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OBITUARIO

Muere Anxo Guerreiro, el comunista de rostro amable

Fue el representante comunista del "grupo de los 16” que redactó el Estatuto de Galicia

Anxo Guerreiro en una imágen de 1997
Anxo Guerreiro en una imágen de 1997 LALO R. VILLAR

“He descubierto que no le temo a la muerte, le temo al dolor”, confesaba Anxo Guerreiro a sus amigos hace poco tiempo, cuando creía haber superado el cáncer de pulmón que se le había detectado hace unos meses. La enfermedad, o las enfermedades, porque llevaba años sometiéndose a diálisis, y a todo ello se le sumó una neumonía, se lo llevó la madrugada de ayer en silencio y como con deferencia, sin hacer esos estragos que él temía ni a su cuerpo, ya débil, ni a su mente, ágil y lúcida como siempre. Anxo Guerreiro Carreiras, Geluco, uno de los referentes de la izquierda gallega será despedido este mediodía en el cementerio coruñés de Feáns entre el respeto y el cariño no ya de sus rivales, sino también —y eso suele ser menos frecuente— con el de sus antiguos correligionarios.

Más información
'Prioridades', último artículo de Anxo Geurreiro en El País (25-09-12)

Anxo Guerreiro Carreiras nació en Xermade (Lugo) en 1945. “Cuando empecé a dar clase en el curso 60-61 en Lugo, Geluco era de los alumnos más queridos y admirados por su inteligencia, su intuición y su bondad”, recuerda el presidente de la Real Academia Galega, Xesús Alonso Montero, que después fue compañero de militancia en el partido. “Últimamente no compartíamos criterios políticos, pero sí morales", comenta. Guerreiro ingresó en el Partido Comunista de España ya cuando era estudiante de Químicas en la Universidad de Santiago. Su militancia le llevó varias veces a la cárcel —una vez la víspera de su boda— y le impidió acabar la carrera. En el año 1976 formaba parte de aquel comité central del PCE que se dio a conocer públicamente en Roma. En 1979 fue nombrado secretario general del Partido Comunista de Galicia.

Guerreiro fue el representante del PCG en una hoy inconcebible muestra de consenso, “el grupo de los 16”, que redactó el Estatuto de Galicia. También el primero —y el único con esas siglas— diputado del PCG en el Parlamento gallego, en 1981. Guerreiro fue tan hijo de su tiempo que no acabó la legislatura como líder del partido. Destituido por Santiago Carrillo por renovador, recuperó después la secretaría para verse finalmente desautorizado por Julio Anguita por pactar listas conjuntas con el PSdeG-PSOE en las elecciones autonómicas de 1997. “Fue siempre una persona coherente, que nunca se dejó atrapar por ningún tipo de intereses ni quiso obtener beneficio alguno de la política”, considera el histórico dirigente obrero Rafael Pillado, su antecesor en la secretaría y después líder carrillista.

Lo certifica otra de sus rivales, la actual líder de Esquerda Unida y coportavoz de Alternativa Galega de Esquerdas en el Parlamento gallego, Yolanda Díaz, entonces una joven anguitista que se negaba al pacto con los socialistas. “Lo dio todo por la política, sin recibir nada a cambio. Lo recuerdo de niña en casa. A veces iba porque no tenía ni para comer, y cuando salió diputado, hubo que comprarle zapatos. Era un animal político y un orador muy brillante. En el PP respiraron aliviados cuando no renovó el escaño”. Fue precisamente un antiguo camarada, el ex secretario general del PSdeG y expresidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, el que no quiso continuar el pacto con Esquerda de Galicia, el partido que lideraba Guerreiro, que no obtuvo representación y se disolvió.

“Geluco siempre fue un luchador incansable, siempre pensaba que era posible mejorar las cosas, siempre fue un ejemplo de generosidad”, comenta Pérez Touriño, que destaca que, frente al tópico del comunista intransigente, Guerreiro “fue un hombre de diálogo, buscaba más lo que unía que lo que separaba. Hizo una gran contribución a lo mejor de eso hoy tan denostado que es la política”, dice el expresidente de la Xunta de Galicia. Una política que siguió cultivando hasta el final, como autorizado analista en varios medios, entre ellos este periódico y en la que, hoy por hoy, obviamente Geluco no tenía sitio.

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