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Un libro póstumo de Eugenio Trías recoge su pasión cinéfila

El filósofo reflexiona sobre “el arte específico del siglo XX”

El filósofo Eugenio Trías.
El filósofo Eugenio Trías.BERNARDO PÉREZ

Eugenio Trías, fallecido el pasado febrero, fue un trabajador infatigable, probablemente porque dedicaba el tiempo a sus pasiones: la filosofía, la música y el cine. Fruto de ese trabajo que el pensador ejerció hasta el momento de su muerte, es De cine. Aventuras y extravíos(Galaxia Gutenberg), libro póstumo en el que expone las aportaciones del cine, “el arte específico del siglo XX”, para decirlo con sus palabras. Trías dejó el libro terminado, titulado e incluso con indicaciones específicas sobre la ilustración de la cubierta (un fotograma de un filme de Tarkovski).

Trías estaba trabajando sobre la música cuando tuvo que dejarlo. El tratamiento para combatir el cáncer que acabó con su vida le afectó al oído. Entonces decidió centrarse en el cine. Tras no pocas reflexiones elaboró su cánon particular (el lector podrá encontrar sugerencias al respecto en el epílogo de la obra). Lo más duro, explicó ayer su colega y amigo Rafael Argullol, fue dejar de lado directores que también le entusiasmaban. Finalmente, los elegidos fueron Fritz Lang, Alfred Hitchcock, Stanley Kubrick, Orson Welles, Francis F. Coppola, Andrei Tarkovski, Ingmar Bergman y David Lynch.

Elena Rojas, esposa de Trías, explicó que hay un cuaderno con anotaciones del filósofo sobre el próximo volumen dedicado al cine. Hubiera incluido, explicó Rojas, a Renoir, Rossellini, Antonioni, Capra, Wilder y Buñuel, entre otros. Argullol también se refirió al aprecio que Trías sentía por estos directores y a las dudas que le asaltaban cuando elaboraba el índice de la obra. Argullol fue primero alumno de Trías, luego compañero y durante los últimos 30 años, “amigo íntimo”. “Muchas tardes, durante mucho tiempo casi cada semana, íbamos juntos al cine”. Y es que para Trías el cine era “un acto social”. En el libro evoca sus primeras sesiones en el desaparecido cine Partenón (Balmes con Roselló), así como las sesiones dominicales en familia en el Publi, el Kursaal o el Alexandra.

En los últimos tiempos, se había instalado una gran pantalla en su casa y podía ver hasta tres películas diarias, siempre con el mismo espíritu primerizo. Y luego, explicó su hijo David, cuando llegaba Elena a casa podía ver otra y, sobre todo, comentarlas.

La obra que ahora se publica, señaló Argullol, es “peculiar y muy personal”. No se trata de una historia del cine sino de sus pulsiones sobre el cine. “Eugenio, un hombre de una muy amplia cultura, era capaz de ver en una determinada imagen la reminiscencia de un cuadro de Piero della Francesca, o de percibir el significado musical de los filmes”. De hecho, en el volumen se insiste, también, en la gran importancia de algunos compositores en relación con la obra de autores como Coppola o Hitchcock. Además, Trías leía, cuando hacía al caso, las obras literarias que habían servido de inspiración para el guion de la película, para cotejar luego las variaciones entre las dos narraciones.

No es la primera vez que Trías hacía un libro sobre cine. Hace unos años apareció Vértigo y pasión, dedicada al famoso filme de Hitchcock, que calificó de verdadera obra maestra, hasta el punto en que en esta obra se refiera a esa película como “la más compleja y la más hermosa de todas. Un poema trágico de imagen y sonido: una sinfonía visual”.

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De cine. Aventuras y extravíos fue presentado ayer en la librería La Central, en Barcelona. Además de Argullol, Rojas y David Trías, acudió también el editor Joan Tarrida, quien resaltó la profesionalidad del filósofo que entregaba originales impecables y cuidaba hasta los detalles tipográficos.

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