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La nueva tarjeta del autobús será privada

El sistema de pago del transporte público sale a concurso por 60 millones El concesionario ingresará parte de cada billete en plena alza de tarifas

La Generalitat lleva años anunciando un cambio radical en la forma de pago de los usuarios del transporte público. La Autoridad del Transporte Metropolitano (ATM) inició ayer el procedimiento para llevar a cabo esa revolución, que llegará vinculada a la privatización de la gestión del sistema de pago y de los accesos a la red de metro y bus de la Región Metropolitana de Barcelona. Una empresa privada controlará el negocio del que ahora se encargan los operadores públicos. El contrato, que se extenderá durante un periodo de 13 a 15 años, está valorado en torno a 60 millones de euros (sin IVA).

El Departamento de Territorio ha denominado al nuevo sistema T-Mobilitat. Se basa en la creación de una nueva forma de tarificar los viajes realizados por los usuarios, que conseguirán bonificaciones en función del uso. Cuantos más viajes hagan, mayor será el descuento del que se beneficiarán. Para poner en marcha ese modelo, no obstante, es necesario crear un nuevo sistema de acceso, basado en tarjetas de transporte que no será necesarias validar como ahora. Está previsto que los nuevos títulos de transporte sean sin contacto, a través de tarjetas similares a las de crédito, con chip integrado.

Si bien la Generalitat ha analizado cuál puede ser el más adecuado, la ATM pretende que sean las empresas interesadas en participar en el concurso las que hagan sus propuestas respecto al sistema idóneo. De ahí que el concurso se vaya a decidir mediante un proceso de diálogo competitivo: la Administración define qué quiere hacer, las operadoras interesadas plantean su modelo, se elige uno y después presentan ofertas.

La Generalitat considera que la T-Mobilitat supondrá la implantación de un nuevo sistema tecnológico, tarifario y de gestión aplicable a todo el territorio catalán y que permitirá mejorar la planificación y gestión del transporte público, ya que el sistema ofrecerá información precisa del uso de todos los servicios. Incluso se plantea que el uso de la nueva tarjeta se pueda extender a los servicios públicos de bicicletas, como el Bicing, los aparcamientos o los peajes.

La nueva privatización de un servicio público llega forzada por la ambición de las Administraciones presentes en la ATM de implantar un nuevo modelo y de su incapacidad para realizar inversiones. La consecuencia será clara: la compañía que se lleve el concurso hará las inversiones necesarias y luego las recuperará con un margen de beneficio por cada uso del billete vendido, que incluirá un coste financiero. El nuevo modelo llegará tras fuertes subidas tarifarias aprobadas por la ATM en los últimos años y cuando mayores problemas de financiación corre el uso del transporte público.

El Gobierno catalán no descarta que, junto a empresas privadas, puedan presentarse al concurso operadores públicos, como es el caso de TMB. Lo que sí está claro es que se simplificará las variantes de tarjetas, que pasarán de los 80 tipos actuales a un modelo para los usuarios más habituales. Los clientes esporádicos o aquellos reacios a ceder sus datos personales podrán seguir utilizando los actuales de papel.

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La ATM mantiene en secreto las condiciones del concurso, que prevé explicar en un acto conjunto el próximo 5 de julio. Lo que sí está claro es que los usuarios dispondrán de tres formas diferentes de pago: el prepago, el pospago (por domiciliación bancaria) y la recarga por Internet. Cuando la tecnología esté desarrollada también se prevé la posibilidad de pagar a través del teléfono móvil.

El vencedor del concurso tendrá que adquirir e instalar la maquinaria y los sistemas para cubrir 326 estaciones ferroviarias y 2.600 autobuses, lo que supone 1.350 máquinas de validación y 7.800 puntos de validación para 74 empresas de transporte. Se tendrá que crear y transferir la base de datos derivada del uso de la T-Mobilitat, que estará ubicada en la ATM. Asimismo, el concurso incluirá la creación de un centro de atención al cliente y que el operador gestione los ingresos atípicos derivados del negocio, como es la publicidad o la exportación de la tecnología, para intentar recuperar parte de la inversión.

La ATM cree que se obtendrá una mejora de ingresos derivado de un aumento de la demanda y de una reducción del fraude. Y que se producirá una reducción de costes, por las economías de escala que se lograrán al comprar toda la maquinaria en un único paquete y por la reducción de billetes fabricados.

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