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EL BOOM URBANÍSTICO

El litoral valenciano es un desastre

Greenpeace asegura que la Comunidad Valenciana reúne el mayor número de municipios que han sufrido el urbanismo salvaje

Una vista aérea del litoral de Calp.
Una vista aérea del litoral de Calp.CARLES FRANCESC

El boom de la construcción ha dejado una cicatriz permanente en la Comunidad Valenciana: es la segunda con mayor porcentaje de costa urbanizada en España, un 51% de su total, por detrás solamente de Ceuta y Melilla (un 59%). También es la autonomía que registró el mayor aumento porcentual de la zona costera ocupada entre 1987 y 2005, un 43% (un 74% en Castellón, un 71% en Valencia y un 26% en Alicante). Sus municipios figuran entre los más urbanizados de España, los cuales están en el top 10 de la destrucción el alicantino de Calp, el valenciano de Oliva y el castellonense de Oropesa.

Son datos del informe Destrucción a toda costa 2013, de Greenpeace, divulgados este jueves, justo en el momento que las personas más aprovechan la playa y, por supuesto, todo el cemento que hay a su alrededor.

El estudio, que utilizó imágenes de satélite por primera vez en 13 años, se centra en la franja de 500 metros de costa, en los que se ubican cerca de 500 municipios distribuidos en 23 provincias distintas de diez comunidades y dos ciudades autónomas. Se trata principalmente de pequeñas ciudades en el litoral que han atraído tanto españoles como europeos en general, en busca de un sitio tranquilo para vivir o pasar las vacaciones y lejos del caos urbano de las grandes metrópolis.

Los datos de Greenpeace

  • La Comunidad Valenciana registra el incremento más rápido de construcción en la franja de 500 metros de protección del litoral y la mayor tasa de ocupación. Los datos son del periodo 1987-2005. El litoral valenciano, con un 51%, es el más urbanizado de España. Por provincias, Castellón, 40%; Alicante, 59% y Valencia, 46%. Aumentó la construcción un 43%. En Valencia esta subida fue del 71%, en Alicante del 26%, y en Castellón, del 74%.
  • Los municipios que más han contribuido a destrozar la franja litoral son, por este orden: Calp (Alicante), Oliva (Valencia), Oropesa (Castellón), Cullera (Valencia), Pilar de la Horadada (Alicante), Sagunto (Valencia), Torrevieja (Alicante) y Vinaròs (Castellón). Los tres primeros se encuentran entre los diez que más han destruido la costa. El resto forman parte de una clasificación de los 25 municipios que menos han respetado el litoral.
  • Las poblaciones con mayor aumento de ocupación entre 1987 y 2005 fueron: Oliva (Valencia) 567%, El Poble Nou de Benitatxell (Alicante) 541%, Burriana (Castellón) 339%, Alcalà de Xivert (Castellón) 224%, y Cullera (Valencia) 187%.
  • Los municipios con mayor superficie ocupada: Benissa (Alicante) 100%, Finestrat (Alicante) 100%, La Pobla de Farnals (Valencia) 96%, Benicàssim (Castellón) 92% y Pilar de la Horadada (Alicante) 83%
  • Términos municipales menos urbanizados: Albalat dels Sorells (Valencia), Cabanes (Castellón), Foios (Valencia), Massamagrell (Valencia), Meliana (Valencia) y Torreblanca (Castellón)
  • Localidades con mayor protección efectiva: Cabanes (Castellón) 78%, L'Alfàs del Pi (Alicante) 76%, Sueca (Valencia) 74%, Peñíscola (Castellón), 44% y la ciudad de Valencia, 41%
  • Porcentajes de protección total y efectiva: 25% y 13%, respectivamente.

La Comunidad Valenciana destaca en este contexto. Su costa es conocida por atraer españoles, ingleses y alemanes en fase de jubilación. Es también conocido el esfuerzo de las administraciones locales y autonómica para incrementar el turismo en la región, lo que se traduce en grandes obras de infraestructura. Pero caminar por el paseo marítimo, hospedarse o vivir delante del mar, y comer al lado de la playa tienen su precio.

La alta demanda estimuló una especulación inmobiliaria desenfrenada que, además de dañar la economía, convirtió paisajes naturales en zonas cementadas. El verde se convirtió en gris.

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El municipio de Oropesa es apuntado por Greenpeace como uno de los principales ejemplos de construcción imparable durante los años de burbuja inmobiliaria. La ciudad castellonense presenta uno de los porcentajes más elevados de incremento anual de superficie artificial, casi un 2%. Es donde, además, se encuentra Marina D’Or, el mega proyecto urbanístico que cuenta con apartamentos, hoteles y balnearios turísticos que ocupan toda la zona de litoral.

Otra localidad destacada por la entidad ecológica es el municipio alicantino de Calp, donde se construyó sobre zonas de “gran valor ecológico”, como salinas y marismas. Edificios de gran altura pasaron a mezclarse con el azul del mediterráneo. En concreto, el 70% de su primera franja está ocupada y el incremento anual de la superficie es de casi un 0,5%.

El municipio valenciano de Oliva, finalmente, es lo que más ha aumentado su superficie artificial desde 1987, multiplicado casi por siete el número de ocupaciones en la zona costera. El 50% de la franja de los primeros 500 metros ya está ocupada.

Además de los impactos medioambientales, Greenpeace subraya los efectos negativos para el turismo las zonas costeras. Según la entidad, el urbanismo salvaje tendrá como consecuencia “que peligre el sector [turístico] a corto plazo, en favor de otros lugares con mejores paisajes y calidad del agua”.

La ONG ecologista llama la atención sobre los efectos del calentamiento global. Greenpeace asegura que su impacto en el Mediterráneo será más notable, con un aumento de 20 centímetros en el nivel del mar y la consecuente inundación de las estructuras urbanas. “La edificación en primera línea de playa implica una serie de riesgos, con probables daños a personas, infraestructuras y bienes”, afirma el estudio.

Pese al parón de la construcción a partir de 2008 por la crisis, Greenpeace apunta hacia los peligros de una urbanización con menos controles. La nueva Ley de Costas, aprobada el pasado 9 de mayo, “favorece la privatización, genera inseguridad jurídica y no tiene en cuenta criterios científicos”. Si la ocupación sigue en el ritmo actual, en 2030 la Comunidad Valenciana tendrá el 72% de su zona costera ocupada.

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Sobre la firma

Felipe Betim
Nacido en Río de Janeiro, ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Escribe sobre política, temas sociales y derechos humanos entre otros asuntos. Es licenciado en Relaciones Internacionales por la PUC-Río y Máster de periodismo de EL PAÍS/Universidad Autónoma de Madrid.

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