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Las inundaciones también afectan a varios pueblos del Pallars Sobirà

El Noguera Pallaresa triplica su caudal en un día a su paso por Escaló

Una casa destrozada por las aguas en el pueblo de Casarilt, en la Vall d'Aran
Una casa destrozada por las aguas en el pueblo de Casarilt, en la Vall d'Arantoni garriga (efe)

Los más de 120 litros por metro cuadrado de lluvia caídos en las últimas 24 horas y el deshielo de la capa de nieve que cubre aún las cumbres del Pirineo, y que en los últimos quince días han aportado más de 100 hectómetros cúbicos de agua al Noguera Pallaresa, provocaron que el río se desbordara. Aunque con menos afectaciones que en la comarca colindante, en el Pallars Sobirà 20 personas fueron evacuadas, una carretera permanece cortada y seis vecinos del remoto pueblo de Aidí seguían incomunicados anoche porque el agua anegó el único puente que comunica su pueblo con el resto del Valle de Àneu. El consejero de Interior, Ramon Espadaler, quiso matizar que estos vecinos “no estaban aislados”, ya que podían llegar por pistas a otros municipios, “aunque aconsejamos que no lo hagan”, advirtió él mismo.

Aunque no tan generalizadas como en la comarca vecina, las aguas embravecidas sí que causaron daños en los municipios de La Guingueta d´Àneu, Llavorsí y Escaló, donde el Noguera Pallaresa triplicó su caudal.

“A las cinco de la mañana llegó mi marido y me avisó de que el río estaba más alto de lo normal”, relata Marta Castellarnau, propietaria del hotel del Rei, en Llavorsí. Dos horas más tarde, el agua ya superaba el muro de dos metros de piedra que conduce el caudal del río, algo que no pasaba desde hace décadas.

La Cruz Roja monta

“El agua se empezó a colar en el sótano”, explicaba resignada la dueña, que hasta que no achique todo lo acumulado en la planta baja no sabrá los daños sufridos. Castellarnau recuerda que durante la época de deshielo es “normal que entre algo de agua por la filtraciones en el sótano”, por eso tienen varias bombas para extraerla. Los motores, como medida de protección, están sujetos al techo, lejos del peligro. “No he podido bajar porque no hay luz y el agua me cubre, pero seguro que se ha estropeado todo”, asegura.

A escasos ocho kilómetros al norte, en Escaló, el hermano de Marta regenta otro hotel. Su sótano también está anegado. “En un momento comenzó a subir el nivel del agua”, recuerda. En la planta están las habitaciones de los trabajadores y también sirve de bodega y de sala de máquinas: “Están las calderas y las bombas; todo se ha perdido”.

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Las primeras previsiones que manejaba el Departamento de Interior señalaban que a las ocho de la tarde de ayer las inundaciones remitirían al mismo ritmo que lo harían las lluvias. Los pronósticos, sin embargo, no se cumplieron y a última hora de la tarde Espadaler quiso mantener el estado de alarma.

Ante la previsión de que las riadas no mitigaran por la noche, la Cruz Roja instaló en el polideportivo de Esterri d‘Àneu un campamento con 50 camillas.

Espadaler no quiso hacer ayer un balance de los daños provocados por las riadas e informó de que hoy un grupo de arquitectos e ingenieros de los bomberos se desplazan a la zona para evaluar la afectación que presentan carreteras y viviendas.

 

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