_
_
_
_
_

El PP de Benaguasil se gastó un millón del Plan E en construir una discoteca

La instalación permanece cerrada y ha perdido más de 180.000 euros en tres años

Joaquín Gil
La discoteca B-Club de Benaguasil la semana pasada cerrada a cal y canto.
La discoteca B-Club de Benaguasil la semana pasada cerrada a cal y canto.JOSÉ JORDAN

Por las calles de Benaguasil (Valencia, 11.200 habitantes) circula la maledicencia de que las copas en el pueblo las subvencionaba el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Algunos vecinos refieren con esta ironía la actividad desarrollada desde hace tres años por B-Club, una flamante discoteca de aspecto modular levantada con 1,1 millones del primer Plan E del Ejecutivo socialista. El Ayuntamiento disolvió el 8 de agosto la sociedad. La instalación de tres plantas con aforo para 965 personas consumió 1,4 millones de fondos públicos. El Gobierno costeó el edificio sobre suelo municipal y la Diputación de Valencia (50.000 euros) y el Ayuntamiento, el mantenimiento. Al contrario de lo que sostenían los vecinos, las copas no corrían a cargo del mandatario socialista, sino a escote del consumidor. Costaban diez euros, cinco si se asistía durante la hora feliz, entre la 1.00 y las 2.30, según un flyer que instaba a “beber con moderación”. 

El alcalde defiende la iniciativa con el argumento de que “otros hacen aceras”

B-Club fue una apuesta del alcalde popular de Benaguasil Joaquín Segarra, que encadena tres legislaturas de mayorías absolutas. El regidor concibió en 2008 levantar un “complejo cultural” en el polígono industrial. Pretendía evitar el éxodo de jóvenes en coche a otras poblaciones los fines de semana. La discoteca más cercana estaba en la vecina Pobla de Vallbona, a un kilómetro y medio. “No solo fue discoteca. Se organizaron monólogos y conciertos de grupos valencianos. Le gustaba mucho a la gente de izquierdas”, recuerda Segarra, que todavía hoy defiende una iniciativa que sólo acumuló pérdidas: 43.496 euros (2010), 55.256 (2011) y 81.472 (2012).

Para captar la subvención del Gobierno, el Ayuntamiento camufló la discoteca de “casal multiusos”, aunque ya existían tres espacios en el pueblo de estas características, según la oposición. “Fue en el primer Plan E, teníamos que presentar los proyectos inmediatamente”, justifica el alcalde, que insiste en la utilidad del espacio entre los jóvenes. Para los menores de edad, B-Club organizó en diciembre de 2010 una sesión sin alcohol con el reclamo de la presencia del bailarín Benji de Fama Revolution. La entrada costaba 7 euros y, entre los asistentes, se sortearon móviles de última generación.

La sociedad de la discoteca nació en agosto de 2010. Al frente, el concejal del PP Stephane Soriano. La idea desató las críticas desde su gestación. Los empresarios del sector acusaron a la sala pública de competencia desleal. La oposición denunció que alentaba el consumo de alcohol y aglutinaba botellones. EU que se repartían pases VIPS entre los afines al PP. “Tuvimos la tentación de pedirle al Gobierno que revisase la subvención”, admite la socialista Rosa Peris, que destaca que la sala no superaba la veintena de clientes y los 200 euros de recaudación algunos fines de semana. “El edificio estaba mal insonorizado, la música se oía en La Pobla de Vallbona”, añade el coordinador local de EU, Pep Espinosa. Su coalición cifraba hace dos meses en 65.962 euros las deudas municipales con los proveedores de B-Club. El Ayuntamiento solicitó 1,6 millones en 2012 a Hacienda para pagar facturas.

La discoteca con dos pistas y pinchadiscos residente permanecía esta semana cerrada a cal y canto como un buque espectral. Su promotor acusó en el último pleno a la oposición de orquestar una campaña en Internet para precipitar el final, según el PSPV. El alcalde defiende convencido su proyecto. “Otros hicieron aceras”.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Joaquín Gil
Periodista de la sección de Investigación. Licenciado en Periodismo por el CEU y máster de EL PAÍS por la Universidad Autónoma de Madrid. Tiene dos décadas de experiencia en prensa, radio y televisión. Escribe desde 2011 en EL PAÍS, donde pasó por la sección de España y ha participado en investigaciones internacionales.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_