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La jungla electrónica

El Sónar renueva su apuesta por los artistas menos populares

El californiano Skrillex que actuará en el Sónar.
El californiano Skrillex que actuará en el Sónar.

Sí, es verdad, Kraftwerk, Pet Shop Boys, Richie Hawtin, Derrick May, Paul Kalkbrenner o Laurent Garnier son nombres populares incluso entre los que no son particularmente seguidores de la música electrónica, pero el Sónar, un año más, comienza justo cuando se acaba la enumeración de sus grandes nombres. Festival que ya ha detectado que un importante sector de su asistencia lo frecuenta para rastrear nuevas propuestas y talentos, el festival renueva su alianza con los artistas que podríamos considerar desconocidos, sinónimos de conocidos en ámbitos muy especializados y reducidos.

Pero es justo con un artista popular con el que se ha desatado cierta polémica. Se trata de Skrillex, un chaval californiano de 25 años con pinta de programador de videojuegos épicos, artista hiperactivo cuya electrónica de consumo tiene una incuestionable relevancia y popularidad entre los más jóvenes. Su mezcla de estilos y la potencia de su sonido le han granjeado una popularidad que los más conspicuos seguidores de la electrónica consideran sospechosa. Nicholas Jaar y su electrónica retenida, pausada y sedada —él la llama blue-wave—, sería otro de los artistas relativamente populares del festival, que también presenta a Matthew Herbert, quien esta vez hará de disc-jockey, Jamie Lidell y su funk dislocado o Darkstar, proyecto de dubstep migrado hacia ambientes más soleados.

Pero en un festival cuya web ofrece buenas pistas sobre las características de los artistas que convoca, es posible resumir bajo categorías genéricas alguna de sus propuestas más destacables dentro de la programación escrita con minúsculas. Así las cosas, si hablamos de hip-hop y aledaños, destacan los veteranos Jurassic 5, emparentados con De La Soul y otros clásicos en su amor por las bases soul y funk del hip-hop, género que con ellos se vuelve amable y cálido. Más iconoclasta resulta Mikky Blanco, tan recitador como drag-queen, uno de los artistas a seguir en este Sónar; JJ Doom y su hip-hop oscuro y Foreign Beggars, activistas del sonido callejero de la acera inglesa con su mezcla entre grime, hip-hop y el dubstep.

Por otra parte, cabe destacarse la presencia del pop en el Sónar, un elemento que no ha faltado casi en ninguna de sus ediciones. Aquí destacan Aluna George y sus melodías que dan lugar a una música que recuerda a la tempura, donde lo rebozado es la melodía y el rebozado, la electrónica. Es un caso parecido al de Chromatics, otra banda de marcado acento melódico e instrumental operativo electrónico. Samaris sería otra de las propuestas con claro formato de canción, en su caso helada por su origen islandés, todo y que tan acogedora como espectral dada su facturación.

Si volvemos a la música negra como inspiración, hay artistas como Breakbot y su funk actualizado o Phono.O, artista berlinés que se mueve en el terreno del funk y del dubstep, pero con acento y estructura pop en sus canciones. El funk más excéntrico lo presentará Jackson and his Computer Band, quien actuará con una máquina bastante aparatosa que en su interior lleva unos sintetizadores con los que el artista francés controla la luz y el sonido de su espectáculo. También promete la puesta en escena del dúo británico Raime con su electrónica desolada y desértica. El house, otra forma de música negra, está muy representado en el festival, pero cabría destacar a Lindstrøm y Todd Terje; a Maceo Plex y un house al que ha llegado tras dejarse fascinar tanto por Parliament como por Isolee y a Sísý Ey, grupo de chicas que pusieron patas abajo el Sónar islandés con su house vocal e infeccioso.

Para cerrar este breve repaso a una lista de artistas que alcanza las 140 referencias, citar a otros relativamente populares. Por un lado Major Lazer, el proyecto de Diplo, una batidora tropical de dancehall espeso como el mercurio; Francesco Tristano y sus variaciones para piano clásico y electrónica; la pareja Diamonds Version, es decir, Olaf Bender y Carsten Nicolai, o lo que es lo mismo, juego de texturas sonoras y ritmo; la pareja formada por el veterano Adrian Sherwood, maestro del dub, y Pinch, príncipe del dubstep. Para finalizar, destacar la presencia de alguien muy famoso…. en la Red. Se trata de Baauer, cuyo Harlem shake fue un fenómeno viral en Internet, al funcionar como base musical sobre la que un sinfín de personas montaron sus vídeos con destino al YouTube.

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