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opinión

¿“Y por qué yo no”?

El PSOE tiene necesidad de elegir rápidamente a su secretario general en unas primarias

Tomo prestado el título del artículo de unas palabras dichas por mi secretario general del PSE de Bizkaia que en una reciente entrevista subrayaba el sentido “tremendamente democrático” del PSOE al referirse a las elecciones primarias que tiene pendiente de realizar. Decía: “Eso (las primarias) provoca ilusión y habrá muchos compañeros, conocidos o desconocidos, que digan ‘¿por qué no yo’?, ya me gustaría que esto lo hiciera el resto de los partidos”. Tiene razón, aunque estoy seguro que él no negará la mía si le digo que las elecciones primarias, siendo ya un procedimiento de elección interna vigente durante más de doce años, y contenido en los Estatutos del PSOE desde entonces, siempre han provocado convulsiones, luchas intestinas e incertidumbres que, como poco, deben ser calificadas como “extrañas”. Las sucesivas direcciones, nacionales o regionales, siempre han mirado con ojos resentidos a quien ha optado por presentar su candidatura sin haber pedido permiso o haber contado con su aquiescencia. Siempre se ha usado el peregrino argumento de que quiebra la unidad y divide a la militancia.

 Ahora estamos los socialistas españoles en un momento delicado por esa causa. La derrota del PSOE y la persistencia del secretario general en permanecer al frente del partido sin fijar un marco temporal en el cual dar la palabra a los militantes para que certifiquen su idoneidad, son las dos razones más consistentes para explicar la desbandada que aflige, no solo a los socialistas sino a los españoles en general. No solo un PSOE que disponga de respuestas ante los problemas que acechan a todos, también un PSOE debidamente organizado que fundamente su fuerza y su credibilidad ante la sociedad en esa organización. Las respuestas a los problemas vendrán del debate anunciado para la Conferencia Política anunciada para dentro de unos meses. Lo mejor será que a ella acudamos los socialistas sin la merma que supone estar supeditados a los deseos de las direcciones regionales, que en tantas ocasiones consideran sus ámbitos como reinos de Taifas, y como tal los gobiernan.

¿Para cuándo serán convocadas? ¿Quiénes se presentarán a la elección? ¿A qué intereses internos obedecerán? ¿Qué dirección e ideas imprimirán al futuro o, al menos, prometerán imprimir? Yendo más lejos aún: ¿socialismo o socialdemocracia?, ¿socialdemocracia o social-liberalismo?, ¿o quizás sólo pragmatismo? Sin embargo, a tenor de cuanto viene aconteciendo en el debate de la calle, importan los nombres, pero no todos, porque el catálogo se limita, de momento, a cuatro personas: Patxi López, Eduardo Madina, Carme Chacón y el mismo Alfredo Rubalcaba. Ninguno de los cuatro ha anunciado su disposición definitiva, ¿será porque no lo han decidido en su fuero interno, o será porque el vértigo les coarta? Salvo Carme Chacón que, tras quedar fuera de la dirección y los órganos decisorios actuales ha anunciado que va a Miami a cumplir un corto periplo universitario, pero “mantiene su apuesta por liderar el PSOE”, los demás han esquivado las preguntas de los periodistas. Tampoco ella se ha comprometido en serio pero de momento su actitud ha sido la más valiente y arriesgada.

De lo dicho por unos y otros solo cabe sacar una conclusión: los intereses están por delante de las ideas, los riesgos y las incertidumbres pesan más en ellos que las certezas y las seguridades. Es decir, que en tiempos en que la izquierda y los socialistas más tenemos que mostrar nuestra fuerza e intenciones desfilando de frente y con el mentón levantado, lo hacemos de perfil y mirando de soslayo hacia todos los lados. ¿Habrá más socialistas capaces de coger este bravo toro, de la crisis, de la desigualdad, de la pérdida de derechos, de la pobreza rampante, de la falta de libertades, de la indignidad y de la libertad vigilada, por los cuernos, y doblegarle? Sería bueno que hubiera. Sí, han de ser personas preparadas, personas con ciertas dotes de liderazgo, pero sobre todo han de ser personas bien intencionadas, decentes y buenas. Sólo eso. Todas las condiciones extraordinarias que algunos exigen a sus futuros representantes públicos dan pie a posturas autoritarias.

El PSOE tiene que reflexionar, pero lo hará torpemente y con laxitud si no elige rápidamente a su futuro secretario general mediante un proceso libre y muy abierto que no muestre tantos recelos y amedrente a tantos y tantos socialistas honrados como formamos el PSOE y la sociedad en general. Siguiendo a mi secretario general de Bizkaia, lo mejor será que la actual dirección, —el aparato, vamos—, facilite que cualquier afiliado con ganas y pundonor, honrado y diligente, se atreva a decir en alta voz “por qué no yo”… Y obre en consecuencia.

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