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FERIA DE HOGUERAS

Triunfalismo sin control

Los tres matadores salen a hombros por la puerta grande en una tarde festiva

El Fandi, con el primero de su lote, al que cortó una oreja.
El Fandi, con el primero de su lote, al que cortó una oreja.MORELL (EFE)

Empezó la fiesta con un buen toro de Zalduendo. Fino de estampa. Bien armado. No gran cosa, pero aparente. Derribó en la primera vara, más por demérito de picador y caballo que por méritos propios. En la segunda entrada le arreglaron bien el cuerpo. Padilla se ganó las primeras ovaciones fuertes con las banderillas. Tres pares: los tres al sesgo, aunque cada uno en distinto terreno. Los seis palos en todo lo alto. Bien ejecutada la suerte y bien colocadas las banderillas. Suerte dominada. La faena tuvo su mejor momento en una serie al natural, bien llevado el toro, con limpieza y en largo. El resto de esa labor fue más de escaparate, de intentar la conexión rápida con la gente. Lo consiguió. Sobre todo en los circulares; del derecho y del revés, que de todo hubo por el mismo precio. Con el buen toro rendido y cumplida la faena, Padilla lo mató en el platillo. La estocada, algo defectuosa, no fue suficiente y necesitó un golpe de verduguillo.

El cuarto, uno de los toros más hondos de la corrida, también descabalgó al piquero de turno. Padilla, eléctrico con el capote, puso tres pares irregulares. El más llamativo, el tercero, al violín. La faena fue una labor indefinida. Con muchas prisas. Hubo rodillazos para dar, tomar y vender, pero escaso el temple y la limpieza. No echó cuentas la gente, que en fiesta permanente celebró todo lo habido y por haber. Padilla cobró una casi entera a cambio de un pitonazo en el pecho. Se desató la locura y el premio de una oreja pareció escaso a un gentío que abroncó al presidente por no sumarse al festín.

Zalduendo / Padilla, Fandi, Talavante

Toros de Zalduendo. Correctos de presentación y de bonitas hechuras. Más hondos y serios los tres últimos. Discretos en varas. Bonancibles y muy colaboradores. El quinto manseó en la muleta.

Juan José Padilla. Entera tendida y desprendida –aviso- y descabello (oreja); casi entera (oreja).

El Fandi. –aviso- pinchazo y estocada (oreja); -aviso-, entera baja -2º aviso- (oreja).

Alejandro Talavante. –aviso- pinchazo hondo que basta (oreja); entera algo baja (oreja).

Plaza de Alicante, 24 de junio. 4ª de Hogueras. Casi tres cuartos.

El Fandi le dio la bienvenida al segundo de la tarde con una larga de rodillas. Ya de pie, un racimo de lances en combinación con un recorte y un galleo. No pasó nada en varas, pues el toro tampoco pidió guerra. En banderillas, Fandi puso tres pares de distinto color: corriendo hacia atrás, saliendo de tablas y el obligado al violín. Con la plaza metida en un caldero, Fandi comenzó la faena de rodillas. Se lo pensó el toro en la distancia larga, por lo que Fandi optó por la corta. Con el motor justo pero suficiente, el de Zalduendo se sumó a la fiesta preparada por el torero. Los pases, uno a uno. Fácil, con recursos, Fandi entregó todo su repertorio popular. Los alardes del final, con desplante de rodillas, coronaron una obra del gusto del público. Labor larga, sancionada con un aviso antes de entrar a matar. Pero el variado menú ofrecido por Fandi no empachó al gentío.

En el quinto, Fandi se pasó media faena en busca de la embestida perdida. El toro, en búsqueda constante de las tablas, no quiso muleta más allá de las rayas. Cuando Fandi se percató, eligió el terreno preferido del toro: casi pegado a tablas.. Allí pasó todo. Pero no todo lucido. Una batalla del torero por encontrar el punto débil de un toro berreón, que no quiso ser cómplice del torero. Pero la fiesta no decayó. Fandi echó mano de todos los recursos de galería a su alcance con el beneplácito de la afición, que aplaudió y coreó todo. Sobre la campana se salvó el torero de recibir el tercer aviso. Antes de ese capítulo final, Fandi había puesto tres pares de banderillas. Los dos primeros casi un mero trámite. El tercero, cuando ya el toro mostraba a cara descubierta su mansedumbre, por los adentros. Tuvo mérito ese trance.

Justo de todo el tercer Zalduendo, pero también de bonitas hechuras. Una vez cumplido el trámite del minipuyazo, Talavante ofreció su clásico quite de frente por detrás. Erguida la figura, quieta la planta y sacando con limpieza la embestida del buen toro. En la muleta el toro fue como un juguete en las manos de Talavante. Dos estatuarios de entrada y el remate del pase del desprecio. Luego, el despliegue más clásico de su toreo. Lo llevó a placer por los dos pitones, más logrado por el lado derecho. Los cambios de mano sin espada, las bernardinas finales, la arrucina, incorporada definitivamente a su repertorio, todo sin esfuerzo aparente. Una superioridad manifiesta del torero ante un toro bonancible y que aguantó toda la marcha de otra faena que parecía no tener final.

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El sexto cerró el trío de toros serios que tuvo la corrida. No tuvo gran entrega pero Talavante le encontró el punto. Ese punto fue la corta distancia. Demasiado corta a veces, ya que el toro pareció agobiado en algún momento. Otra vez muy cómodo Talavante, que tampoco se complicó mucho la vida. Las manoletinas de cierre, con cite de frente, cerraron una labor bien medida.

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