Jazz árabe en holandés

Lo primero que llama la atención en él es su nombre, no muy habitual. “Mis padres tuvieron dos hijos”, aclara. “A mi hermano le llamaron Vincent, por Van Gogh, y a mí me tocó Rembrandt. Lo bueno de llamarse así es que, en todos los sitios a los que voy, soy el único Rembrandt que existe”. Decidido a hacer carrera como músico de jazz, a los 19 años, Rembrandt decidió dejarlo todo y, aprovechando una beca del Conservatorio de Música de La Haya, donde cursó sus estudios de piano, se instaló en El Cairo. “Otros aprovechan para irse a Nueva York o a Viena. Yo elegí Egipto porque quería ver mundo y me encanta la música árabe. El Cairo es el Hollywood del mundo árabe”.

Veintiocho años después, Rembrandt Frerichs es lo más parecido a un trotamundos del jazz que pueda existir. El pianista, compositor y profesor titulado de jazz, ha llevado su música a India, Nueva York (club Birdland), Siria, Irak, Argelia... “Las cosas son muy diferentes a como eran en los cuarenta”, reflexiona el pianista. “Ahora cualquiera puede coger un avión y plantarse en el otro extremo del planeta. Lo natural es mirar alrededor del mundo. Yo mismo soy una mezcla de todo lo que estudié en el conservatorio y mi amor por los maestros del jazz como Lennie Tristano o Wayne Shorter. Todo ello mezclado con las diferentes tradiciones musicales que se han cruzado en mi camino, como la música árabe o el flamenco”.

Aunque todavía no es muy conocido por estos lares, el jazzista holandés —en cuyo currículo destaca su experiencia acompañando al saxofonista Michael Brecker— visita frecuentemente España, donde, incluso, ha grabado un disco, Live Albayzín, Granada.

No sé lo que me atrae de la cultura española; en mi país, la vida es en blanco y negro

“La cultura española, no sé por qué, me atrae”, confiesa Frerichs. “No entiendo la razón, solo sé que aquí me siento como en casa; acaso tenga que ver con vuestra alegría de vivir, incluso en un momento de crisis como el actual, o puede ser la comida, el buen tiempo o porque en mi país la vida es en blanco y negro. Todo está demasiado organizado. Siempre llueve, la gente no siempre es muy amigable y la comida… mejor, dejémoslo”, bromea.

De algún modo, el jazzista holandés se las ha ingeniado para incorporar el flamenco a su obra de una forma un tanto sutil y decididamente original. “No sé mucha técnica de flamenco, aparte haber escuchado atentamente a Paco de Lucía, Carlos Denia y Chano Domínguez, entre otros. Digamos que uso mi pasión por lo árabe para aplicar al piano las técnicas de otros instrumentos, como el kanun del Medio Oriente o el santur iraní, que están en el origen del flamenco. El resultado es que, al final, la gente termina pensando que soy un experto en flamenco”.

En su concierto de esta noche, Rembrandt estará acompañado por sus inseparables Guus Bakker, al contrabajo, y Vinsent Planjer, a la batería. “Más que un trío de jazz somos tres viejos amigos que se encuentran todas las semanas para conversar e imaginar nuevas aventuras. Nuestro trabajo nos permite desarrollarnos como músicos y como personas. La música nos modela y nos da libertad para dirigirnos hacia cualquier dirección. Esa es nuestra marca de distinción y lo que nos diferencia de los músicos pop. Nosotros elegimos el camino a seguir según el momento, el lugar o el público. Porque no es lo mismo tocar en una iglesia en Holanda que en un parque público en Nueva Delhi. Sin embargo, tú ves a Michael Jackson o a Madonna no importa dónde, y siempre es lo mismo”.

Para su concierto en Madrid, Rembrandt y sus dos compañeros de brega tirarán del temario que conforma Continental, el último disco de la formación con el que se estrena en España. “Habrá jazz global, incluyendo un homenaje en clave de jazzista a la cultura española [La Alpujarra], además de un arreglo muy especial de una antigua canción folclórica armenia y, sobre todo, mucha improvisación”.

Rembrandt Frerichs Trio actúa esta noche en el Círculo de Bellas Artes. A las 21.30. Precio: 18 euros.