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Cerveza de pequeña marca

La obtención de materias primas casi siempre está vinculada a la agricultura ecológica

Rafael Serrano y Alejandro Díaz, en Córdoba.
Rafael Serrano y Alejandro Díaz, en Córdoba.JUAN MANUEL VACAS

Entre las gigantes multinacionales que atesoran la mayor parte de las marcas de cerveza en España, unos minúsculos brotes de trigo y de cebada han empezado a germinar a la sombra de las grandes factorías. Son pequeños productores de cerveza artesanal que han decidido retornar a los orígenes y ofrecer algo distinto de los caldos industrializados. Poco a poco comienza a extenderse por Andalucía esta nueva forma de consumo importada de Europa y Estados Unidos y que en España ya se ha implantado en Cataluña, Valencia, País Vasco y Madrid: son las microfábricas artesanales de cerveza.

Desde hace no mucho más de dos o tres años, un puñado de pequeñas empresas ha empezado a sacar al mercado producciones andaluzas de cervezas rubias, tostadas y negras; molidas, cocidas y fermentadas en minúsculas factorías. Y como todo lo que ocurre actualmente en el mundo del emprendimiento empresarial, la crisis ha sido un detonante para que cerveceros noveles se hayan embarcado en la aventura de producir su propia bebida. Es el caso de Califa, la última de las marcas nacidas en el panorama andaluz. Lo ha hecho en Córdoba, provincia que se suma con cierto retraso a este viraje en la forma de beber cerveza.

Califa es una iniciativa de dos socios, Rafael Serrano, de 38 años, que trabajaba de autónomo en el mercado de las telecomunicaciones; y Alejandro Díaz, de 37, antiguo informático de Cajasur que decidió dejar la entidad antes de ser trasladado fuera de Córdoba. Los dos eran aficionados a la cerveza y producían la suya en casa, ayudados de equipamientos para la elaboración que pueden comprarse en tiendas especializadas o por Internet.

De esta forma, fueron conociendo también otros grupos de fabricantes caseros. Incluidos unos viejos amigos suyos sevillanos que terminaron sacando la cerveza Taifa. “Viendo cómo lo habían hecho, nos dimos cuenta de que era posible sacar nuestro propio sello, con nuestra propia cerveza artesana. Y nos lanzamos”, explica Díaz en su local. Con una inversión de unos 100.000 euros, Califa produce la cerveza en un sótano situado en pleno centro de Córdoba. Y buena parte de los 500 litros diarios de las tres variedades de caldos que consiguen se venden justo escaleras arriba, en el bar que han abierto encima. Un establecimiento que tiene una gran pizarra tras la barra y que no es sino una guía de muchas de las cervezas artesanales que, junto a la suya, se producen actualmente en España.

“Queremos ir dándole más presencia a las cervezas andaluzas”, señala Serrano. En los últimos años, las nuevas marcas han empezado a circular por otras regiones. La mayoría de ellas se basan, como Califa, en la fuerte personalidad de sus caldos, en su singularidad y en la artesanía del proceso de cocción y fermentación con materias primas casi siempre vinculadas a la agricultura ecológica o a sus técnicas de explotación. Además de la sevillana Taifa, en Almería nació Far West; en Jaén, Tierra de Frontera; en Cádiz, Maier; y en Granada, Mammooth, entre otras.

Algunas de ellas están en el bar de Califa. Pero guardan un espacio especial para Son, la cerveza artesanal pionera de Córdoba. Son tiene solo 14 meses pero han sido suficientes para que su nombre ya se escuche entre los cerveceros de pro cordobeses. El ingeniero agrónomo Francisco Lucena, de 30 años, dejó la cooperativa en la que estaba contratado para montar este negocio, pionero en una tierra especialmente vinícola. Aplicó sus conocimientos para construir gran parte del aparataje necesario para elaborar cerveza y su inversión se limitó a unos 45.000 euros para ponerla en marcha.

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Su empresa aspira a cambiar la concepción de la cerveza, dignificando el producto y consolidando un mercado de clientes con un paladar educado. Ya organiza cursos y catas para ampliar el conocimiento de los clientes y los aficionados. El objetivo es lograr una población de consumidores a los que no les importe pagar un poco más (alrededor de 2,5 euros de media) por un botellín de cerveza artesana en un bar, a sabiendas de que es un caldo muy especial.

Lucena ve con optimismo el futuro. Cree que la proliferación de marcas en Andalucía mueve el mercado, genera curiosidad entre los aficionados y, finalmente, fomentará el consumo. Son ya abre distribución en Málaga, Cádiz, Madrid y Barcelona. Y sueña con lograr una producción suficiente, sin dejar de ser artesanal, para vender en Europa o, incluso, en Estados Unidos.

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