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opinion
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Casinos cosmopolitas

BCN World y Eurovegas tendrán reglas calcadas. ¿Será que lo más parecido a un cosmopolita madrileño es un cosmopolita catalán?

Francesc Valls

Cataluña armoniza su economía con la de dos referentes mundiales: Las Vegas y Macao. El anteproyecto de ley que el Gobierno catalán prepara sobre los casinos en centros turísticos va a convertir el país en una fiesta. No tiene nada que envidiar a la normativa que va a regir el macrocomplejo madrileño de Eurovegas. Es más, si el Gobierno catalán no estuviera en manos de CiU, alguien podría sospechar que se ha inspirado de forma sucursalista en el texto sobre el juego que ha redactado el Ejecutivo madrileño.

El Barcelona World que capitanea Enrique Bañuelos, líder de la pinchada burbuja inmobiliaria valenciana, dispondrá de una sustancial rebaja de impuestos: el techo bajará del 55% al 10%. Como en la Comunidad de Madrid. Y también, como en la capital de España, se podrá jugar a crédito. Sin burocracia, con comodidad y eficacia. Al apostante le bastará con suscribir un préstamo con el casino al precio que este estime conveniente. De esta manera, Cataluña se deja de mojigaterías localistas y se suma al concierto internacional. ¿Será que lo más parecido a un cosmopolita madrileño es un cosmopolita catalán? Las Vegas-Macao-Madrid-Barcelona. “Son las mismas condiciones que tienen las grandes salas de juego internacional”, ha subrayado el Departamento de Economía de la Generalitat. Estamos a un buen nivel y, en consecuencia, hay que permitir que los menores puedan acceder a los casinos siempre y cuando vayan acompañados de mayores de edad. Por tanto, mientras padres o tutores se entregan al juego a crédito, los niños podrán aprender de esa escuela de la vida multicolor y ludópata.

Con todo, Cataluña mantiene un hecho diferencial. Al contrario que los madrileños, los catalanes estamos en buenas manos. Ellos, pobres, en las garras de Sheldon Adelson, nosotros, en cambio, tenemos la fortuna de que nuestros casinos de BCN World estarán en parte administrados por el grupo chino Melco Crown. Stanley Ho, que participa en el citado grupo, tiene vetada la entrada en Nueva Jersey y en Australia. En EE.UU le acusan de estar relacionado con la mafia. Pero tranquilos. El malo es el padre, Stanley, no el hijo, Harry, que es el directamente relacionado con BCN World. El nuestro es el bueno. El consejero Andreu Mas-Colell asegura, además, que la empresa “ha pasado todos los escrutinios normales de las compañías que cotizan en Bolsa”. Ahí está Melco en el Nasdaq y en Hong Kong. Con esas credenciales, ¿quién va a dudar de la honestidad de la compañía?

Mas-Colell, Felip Puig o Josep Antoni Duran Lleida ya sentaron cátedra sobre el complejo lúdico-familiar enclavado en la Costa Dorada cuando Adelson dio calabazas a la Generalitat y apostó por Alcorcón. “Barcelona World es muy diferente de Eurovegas”, porque “Las Vegas Sands [Eurovegas] es un operador de la industria del juego”, sentenció el consejero de Economía. “Barcelona World encaja mucho mejor [en Cataluña] que Eurovegas”, concluyó el entonces consejero de Interior Felip Puig. Duran Lleida se despachó en Twitter: “Por muchas razones no me gusta Eurovegas, que se lo queden en Madrid” y concluía con un entusiasta “¡Bienvenido, Barcelona World!”.

Con esas credenciales, avaladas por el patriciado político, ¿quién puede poner en duda las buenas intenciones de la Generalitat? Y es que detrás de cada medida se entrevé la apuesta por un solvente modelo de crecimiento económico y social. Sin ir más lejos, CiU y PP han rechazado esta semana una proposición para introducir expropiaciones temporales forzosas de pisos en los que viven personas afectadas por desahucio. Argumentan ambas formaciones que con ello no se resuelve el problema de fondo, sino que se atrasa unos años. Pues claro, nada de remiendos. Los problemas hay que atacarlos en profundidad.

Hay que ser valientes, como con la reforma laboral, que dentro de muy poco se verá cómo convierte los 900.000 parados de Cataluña en agua pasada. Y es que el nuevo modelo catalán huye de los coyunturalismos y apuesta decididamente por lo estratégico. Ahí está Barcelona World como prueba.

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