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Arteta arropa a Víctor Pablo Pérez en su despedida de la Sinfónica

La soprano agradece al pueblo gallego la solidaridad con las víctimas del accidente de Angrois

Arteta y Victor Pablo Pérez saludan al público al final del concierto.
Arteta y Victor Pablo Pérez saludan al público al final del concierto. XURXO LOBATO

La Orquesta Sinfónica de Galicia despidió anoche, con una notable asistencia de público en el segundo de los conciertos programados en la plaza de María Pita como parte de las fiestas de la ciudad a Víctor Pablo Pérez como titular de la orquesta. El orballo aportó una nota melancólica y un buen motivo de discusión entre los asistentes: los paraguas abiertos por buena parte de los espectadores impedían la visión del escenario a los de las filas de atrás.

En este ambiente comenzó el concierto para el que Víctor Pablo Pérez había programado, casi como un manifiesto estético, un repertorio de sus compositores preferidos. La primera obra fue el allegro maestoso de la Sinfonía nº 2 de Mahler. Una pieza dura, con momentos espectaculares, y tan representativa de la música del compositor bohemio como de otra de las costumbres del director burgalés: programar música fúnebre - una marcha en este caso, como otras veces fueron misas de réquiem de diversos autores- en sus conciertos fin de ciclo. La obra cosechó un tibio aplauso del público, que apenas permitió a Víctor Pablo salir a saludar por segunda vez.

Bruckner ha sido otro de los compositores favoritos de Víctor Pablo a lo largo de sus dos décadas como titular de la orquesta. El canto inicial en pizzicato del scherzo de la Sinfonía nº 9 parecía emular el goteo de esa lluvia ya felizmente ausente de la plaza. Luego, la sucesión de ese punteado con momentos bucólicos y otros de secos acordes reforzados por el timbal mantuvieron esa tensión de largo aliento tan bruckneriana y difícil de lograr.

Durante su periodo de dirección titular de la OSG, Víctor Pablo ha ido creando una red de solistas de confianza. Y si hay una cantante con la que existe un perfecto entendimiento artístico, esa es Ainhoa Arteta. Su buen hacer escénico y un marcado sentimiento impregnaron su lectura de Los cuatro últimos lieder de Richard Strauss. El límpido y terso solo de trompa de David Bushnell aportó momentos de gran belleza.

Luego, la soprano tolosarra regaló al público Morgen, otro lied de Strauss, con una sentida dedicatoria “al pueblo gallego, por la solidaridad y amor que ha demostrado” a raíz del accidente de Angrois, en una versión muy sentida acompañada de un precioso solo de violín de la concertino invitada. Acabó el concierto con la interpretación de una canción de cuna vasca, “una de las más queridas canciones de mi tierra; que, naturalmente, es también vuestra tierra”.

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