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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Fabra no puede ser el ‘nou Palleter’

El presidente valenciano no es consciente de que la sociedad ya ha pasado página al modelo caduco y agotado del PP

El debate de la Comunitat 2013 ha puesto de relieve quién es quién en un acto degradado de drama a vodevil por obra y gracia del Partido Popular. La tarjeta de presentación no era muy buena. El hecho de pedir en el Congreso, en el último minuto, la retirada de una reforma del Estatuto que suponía más de 500 millones adicionales en inversiones para la Comunitat Valenciana, acordada por unanimidad en Les Corts Valencianes, demostraba, como nunca, el poco peso de un Fabra y un PPCV incapaces de influir ni en el PP de la Carrera de San Jerónimo, ni sobre los diputados por listas valencianas.

Lo cierto es que Fabra es un “designado” por el PP de Génova para reemplazar a Camps. Nadie lo ha elegido para ser President y la forma en que se aupó a Cavallers 2, le acercan más a un ocupa que a un suplente. Ninguna de las dos opciones es políticamente aceptable para los intereses de las valencianas y de los valencianos. ¿Se puede esperar que alguien que es designado albacea testamentario del PPCV por Rajoy y su equipo luche a cara de perro contra ellos por los intereses de los valencianos y de su Comunitat? Evidentemente no. Es un espejismo que el PP recreó para dar vida a un posible proyecto de Fabra que buscase regenerar la deriva absoluta en la que cayó, y sigue, la Comunitat. La sucesión del régimen desde dentro del régimen. Un deseo imposible para el que Fabra ni siquiera ha gozado del apoyo de muchos de los suyos.

Fabra hizo su elección, nadie puede dudarlo y tampoco puede llamarse engaño. Entre la Comunitat Valenciana y el PP, Fabra eligió PP. Hoy sabemos, además, que Fabra acepta, al contrario de su predecesor, que en la Comunitat hay al menos 23 cosas que no funcionan. Algo es algo. Eso sí, muchas de ellas son por mor de la anómala financiación, que no se quiere corregir.

Este discurso de la resignación reviste detalles de negligencia culpable. Cuando los valencianos sufren o mueren por las deficiencias en los servicios públicos de salud, no se trata solo de imponderables. Con mejor financiación, habría menos problemas en ese terreno.

Así, podríamos seguir una por una con todas las deficiencias aceptadas. Cuando se reclama más y mejor financiación, cuando se reclama la deuda histórica, no es para seguir ofreciendo nuevas glorias a España, sino para dar a los valencianos el nivel de vida que se han ganado, para rescatar de la exclusión social a un buen número de ciudadanos de la Comunitat y para continuar por una senda de crecimiento que permita, día a día, año tras año, vivir mejor a todos los valencianos y también a sus hijos. La financiación que Fabra no persigue, no se la escamotea a la Comunitat, se la sustrae a los valencianos.

La lista de deficiencias es tan conocida y larga que ni puede incluirse aquí ni es necesario incluirla. Lo que sí es preciso decir, dejar claro, es que la Comunitat Valenciana merece y necesita un President, no un Consejero delegado del PP de España. Alguien que dé la cara y se parta el pecho por los valencianos, no un representante de un poder y unos intereses ajenos, cuando no opuestos, a los de los valencianos. Cuando más necesitamos un President con los pies en el suelo Fabra ha demostrado en este debate que está fuera de la realidad, en una dimensión tan virtual como lo ha sido la rentabilidad de los grandes eventos del PP.

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Porque, y esto es lo más grave, la realidad no se compadece con la intervención de Fabra acerca de la mejora de la economía española y/o valenciana en 2013 sobre el año anterior.

Todos los informes económicos apuntan a la misma situación. Una mejora, eso sí, de la balanza comercial, merced a una caída de las importaciones, a causa de la caída del consumo interno, y al aumento de las exportaciones. El resto de indicadores permanecen igual o peor.

La bondad del dato anterior explica con precisión la calamidad en la que se encuentra la economía española y por ende, la valenciana.

Es la depauperación de las clases medias españolas mediante las políticas de ajuste, la que ha provocado la caída del consumo interior, tanto de los productos nacionales como foráneos. Esta caída del consumo, todavía más rápida que la de la producción, por y junto con un severo ajuste salarial a falta de poder acudir a una devaluación competitiva, ha generado un excedente de producción exportable a precios competitivos.

Cobramos menos, somos más pobres y por tanto consumimos menos, lo que provoca que podamos exportar a precios competitivos lo que nosotros no podemos consumir. La descomposición del indicador apunta en dos direcciones: las importaciones de bienes de producción ha crecido en un 16%, lo que al tiempo viene a confirmar que la caída del consumo interno es aún más pronunciada de los que las cifras en grueso dan a entender.

Se ha recuperado un indicador, nuestra balanza comercial, a costa de unas medidas de ajuste que malogran la eventual recuperación del resto de indicadores: Empleo, Producción Industrial, Confianza de los consumidores, Confianza de las empresas, venta de inmuebles, créditos hipotecarios, créditos comerciales, Déficit de caja de la Administraciones Públicas, es decir, desequilibrio fiscal pese a los recortes. Todo igual o peor que hace un año. En cuanto a la famosa prima de riesgo, sus movimientos pueden ser tan inesperados y zigzagueantes como los de un cohete borracho de 20 salidas.

Hemos regresado al año 1959 y su plan de estabilización. Excepto el marco político de una dictadura, el resto se ha recuperado, incluida la emigración de los trabajadores. Política del FMI en estado puro.

Las políticas de austeridad del PP no nos llevan al crecimiento, al contrario, han estado cebando la máquina de engordar la depresión en la medida que el modelo de crecimiento español se fundamenta sobre el consumo, y gran parte de este sobre la construcción y venta de viviendas.

Se creía al principio que la crisis podría ser meramente coyuntural como las anteriores, pero en la medida en que el modelo de crecimiento es el que se ha apuntado antes y la crisis tiene precisamente un origen hipotecario, ésta ha pasado de ser estrictamente coyuntural a ser estructural.

Si realmente el Sr. Fabra está convencido de la extraordinaria mejora de la economía valenciana, es bien sencillo, que lo demuestre.

Si esa mejora le permite, según él, rebajar impuestos, ante la evidente negativa ya anunciada por el Sr. Montoro, al que nuestro Honorable President se pliega a cada oportunidad, mejor haría en ir pensando restablecer los derechos e ingresos de los valencianos y valencianas, entre ellos los funcionarios, que con tanta rapidez como autoritarismo fueron suprimidos por su gobierno.

Lo bien cierto es que más allá de unas cuantas medidas de cosmética impositiva, algunas de ellas por imperativo legal –este President tiene la mala costumbre de hacer pasar derechos por regalos- la situación de la Comunitat sigue siendo, a nuestro pesar, de emergencia. Cerraremos 2013 con el peor dato de PIB de España y todo apunta a que en 2014 también estaremos a la cola. Y este diferencial de crudeza en la crisis sólo es achacable a veinte años de mal gobierno del PP que han llevado a esta tierra al pozo en el que estamos.

Dos décadas vendiendo ficción por realidad. Fabra lo ha vuelto a intentar otra vez. Pero no es consciente de que la sociedad ya ha pasado página a este modelo caduco y agotado, y del que él es tan sólo es la encarnación de un proyecto finiquitado. Los socialistas, como hemos demostrado durante este Debate con la presentación de casi 200 propuestas tenemos ahora la responsabilidad de liderar un nuevo proyecto de prosperidad para la Comunitat. Convocamos a toda la sociedad para hacerlo realidad.

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