabajar solo desde casa, negoció con sus jefes una vacante en coSfera. “Me ayuda ver caras, hablar y compartir. Es como estar en una oficina, pero mucho mejor”, afirma.

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Hay un libro no escrito en coSfera, una suerte de tablas de la ley, que a Miguel Ángel Calero, uno de los impulsores de esta empresa de coworking le gusta repetir. Y sus cinco mandamientos, marcados por un radical espíritu optimista, son: apertura, colaboración, sostenibilidad, comunidad y ganar (tanto en el sentido de lograr las metas empresariales, como de obtener un rendimiento económico). Y eso se lleva, tanto al campo meramente práctico del espacio —en este antiguo chalet priman los ambientes diáfanos y el derribo de tabiques arquitectónicos es una constante— como al ámbito del concepto mismo de la empresa que ofrece el servicio y, también, de las iniciativas que cobija.

“Hay que cambiar la mentalidad de trabajo. El coworking ha venido para quedarse. Trabajar solo, enfrentarse solo en una competitividad extrema, no da resultado. Vivimos y trabajamos en comunidad. Y especializándonos cada uno en nuestro campo es más fácil colaborar con otros y ofrecer un valor añadido para lograr el éxito”, explica.

Calero, junto a Antonio Fernández y Pilar Manrique, pontifican con el ejemplo. Los tres trabajan en la misma consultoría de urbanismo que gestionaban antes de embarcarse en coSfera. Pero fue al mudarse a las faldas de la sierra, cuando se dieron cuenta de que la enorme amplitud de esa gran casa podía servirles tanto a ellos, como a muchos más. Un año después, en coSfera trabajan Miguel Ángel, Antonio y Pilar, pero al tiempo que dirigen la empresa colaborativa, prosiguen con su propia actividad urbanística, Y todo, en compañía de otras 36 personas que, a cambio de una cuota, tienen derecho a una mesa de trabajo, el uso de Internet y, sobre todo, la ventaja de ejercer sus diferentes oficios en un ambiente compartido y abierto a la generación espontánea de soluciones, proyectos o críticas constructivas.

CoSfera no está sola. Hace unos meses nació CoRab21, un espacio de coworking asociado al campus tecnológico de la Universidad de Córdoba Rabanales 21. Cuenta con dos sedes, una en el centro de la ciudad y otro en el propio parque tecnológico, más ligada a proyectos puramente técnicos y científicos. La iniciativa es, en parte, producto de la crisis, pues surge de un estudio de arquitectura que, al tiempo que disminuía su carga de contratos y la reducción de empleados, veía crecer el espacio de trabajo. La reinvención de la firma pasó por la reconversión de ese ambiente. Y del diseño de proyectos, se pasó al alquiler de microespacios bajo un régimen de coworking.

“Básicamente es un lugar donde compartir recursos, gastos y mantener el contacto con gente que vive tu misma situación”, señala la gestora de CoRab21, Rosa Cabrera. “Es un concepto nuevo y a mucha gente le cuesta entenderlo y lo confunden con una especie de vivero de empresas: una etapa previa antes de dar el salto para establecerse por su cuenta. Pero no es así, es una manera de trabajar”, apunta. De hecho, señala, la mayoría de los autónomos y minipymes a las que dan servicios “son empresas ya consolidadas”.

“El coworking se está imponiendo”, señala Antonio Fernández, de coSfera. “Cada vez más, las grandes empresas usan los principios del trabajo en comunidad para desarrollar nuevas líneas en sus productos o en sus ofertas”, prosigue. “La filosofía sigue siendo trabajar solo, en proyectos propios, pero con más gente a tu lado. Esto no es solo emprendimiento. Aquí pasan muchas más cosas. Aquí te enriqueces”, concluye Miguel Ángel Calero.

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