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Juego de espías entre Zaragoza y Martorell

La grabación a Sánchez-Camacho destapa los contactos de cargos de PSC y CiU con los detectives de Método 3

Xavier Martorell.
Xavier Martorell.

Hubo un tiempo en que fueron las dos potencias hegemónicas del mapa político catalán. Como tales, el PSC y CiU entablaron una guerra fría no exenta de cierto espionaje. En el seno de ambas formaciones surgieron figuras que, sin saberlo, contrataron los servicios de una misma agencia de detectives (Método 3) para descubrir y airear trapos sucios del enemigo. Los hombres que jugaron a espías tienen apellido de ciudad: el socialista José Zaragoza y el nacionalista Xavier Martorell. Superado el telón de acero,ambos han caído en desgracia por el escándalo que supuso la grabación de un almuerzo entre la líder del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, y la exnovia de Jordi Pujol Ferrusola, Victoria Álvarez, que relató los supuestos negocios ilícitos del hijo del expresidente catalán.

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El caso Método 3 ha derrumbado al otrora todopoderoso secretario de Organización del PSC. Los documentos del sumario (correos electrónicos, notas de agendas) le señalan como la persona que encargó grabar la comida en La Camarga, en julio de 2010. Esas revelaciones y la falta de apoyo de su partido —empezando por Alfredo Pérez Rubalcaba— le forzaron a dimitir, el pasado jueves, de la Ejecutiva del PSOE, aunque no ha abandonado su escaño en el Congreso. Zaragoza sigue así los pasos de Martorell, que hace tres meses dimitió como director general de Prisiones de la Generalitat por su relación comercial con Método 3 cuando era jefe de seguridad del Barça.

Zaragoza y Martorell aún no han sido citados a declarar ante el juez, pero su imputación pende de un hilo. Los investigadores analizan ahora el ordenador de la gerente del PSC, Lluïsa Bruguer, para reforzar los indicios contra el dirigente socialista y pedir que el Tribunal Supremo (dada su condición de aforado) le impute. Según un informe policial, el PSC pagó 1.750 euros a la agencia por ese encargo. Los documentos son elocuentes: el 9 de julio, dos días después de la comida, Elisenda Villena —exdirectiva de Método 3 y su contacto en la agencia— refiere una “cita pendiente” con Zaragoza. Días más tarde, la investigadora explica a la gerente que tiene una “factura para dar” a su “jefe”.

El sumario ha destapado que el espionaje no era algo puntual. Zaragoza acudió a Método 3 para investigar la presunta financiación de Convergència en el caso Palau y para averiguar el domicilio del alcalde de Badalona, el popular Xavier García Albiol, ante la sospecha de que estaba empadronado de forma irregular en la ciudad.

“A Zaragoza le iba ese juego, quería saberlo todo y usaba esa información. Martorell era más reactivo”, explica una fuente próxima a CiU para marcar distancias entre los dos personajes. Y lo cierto es que hay diferencias. Mientras que Zaragoza ocupaba un lugar central en el PSC, Martorell nunca ha ocupado un cargo de relevancia y ha estado más ligado a las interioridades de los Mossos.

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Los investigadores no descartan que los detectives tengan razón cuando dicen que Sánchez-Camacho o su entorno estaba al corriente de la grabación

Sobre el espionaje a Camacho, persisten dudas. Los investigadores no descartan que los detectives tengan razón cuando dicen que la dirigente popular (o, al menos, su entorno) estaba al corriente de la grabación. Distintas fuentes apuntan a la cercana relación que a la sazón mantenían Zaragoza y Camacho. Sin tener en cuenta esa afinidad, hay preguntas que resultan más difíciles de responder: ¿Cómo y de la mano de quién supo Método 3 que la comida iba a tener lugar? ¿Por qué Camacho, tal como se oye en la grabación, no se extraña de que un “asistente” —un extrabajador de Método 3— se presentara en el restaurante un día antes?

Los vaivenes de Camacho —primero dijo que llegaría “hasta el final” y después pactó con la agencia para cerrar el caso— tampoco reman a su favor, añaden las mismas fuentes. La prueba de fuego será la previsible declaración de Zaragoza, que hasta ahora lo ha negado todo. Si la dirigente popular estaba al corriente, no hay grabación ilegal y, por tanto, no hay delito.

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