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SÓNAR, 20 AÑOS DE MÚSICA AVANZADA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La elegancia ilumina la noche

Pet Shop Boys mostraron su clase en una actuación impecable

El dúo británico Pet Shop Boys en la apertura del Sónar 2013.
El dúo británico Pet Shop Boys en la apertura del Sónar 2013.EFE

Distinguidos, seductores y delicados: Pet Shop Boys. En la noche de ayer llenaron de destellos las pupilas de las más de 10.000 personas que se citaron en el concierto inaugural del Sónar nocturno en el Polígono Pedrosa, convertido en una discoteca sofisticada orlada por la clase del incombustible dúo británico. Y no, Pet Shop Boys no deslumbraron esta vez con un espectáculo original como el de su última gira, sino con un montaje fundamentado en proyecciones, multitud de rayos láser repartidos como dádivas de la tecnología, dos bailarines y un vestuario llamativo pero no especialmente atrevido que, eso sí, permitió a Tennat y Lowe lucir capirotes negros en los primeros compases del concierto.

Luego llegarían los trajes, uno con fez, que, dígase también, hay que saber llevar. Fue suficiente. El público hacía coreografías mientras bailaba los temas más populares, hubo un buen ramillete —Opportunities, Suburbia, I’m not scared, sólo en el primer tramo de la actuación—, y el escenario se llenaba de luces que iluminaban a la pareja, generalmente sola o, más bien, acompañada con la acentuada distancia y distinción propia de Tennat.

Lowe, como siempre a lo suyo, con su teclado, hierático como un pináculo. Pese a que la excusa de la nueva gira era la presentación de Electric, un disco que se publica el próximo mes de julio, las sorpresas llegaron con una versión excelente de Bruce Springsteen, un Last to die desprovisto de épica proletaria y llevado a los terrenos del pop electrónico bailable, y un acercamiento igualmente brillante al Somewhere de Bernstein.

Del nuevo disco sonaron piezas como Axis, justo en el comienzo, Thursday y la final Vocal. El resto del repertorio lo compusieron temas clásicos infalibles y otros recientes, con momentos deliciosos como los apuntados en Invisible o la turbadora sutileza de Leaving.

Música de cámara electrónica, pop bailable, alimento para el abandono de los sentidos, una fiesta impecable que deslumbró a los espectadores que para acceder a las tripas del hangar del Sónar nocturno habían canjeado etiquetas de la bebida patrocinadora del festival.

Mañana, Pet Shop Boys repetirán el espectáculo que de nuevo les sitúa como los más sensibles, inteligentes y elegantes de la clase. Para ello, esta vez, no han necesitado un derroche de originalidad, sino la aplicación de un buen gusto indiscutible. El suyo.

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