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Jordi Parpal, padre de la Barcelona olímpica

Fue la mano derecha de Pasqual Maragall en el Ayuntamiento para conseguir la transformación urbanística de la ciudad

Parpal, el quinto por la izquierda.
Parpal, el quinto por la izquierda.joan guerrero

Jordi Parpal Marfà, padre de la Barcelona olímpica de 1992, falleció la tarde del pasado domingo en la capital catalana a los 73 años. Su trayectoria política se inició en la lucha antifranquista desde el Colegio de Abogados de Barcelona, donde se mostró beligerante contra las penas de muerte desde la comisión de defensa de los derechos de la persona.

La abogacía era en aquella época su profesión y lo continuó siendo durante muchos años hasta su fallecimiento. En medio queda el paréntesis de una dilatada carrera política, que se inició en 1978, cuando Parpal participó activamente en el nacimiento del actual Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) a partir de tres familias: el llamado PSC Congrés, el PSC Reagrupament y la Federación Catalana del PSOE.

Ese mismo año, Parpal fue secretario general del Departamento de Obras Públicas del Gobierno de la Generalitat provisional que presidió Josep Tarradellas tras su regreso del exilio y hasta la celebración de las primeras elecciones autonómicas en marzo de 1980 que dieron una inesperada victoria a Jordi Pujol frente a las fuerzas de la izquierda catalana.

Con la llegada del nacionalismo a un lado de la plaza de Sant Jaume, Parpal recaló en la Corporación Metropolitana de Barcelona (CMB), organismo supramunicipal que garantizó diversos servicios a las ciudades del cinturón barcelonés, todos ellos con alcaldes de izquierda ante la inanición inversora de la Generalitat. Pujol advirtió el peligro de que la CMB acabase siendo en un contrapoder en manos de los socialistas y los entonces comunistas del PSUC y la acabó disolviendo por ley.

Parpal ejerció de gerente y vicepresidente del organismo metropolitano entre 1980 y 1984

Antes de que todo eso sucediera, Parpal ejerció de gerente y vicepresidente del organismo metropolitano entre 1980 y 1984. “Pasqual Maragall era el que tenía las ideas, pero Parpal fue el verdadero gestor de la CMB”, explicaba ayer Carles Martí, el actual primer secretario del PSC de Barcelona, otro cargo que ocupó Parpal de 1982 a 1984.

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En aquella época el socialismo catalán empezó a vivir su época dorada. Felipe González arrasó en las generales de octubre de 1982 y Narcís Serra dejó la alcaldía de Barcelona para ocuparse del ministerio de Defensa. Le sustituyó Pasqual Maragall hasta final del mandato, en 1984, y ese mismo año, el alcalde revalidó su cargo en las segundas elecciones municipales de la democracia.

Fue entonces cuando Maragall se llevó de lugarteniente al Ayuntamiento a Jordi Parpal, como ya había hecho en la CMB, y le nombró primer teniente de alcalde y concejal de urbanismo. El sueño olímpico se hizo realidad en 1986 con la célebre frase de Joan Antoni Samaranch anunciando en Lausana la elección de Barcelona. A los pocos meses de que eso sucediera y hasta 1991 Parpal compaginó su responsabilidad del urbanismo de Barcelona con la presidencia de las principales empresas municipales que habían de construir todas las infraestructuras necesarias. Fue el segundo y último mandato que compartió con Maragall.

“Se trata de hacer unos Juegos Olímpicos para la ciudad, no una ciudad para los Juegos Olímpicos”, decía Parpal en aquella época según recordó ayer el alcalde nacionalista de Barcelona, Xavier Trias, al expresar el pésame por su muerte. El PSC también lamentó el fallecimiento y recordó que fue “impulsor del desarrollo y el equilibrio territorial del área metropolitan de Barcelona”.

Las inundaciones de 1989 del recién acabado estadio olímpico de Montjuïc por defectos de construcción, llevaron a Maragall a sacrificar a Parpal. Cuando se inauguraron los Juegos, en julio de 1992, había vuelto a vestir la toga de abogado que dejó colgada. Ya no volvió más al primer plano de la política, pero seguía acudiendo a las asambleas de su agrupación del PSC, en el distrito barcelonés de Sarrià. A diferencia de otros, nunca rompió el carnet del partido.

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