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ROCK
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Todos de acuerdo

David Byrne y St. Vincent presentaron en el Auditori de Barcelona un espectáculo global, redondo y realizado con más imaginación que desparrame de medios

Byrne (izquierda) y St. Vincent (derecha), en el Auditori.
Byrne (izquierda) y St. Vincent (derecha), en el Auditori.CONSUELO BAUTISTA

David Byrne regresó a Barcelona y triunfó por todo lo alto. El Auditori registró una entrada magnífica y vibró de principio a final. Un espectáculo soberbio, de los que le devuelven a la música en directo su razón de ser en esta época de sonoridades intangibles desparramadas desde alguna nube.

David Byrne & St. Vincent

Auditori

Barcelona, 7 de septiembre de 2013

Esta vez Byrne llegaba acompañado de la joven Annie Clark, más conocida como St. Vincent, para presentar el disco que han grabado juntos, Love This Giant. Una apuesta de futuro sumamente atractiva pero ni él ni su público quisieron desprenderse de su glorioso pasado: cuando realmente se calentaron los ánimos hasta el rojo vivo con todo el público en pie y en movimiento fue cuando el escocés abordó temas de Talking Heads. Los finales Burning down the house y Road to nowhere sonaron con una contundencia altamente infecciosa, un bombazo ante el que nadie podía resistirse, ni los viejos fans, que los había y muchos, ni la modernidad exultante (tipo Sonar, para entendernos) que dominaba en la platea. Todos de acuerdo.

Byrne y St. Vincent presentaron un espectáculo global, redondo en todos los aspectos pero realizado con más imaginación que desparrame de medios. Nada de pantallas gigantes, vídeos espectaculares o resplandeciente atrezzo. Escenario pelado, solo altavoces y focos, cortina de fondo (la del local) y énfasis total en la música, en el movimiento constante y bien coreografiado de todos los participantes y en un juego de luces excepcional. Una brass band de ocho músicos, apoyados por un teclado y una batería, creaban un envoltorio sonoro potente y cargado de sugerencias a medio camino de las modernas marching bands de Nueva Orleans y las pistas de baile. Un entramado sonoro mesmerizante que tanto servía para los temas recientes como para los ya conocidos, que revivían con nueva fuerza.

Sobre esa potencia sonora los dos líderes compartían protagonismo a partes iguales, aunque el carisma y la fuerza escénica de Byrne (la veteranía es un grado) se comía por momentos al buen hacer de St. Vincent. El concierto comenzó con temas del nuevo disco y un par de canciones de St. Vincent antes de que Byrne hiciera saltar chispas por primera vez con This must be the place del histórico Speaking in Tongues de los Talking Heads. Arrollador, el toque de brass band le sentaba de maravilla. Y así siguió la cosa durante más de 90 minutos con el público siempre en vilo y el listón muy alto, desbordándose los ánimos cuando Byrne miraba hacia atrás: Wild wild life sonó realmente salvaje en ese nuevo contexto.

Ritmo implacable y cantidad de sugerencias visuales conformaron algo más que un simple concierto. Un auténtico regalo para los sentidos de esos que, además, levantan el ánimo del personal a pesar de los pesares: a la salida todo el mundo sonreía.

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