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Alarma en Castellón y las Tierras del Ebro por la oleada de seísmos

La población siente el temblor de 3,9 grados que se atribuye al almacén de gas El seísmo ha sido el más intenso de los 250 registrados en las últimas semanas

“De repente, las placas de yeso del techo de mi casa empezaron a vibrar, noté sacudidas, creía que había algún ladrón caminando por el tejado intentando entrar a robar, me llevé un susto tremendo”, explica Jordi Delgado, vecino del municipio de Alcanar (Tarragona). Lo que vivió este farmacéutico de 29 años pasados 15 minutos de la media noche del domingo no fue un intento de hurto, sino un terremoto de 3,6 grados en la escala de Richter registrado en las inmediaciones del Proyecto Castor, el almacén de gas subterráneo ubicado a unos 20 kilómetros mar adentro de las costas de Alcanar y Vinaròs (Castellón) cuya actividad paralizó la semana pasada el Ministerio de Industria. Aquella noche hubo 22 seísmos, de los que la población sintió cinco. El mayor fue de 3,9 grados.

En Amposta (Tarragona), población cercana de las Tierras del Ebro, algunas familias se despertaron sobresaltadas: “Estaba acostada y la cama vibró, también se movieron las ventanas, mi marido estaba sentado en el sofá y le temblaron las piernas”, narra Tere García, de 30 años. Alrededor de las 4 de la madrugada el seísmo de 3,9 grados —el mayor registrado por el Observatorio del Ebro desde 1975— se dejó sentir en los cimientos de numerosas viviendas provocando la alarma entre los vecinos y encrespando más los ánimos.

En menos de un mes, tiempo en el que la empresa, Escal UGS ha retomado la inyección de gas colchón en las instalaciones, la zona ha sufrido una oleada de pequeños temblores. Se han contabilizado alrededor de 250. El Instituto Geográfico Nacional (IGN) trabaja en un estudio con el que intentará esclarecer el origen de estos seísmos. A la espera de los resultados, Industria mantendrá el cese de la actividad.

El trabajo estará listo en unas dos semanas, calcula Emilio Carreño, director de la Red Sísmica del IGN. La falta de episodios sísmicos de importancia hace que la tarea sea más laboriosa. “En las zonas donde hay mucha actividad se conocen los mecanismos de las fallas, se sabe cómo funcionan habitualmente, pero de aquí hay poca información, tenemos lo que puede obtener por la geología”, explica Carreño. El terremoto de más intensidad en la zona, 3,6 en la escala de Richter, ocurrió en Viver (Castellón) en 1973. En 1981 también se registró otro de 3,3 en el mar, en una zona muy próxima a la plataforma

La actividad sísmica “debe ser estudiada con profundidad y rapidez”, afirmó ayer Recaredo del Potro, presidente de Escal UGS, empresa controlada por ACS, quien recordó que las operaciones en la planta finalizaron el 16 de septiembre. Los responsables de la empresa, que prevén retomar las inyecciones de gas a finales de octubre, se reunieron con el Ministerio de Industria.

Todo lleva a pensar que los terremotos se deben al almacén de gas, aunque todavía no hay pruebas que permitan afirmarlo de forma concluyente, manifestaron miembros de Protección Civil de la Generalitat, representantes de la Dirección General de Minas y del Instituto de Geología catalán, informa Rebeca Carranco.

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Jonathan Gómez Cantero, vocal del Colegio de Geógrafos de España, alertó: “La multitud de temblores podría originar deslizamientos del talud y corrientes de turbidez: desprendimientos y corrimientos de tierra subterráneos que a su vez podrían provocar perturbaciones en la superficie del mar e incluso daños en zonas marítimas a causa de pequeños tsunamis”.

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