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Fundido a negro con tres personas

Los cines Renoir de Cuatro Caminos proyectaron el lunes su última sesión

El acceso a los cines Renoir en su último día de actividad, el lunes.
El acceso a los cines Renoir en su último día de actividad, el lunes.Samuel Sánchez

Los cines Renoir de Cuatro Caminos tuvieron la madrugada del lunes una despedida íntima. Silenciosa. Tan solo tres espectadores acudieron al último pase; la explicación, acaso, de su clausura. El cierre de las cuatro salas de este cine, situado hasta la fecha en el número 10 de la calle de Raimundo Fernández Villaverde (Chamberí), se había anunciado horas antes en la cuenta de Twitter del grupo Renoir. La última proyección estaba prevista para las once menos cuarto de la noche. Como en una película, el final de su historia llegaría tras El último beso, la cinta de Gabriele Muccino. Después fundido a negro.

En los títulos de crédito aparecen como protagonistas principales de ese cese la crisis, la piratería y la subida del IVA, según explica Enrique González, gerente de esos cines. Los mismos actores que se han llevado por delante otras salas de los alrededores. Los Renoir de Cuatro Caminos eran, con los Verdi, el penúltimo refugio de la versión original en la zona. También son las últimas salas que quedaban en los alrededores del distrito de Tetuán; ahora apagado cinematográficamente. Y ello, a pesar de la oferta: “Teníamos películas que podías ver por tres o cuatro euros si eras del club Renoir. Y si no, el precio medio era de seis euros”.

Es decir, 18 euros. O 12 en el caso de que esos tres espectadores, los últimos románticos de la sala, hicieran uso de su carné de socios. En estos cines, trabajaban además 12 empleados que también se han visto afectados por el cierre. “Pero hay otro problema que se plantea y es que estamos en medio de un proceso de digitalización de las salas y eso cuesta mucho dinero. Entonces tienes que tomar una decisión: o te gastas unos 250.000 euros y cambias los proyectores o cierras. Y tal y como está la situación por la bajada de público... Además, usar una sala de cine cuesta 50.000 euros; nosotros teníamos cuatro en Madrid. No salía rentable”, resume González con tristeza.

Tras la clausura de estos cines, las salas Renoir en Madrid se reducen a las de Princesa, Plaza de España y Retiro después del cierre en abril de los Renoir Majadahonda y su posterior transformación en una cooperativa. “Es algo que no valoramos para Cuatro Caminos. Esto es un negocio, no una ONG”, deja caer su gerente.

Los espectadores de los Renoir, sin embargo, pueden estar tranquilos: “Los cines que quedan están ya digitalizados y la zona tiene más vida, algo que ayuda”. Quizás otro de los problemas añadidos del complejo del barrio de Cuatro Caminos.

Una de las calles principales de esta arteria, Bravo Murillo, estaba hace años colapsada de salas, pero de aquella época solo quedan recuerdos en 35 milímetros. Lo demás son tiendas y comercios. “Se ha desmadrileñizado”, teoriza González. “Es lo mismo que ha pasado con la Gran Vía, que también ha perdido muchas salas. Es una pena. Ahora, a las 10 de la noche, cuando cierran las tiendas, está muerta, casi sin vida”, compara. Los Renoir de Cuatro Caminos se inauguraron en 1991. Fueron los segundos del grupo, tras los de Plaza de España. González cuenta que unas de las primeras cintas que se proyectaron fue Las edades de Lulú, de Bigas Luna. Todo un éxito de público. Aunque, en realidad, estos cines llevaban llenando sus salas desde mucho tiempo atrás. “Antes de los Renoir, fueron los cines Reggio y antes los Astoria”.

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¿Y, ahora, cuál será su futuro? “Probablemente acaben convertidos en una tienda de HM o un Zara. Es casi imposible que vuelvan a ser lo que fueron”.

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