_
_
_
_
_

El atracador que mató a un agente alega que disparó sin querer

El fiscal pide 25 años para el acusado del atraco mortal de A Cañiza en 2010

El presunto asesino llega al juicio en la Audiencia
El presunto asesino llega al juicio en la AudienciaSALVADOR SAS (EFE)

Sentado al volante de una furgoneta aparcada en una calle de A Cañiza mientras esperaba por un compañero para ir a trabajar, un obrero vio acercarse a una pareja insólita. Pasaban unos minutos de las siete de la mañana del 17 de agosto de 2010 y ya había algo de luz, así que la imagen de los dos sujetos, cubierto de polvo, se le quedó clavada: “Parecían dos panaderos”. En realidad eran un guardia civil y un atracador, ambos heridos tras un tiroteo en el interior de una sucursal de Caixa Galicia. El agente, que había reducido y esposado al delincuente, pidió al trabajador que lo vigilase mientras él volvía al interior. Quería auxiliar a su compañero, que había caído abatido por los disparos y ya no se levantó.

El operario recordaba ayer aquella aparición, protegido tras un biombo en la Audiencia de Pontevedra. “Estoy un poco nervioso”, confesó ante los magistrados que juzgan al presunto homicida y a sus dos compinches en el golpe. Aquel día sí mantuvo la sangre fría. El pistolero le amenazó —“no me sigas o te pego un balazo”— y se encaramó a la furgoneta, que tenía el motor en marcha. Él corrió detrás, abrió la puerta del asiento del acompañante y quitó las llaves del contacto.

Más información
El fiscal pide 25 años un atracador que mató a un guardia civil

La fiscalía pide 25 años de cárcel para el pistolero, J.V.C., y cinco para su cómplice, J.A.M.M. y para el conductor del vehículo, F.C.P., que esperaba afuera y que huyó cuando vio llegar a la Guardia Civil y a quien el principal acusado describió como “un pobre diablo que no sabía nada”. Los dos últimos fueron detenidos en días siguientes. La banda compartía antecedentes y estancias en prisión y la policía, que tenía pinchado uno de sus teléfonos, tenía bastante claro que preparaban algún golpe.

Algunos pormenores se aclararon durante la primera sesión del juicio con el testimonio de J.V.C. y la lectura de la declaración previa de J.A.M.M, según la cual los dos cómplices habían decidido llevar a cabo el golpe solo dos días antes. Por la tarde, tras cerrar la oficina, hicieron el butrón en la pared del cuarto de baño, un simple muro de ladrillo que lindaba con un edificio en obras. Al volver más tarde con las bolsas de herramientas activaron sin querer la alarma, y se pusieron en guardia.

Dos agentes de Covelo recibieron el aviso y llegaron al lugar. A partir de ahí empiezan las dudas que los jueces tratan de resolver. J.V.C. asegura que encañonó a un agente pero que no disparó primero. “Si hubiese querido lo habría hecho nada más entrar”, se jactó, y sostuvo que sus disparos fueron fortuitos, en medio del forcejeo con el otro agente. Los peritos declararon que se encontraron nueve casquillos —siete de la pistola del atracador, dos del arma policial— y dos cartuchos sin disparar. La fiscalía afirma que el atracador fue el primero en abrir fuego y que el agente se le echó encima cuando se le encasquilló el arma. El guardia civil fallecido dejó detrás una esposa y tres hijos que aún necesitan terapia.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_